
La crónica del Cádiz CF-Burgos CF (1-3) de Vera Luque: El garitanismo no suma fieles
El autor pone el foco en algunos errores y fallos derivados de lo que define como «funambulismo» del equipo cadista

Es lo que tiene el funambulismo, que se tiene un día tonto y acaba uno pegando el resbalón en la zona del alambre donde nunca esperas darlo. Después del gol de Ontiveros más de uno sobre el tapete ya se veía en el sofá tumbado, viendo a Broncano en la tele, con el pijamita puesto y finiquitando el lunes con el trabajito bien hecho.
Pero la cosa se torció y a la jornada hubo que echarle horas extras inesperadas. Con un plan B bastante verde aún, y con el máximo goleador del equipo sufriendo un cuestionable banquillazo, máxime cuando a día de hoy ha sido el prácticamente único salvador de los casos perdidos, rescatador de puntos que se iban,y solución a más de un papelón como el de ayer, o peor. Me lo expliquen.
Hoy medio Cádiz se ha levantado siendo entrenador, y eso es un mal síntoma, respetando siempre el hecho de que el único que tiene el carnet es el que realmente se sienta en el banquillo y no en la barra del bar. Lo que es indudable es el sentimiento de desaprovechamiento de la plantilla que hay en todo lo ancho y largo de la afición.
Parece que la falta de goles demostrada en las primeras 10 jornadas no se corresponde con la dinamita y la creatividad que supuestamente se tiene de medio del campo para arriba. Chirría,por tanto, ese afán amarrategui una vez que el equipo se adelanta en el marcador, disponiendo como se dispone en el campo de futbolistas de esos que no les va el correr sin pelota.
Que haya salido bien a lo largo de los dos primeros meses de competición no quiere decir que salga bien siempre, y menos cuando no anda por la ancha pradera del Mirandilla un tal Diakité, pieza importantísima para la demolición del juego contrario. Lo dicen las barras de los bares, que a veces dicen cosas interesantes, oiga.
Sabíamos que el liderato era temporal, un status del cual disfrutar de manera estacional al igual que harán muchos equipos a lo largo del año. La Segunda División tiene eso. No nos veíamos como ese líder dominante, ese equipo diferente al resto, candidato al ascenso desde el primer día.
Sino simplemente como un ocupante más de la primera plaza, disfrutando de su turno como líder igual que en aquellos tiempos en los que los de la clase ganábamos el trofeo del patrón del colegio disfrutábamos de la Copa una semana cada uno en su casa. Mismamente, estamos a tres puntos del décimo, así que tonterías las precisas que vienen dos desplazamientos seguidos, y a poco que te escantille y peguemos algún resbalón más, llegamos a Halloween propios para la fecha.