El Cádiz CF celebra con su afición la victoria ante la SD Huesca. Se ven banderas cadistas, andaluzas y palestinas en el Fondo Sur del Nuevo Mirandilla.
El Cádiz CF celebra con su afición la victoria ante la SD Huesca. La conexión entre grada y césped ha vuelto y va a más. Foto: Cádiz CF.

La crónica del Cádiz CF-SD Huesca (1-0) de Vera Luque: CTRL-C + CTRL-V y tres puntitos más para la buchaca

El autor señala que el equipo amarillo vive al borde del infarto, dntre el vértigo y la calma, pero el ‘unocerismo’ lo mantiene en la cima

Actualizado:

Casi como un copia y pega, el unocerismo es la constante de este Cádiz, bien cayendo a nuestro lado como ya ha ocurrido cuatro veces en lo que va de torneo, o bien cayendo del otro, refiérome al anterior domingo en Las Palmas.

El unocerismo, ciencia que aplicó sabiamente Cervera en aquella mítica liguilla que nos sacó hace una década del pozo, nos tiene apalancado en todo lo alto de la clasificación con números ínfimos tanto a favor como en contra.

Y con ese irremediable sentimiento de vértigo sobre el alambre, a sabiendas que los partidos así planteados se te pueden engollipar tal y como aparezca una Real Sociedad B y te cuele tres, con lo que de la disciplina más férrea no queda otra que invocar la anarquía más majadera para empatar, como así fue en Anoeta, hasta hoy única ocasión en la que el fútbol se salió de sus parámetros más conservadores y amarrateguis.

Las películas están siguiendo el mismo guión, consistente en ese eslógan de aplicación en partidos agonizantes dentro de los patios de los colegios: “El que marca gana”. De momento, nos está saliendo bien, gracias a que el colectivo cumple esté quien esté, y las individualidades asoman la cabecita cuando toca, bien sea Talavadze, bien sea Víctor Aznar. La alegría final no nos la quita nadie.

El estrés de los últimos 10 minutos viendo nuestra portería asediada, tampoco. Pero oye, ahí andamos, arriba del todo y en solitario. Que nos quiten lo bailao. Mejor posicionados que nosotros no está ninguno. Así que toca fumarse un purito, y a seguir currando.

Cuando apareció la alineación en las pantallas de nuestros móviles camino del Estadio, a todos se nos desordenaron los esquemas, como cuando el jurado del Falla nombra a una que no te esperas que pasara la fase. En cuanto dibujamos la alineación en nuestras mentes observamos la ausencia de tres de los tótem sagrados, intocables hasta el día de hoy, y que ya se les estaba poniendo cara de vértebra de esa columna que todo equipo que se precie monta desde la portería propia a la portería contraria.

No aparecen ni el central intimidante, ni el stopper cuasi infalible, ni el jugón superstar. Entre el fijo en la portería y el fijo en la punta, se había montado una minirrevolución. La escuadra no acusó la renovación del once, y si me permites, casi que le vino hasta bien. A la tranquilidad que da saber que hay vida más allá de los titulares, sumarle el debut con picadores desde el minuto cero del lateral izquierdo, Pereira, que a más de uno nos quita un comecoco de lo alto en cuanto a la cobertura de dicha zona del campo en ausencia de Climent.

Por ahí bien. Más dudas surgen de los centrales secundarios. Ni Pelayo en San Sebastián, ni Jorge Moreno ayer, terminan de eliminar esa nostalgia balcánica que nos entra cuando Kovacevic se cruza Europa para jugar una pachanga sub 21. A ver los Reyes como se portan.

El ambiente está moderadamente eufórico, y eso es bueno. Porque aun sabiendo que no hay un brillo especial, poco a poco la afición va reconectando y va de nuevo enganchándose al vestuario. A poco que sigamos con la rachita, el ambiente irá in crescendo, y volveremos a poner las linternas de los móviles y a menear las llaves cuando lleguen las vísperas navideñas. Seguro.

Este periodo de reconciliación no sería posible sin la oportuna desaparición por parte de las cúpulas burocráticas del club de ciertos comportamientos y actitudes que en el pasado sirvieron más de trinchera que de otra cosa. Es verdad que la pelotita está entrando, pero también hace tiempo que no se habla desde los despachos de pamplinoseos faraónicos como el estadio nuevo, que no hay burofaxes sin venir a cuento, o que no sabemos nada de proyectos empresariales ni onanismos variados por parte de los del palco.

Que no se verbalicen, o que no aparezcan publicados por el encargado de las redes sociales, que también está más tranquilito, no quiere decir que hayan acabado en la papelera. Pero por lo menos, no encienden al personal, ni distraen la atención de lo que aquí realmente interesa: el furgol, como decía Villar. (No Juanito el cantaor, sino Ángel María el abogado)