Aficionados del Cádiz CF en la grada visitante del estadio Nuevo Los Cármenes durante el partido ante el Granada CF, el mismo momento en que la Plataforma Estadio Carranza enviaba su comunicado pidiendo reactivar el cambio de nombre del estadio.
La afición del Cádiz, animando en Los Cármenes, mientras la Plataforma ‘Estadio Carranza’ enviaba su nota para reactivar el cambio de nombre. Foto: Cádiz CF / X

La Plataforma ‘Estadio Carranza’ ‘hace gala’ de cadismo con una nota en pleno Granada CF–Cádiz CF para reactivar el cambio de nombre

Emitió un comunicado a las 18:51 horas apelando a una sentencia del Supremo sobre una medalla en Sevilla para tratar de reabrir su batalla por el nombre del estadio

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Para el cadismo y la afición del Cádiz CF, cuando juega el equipo amarillo no hay nada más en el mundo. Los 90 minutos de su equipo son sagrados (y algunos minutos u horas antes y después también). Pero hay genet que presume de cadista y que antepone otros intereses (personales, de promoción o de nostalgia) a seguir a su equipo.

La Plataforma Estadio Carranza, ese grupo empeñado en devolver el apellido de un alcalde franquista de Cádiz al estadio, decidió que el momento perfecto para hacer oír su voz era justo cuando el Cádiz jugaba en el Nuevo Los Cármenes, ante el Granada CF.

A las 18:51, mientras el balón rodaba y los cadistas pendientes del partido mascaban un empate sin goles, las redacciones recibían su nota de prensa. Sí, sí, se puede programar el envío. Si, sí, la nota está escrita antes. Pero la atención del cadismo estaba ya en la tele, la radio o en el estadio granadino.

En esa nota, la Plataforma celebra una sentencia del Tribunal Supremo sobre un asunto tan lejano como simbólico: la anulación de la retirada de la Medalla de Oro de la Provincia de Sevilla concedida a José Utrera Molina, un ministro del franquismo. Según ellos, esa resolución demuestra que el uso del nombre “Carranza” no puede considerarse exaltación ideológica.

Una conclusión, como mínimo, creativa. Porque la sentencia, de carácter administrativo, no hace mención ni al estadio ni a casos análogos, y no parece establecer doctrina alguna sobre denominaciones de espacios públicos. Aun así, la Plataforma se aferra a ella como si fuera un nuevo penalti a favor de su causa.

El comunicado despliega un repertorio de frases solemnes (“la memoria democrática debe aplicarse con rigor”, “no pedimos mirar al pasado con nostalgia”) y una autoproclamada defensa del “sentido común gaditano”. Todo ello para reclamar al Ayuntamiento de Cádiz que “tome nota del nuevo contexto jurídico” y restituya oficialmente el nombre de “Estadio Carranza”.

Pero el contexto real es otro. Desde julio de 2024, cuando el Cádiz CF y el Consistorio acordaron la posibilidad llamar a la instalación municipal “Estadio Carranza” (entre otros argumentos tan de peso como que el Cádiz CF, esa entidad privada, tenía registrada esa marca), el expediente administrativo no ha avanzado un solo paso.

En septiembre pasado (más de un añ después), el alcalde Bruno García fue claro en una entrevista: “No es un asunto prioritario”. El Gobierno de España, por su parte, ya advirtió a través de la Secretaría de Memoria Democrática que detendría cualquier intento de revertir la decisión original.

Nada de eso disuade a la Plataforma, que parece más interesada en los gestos que en los resultados. Porque si algo simboliza este episodio, es el choque entre dos maneras de entender el cadismo: una, la que anima al equipo y vive el presente; otra, la que busca en los despachos y en los tribunales una identidad perdida en los años.

Y la escena tiene su ironía final. Mientras el Cádiz jugaba y sufría en Granada, la Plataforma jugaba su propio partido, con los tiempos cambiados y los argumentos tan rebuscados como su calendario y su reloj.

Por cierto, para las personas de la Plataforma: el Cádiz empató a cero en su visita al Nuevo Los Cármenes.