Jugadores del Cádiz CF saludan a la afición tras el 1-0 en Las Palmas. Foto: Cádiz Cf.
Jugadores del Cádiz CF saludan a la afición tras el 1-0 en Las Palmas. Foto: Cádiz Cf.

La crónica del UD Las Palmas-Cádiz CF (1-0) de Vera Luque: La suerte viste de amarillo

El autor reconoce que levámos quince puntos, pero no sería extraño que lleváramos diez, por ejemplo

Actualizado:

En algún momento, el funambulismo tenía que terminar. El alambre por el que hemos estado caminando durante la sexta parte incial de la temporada se ha destensado, y el artista ha caído al vacío, menos mal que hay red. Cualquiera de los partidos que habíamos ganado lo podríamos haber empatado, cualquiera de los partidos que habíamos empatado lo podríamos haber perdido (y ganado también).

Pero está siendo tan mínima la diferencia entre recoger tres puntos, uno o ninguno en cada partido, que nos podíamos sentir dichosos con el bagaje obtenido hasta ahora. Nos han salvado goles en el último minuto y la flechita para arriba de Talabatze, o el milagro de cada jornada a cargo de San Víctor Aznar.

Por el juego desplegado, por las sensaciones, llevámos quince puntos, pero no sería extraño que lleváramos diez, por ejemplo. El ser inquilinos de lo alto de la tabla nos hace pensar a los optimistas que llegará el día en el que juguemos bien y entonces nos saldremos del pellejo, pero está por ver aún.

La aleatoriedad de momento nos marca el camino, y la consecuencia de preferir ser dueños de la suerte a dueños de la pelota nos ha hecho llegar hasta donde estamos ahora mismo, pero también nos hizo perder el partido de ayer.

Una jugada tonta, un córner que no fue, un remate donde no se debería permitir a nadie que rematara en la única ocasión que a Kovacevic le meten la mano en el bolsillo y le mangan la de Ubrique, una estirada de Víctor ineficiente, gol y para casa. Jornadas atrás ha pasado lo mismo, pero el remate de Jaúregui el malaguista se iba a Estepona, o el pepinazo eibarrés o ceutí se topaba con un muro en la portería. Nos cambió la suerte, y nos facturaron. Normal y a la vez, tolerable.

Que levante la mano el que crea que en el campo tenemos más calidad sin usar que calidad aprovechada. Ayer hubo cierta incoherencia entre alineación inicial e intención durante el partido. Cuando a un cadista cualquiera le llega al móvil los once que empezarán, se le dibuja seguro una mueca de felicidad moderada viendo que compartirán césped dos de los mejores futbolistas de la categoría en función del tratamiento de usted que le dedican a la pelota.

Pero después te das cuenta durante el transcurso de la contienda que el montante táctico está más dedicado a que la pelota la manejen los otros, y estos señores que salen al campo con smoking y pajarita, resulta que tienen como función arremangarse como otro cualquiera. Y eso desilusiona al ingenuo espectador, puesto que espera minuto tras minuto que por fin nos hagamos los dueños del balón y podamos disfrutar de la primera vez en mucho tiempo en la que juntamos tanto talento en lo largo y ancho del césped.

La pelota cae en los pies de los de la chistera demasiadas pocas veces a lo largo del partido. En esas pocas veces se les nota que quieren montar el show, pero son tan ínfimas las oportunidades, que el sombrerito, el tacón, el pase al hueco… es un oasis en ese desierto en el que se convierte el guión previsto, imagino, desde el banquillo: esperar, esperar, esperar atrás y confiar en la magia repentina, instantánea, fugaz, de dos virgueros, a los cuales, como todo filigranero que se precie, los trucos le funcionan cuanto más magreen la pelotita a lo largo de los 90 minutos.

Decía la semana pasada que la defensa está ganándole al ataque en cuanto a rendimiento, cosa que ayer también ocurrió, a pesar del chicharito encajado. Una cosa no quita la otra. Si arriba la pólvora no termina de secarse, abajo estamos a nivel top de agazapamiento y de formación tortuga en cuanto empiezan a disparar las catapultas. Pero también advertía de la incertidumbre que nos inundaría en cuanto cambiáramos a alguno de los cuatro magníficos de la zaga.

Pues bien, amiguitos, ha llegado el momento. Y no sólo será uno, sino dos los reemplazados. Ni Climent, suspendido, ni Kovacevic, convocado para un apasionante amistoso entre Serbia y Rumanía Sub21. La defensa deberá sufrir una reforma con licencia de obras mayores. La liga avanza y empieza a avisar de lo kilométricamente larguísima que es, y con ello, lo necesario de tener un fondo de armario amplio. Suerte a los que les toque el privilegio y/o marrón de ser los sustitutos. Su éxito será el nuestro.