Brian Ocampo conduce ante la UD Almería. Foto: Cádiz CF.
Brian Ocampo conduce ante la UD Almería. Foto: Cádiz CF.

La crónica del UD Almería-Cádiz CF (3-0) de Vera Luque: Noviembres repetitivos

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El paso de las jornadas está delatando a este Cádiz que no dista mucho del que vimos el soporífero y olvidable año pasado. Al principio todo eran risas hasta que al plantel se le fue pasando los efectos de la pócima mágica que parece tomaron a finales de verano.

Pócima mágica, por cierto, que más que incrementar las aptitudes y habilidades futboleras, fue más un conjuro para atraer la buena suerte y alejar el sangui.

Pero la liga es muy larga, y los partidos que se sacan para adelante gracias a golpes de fortuna, aciertos por zapatazos georgianos y fallos ajenos en las terminaciones de los partidos gracias a la excelsa colocación de Víctor Aznar, acaban compensándose con pifias extremas de lo que parecía una defensa inexpugnable y/o golazos por la escuadra del contrincante, y haciendo balance, al final te vas colocando en el sitio que te corresponde en función a lo bien o lo mal que juegas a este deporte, apasionante a veces, odioso en otras. Ahí andamos.

Bajando escaloncitos jornada tras jornada, para volver a situarnos en esa zona de la tabla que ni fu, ni fa, que ni pa tí, ni pa mí, y viéndonos venir otra temporada de nula ilusión y anodinas previas cada domingo. Que sí, que estamos en zona de play off, que no te digo que no. Pero en caida constante y con apenas un puñaíto corto de minutos de buen juego en los 1260 más la pirula que llevamos de temporada.

Carlitos Fernández, que en toda la temporada pasada marcó con la camiseta amarilla sólo un gol, (y en la jornada 39), lleva ya a estas alturas seis chicharitos formando parte del Mirandés, equipo que anda el penúltimo. La abstinencia goleadora de los arietes cadistas en los últimos años es digna de estudio. Ni Maxi Gómez, ni Carlitos, ni el mismo Roger que en sus años mozos en el Levante parecía la reencarnación de Paolo Rossi, han aprovechado su estancia en Cádiz para incrementar sus estadísticas como killers del área.

Empezamos a tener cierta morriña de Chris Ramos, con sus virtudes y sus defectos, único que mantuvo ciertos números medio dignos para un delantero centro de un equipo relativamente gallito de Segunda. La pregunta que nos queda es la misma que le podemos aplicar al resto de la plantilla... ¿Es el entrenador y su planteamiento el que no es capaz de exprimir a sus jugadores… o son los jugadores a los que les falta aptitudes para llevar a cabo los planteamientos, a priori efectivos, del entrenador? ¿El huevo o la gallina? ¿Garitano o la plantllla?

Lo cierto es que, de nuevo otro añito más, cual pasodoble de presentación fallera, volvemos a estar en la misma situación. Tras un mercado veraniego que está saliendo regulero solamente salvado por la operación Suso (fácil apuesta deportiva dicho sea de paso), y por los destellitos de Tabatadze, vuelta al mercado navideño, a ver qué sale por ahí.

Viene pasando esto desde tiempos inmemoriales. Desconozco si al resto de equipos le pasa lo mismo, pero me parece que pocos tienen tan mala suerte yendo de compras como nosotros. Mala suerte, mal tino, o la eterna búsqueda de la ganga buena, bonita y sobre todo barata que nunca llega. Llámenlo como quiera.

Y de nuevo en las barras de los bares resuena, otro pre-navidad más, las tertulias cuyo tema vertebral es el cambio de entrenador. Como el Black Friday, llega noviembre y el técnico en la picota. Se empieza a demandar cambio en el pilotaje de la nave, igual que se demandaba el año pasado a estas alturas, igual que se demandaba el anterior. Aviso a los que piden la cabeza de Garitano en bandeja de plata: no meterse en ná. Me da que tendremos Garitano para rato, que le mete mano al turrón aquí en Cádiz, y que a poco que no se caiga en tremendísima ruina con peligro de descenso explícito, ve aquí la Final del Falla, y lo mismo hasta la Borriquita.

En la 23/24, última en Primera, a Sergio lo largaron en mitad de Enero, después de 19 partidos sin ganar (desde el 1 de Septiembre) incluyendo dos partidos de Copa contra rivales de las profundidades abisales del futbol patrio. El año pasado en esta misma jornada 14, con Paco López estábamos en descenso, y con todo y con eso, aguantó cuatro jornadas más.

Me da que no hay que contemplar un cese de Garitano de forma inminente, ni siquiera a corto plazo, estando el equipo en play-off, y sabiendo que desde las altas cúpulas, a la hora de tomar la decisión, hacen más caso a los números que desprenden los libros de contabilidades que a las cifras vomitadas desde la parcela deportiva, aunque seamos el segundo equipo que menos marca, y la diferencia entre lo que metemos y lo que nos meten sea ya negativa.

Cuidadín, con las posiciones. Somos sextos, sí. Pero afincándonos peligrosamente en la escardante equidistancia entre el primero y el que marca el descenso. No confiarse, chavalada.