Imagen de una de las movilizaciones de las trabajadoras de limpieza de la Universidad de Cádiz.
Las trabajadoras del servicio de limpieza de la Universidad de Cádiz acumulan más de un mes de protestas. Foto: José Luis Porquicho Prada.

Más de un mes de protestas de las limpiadoras de la UCA contra recortes y despidos en el servicio de limpieza

El colectivo denuncia sobrecarga de trabajo, salarios congelados y exige estar en la negociación del nuevo pliego

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Las trabajadoras del servicio de limpieza de la Universidad de Cádiz (UCA) cumplen más de un mes en pie de protesta. Cada día, en la puerta del Hospital Real y en otros campus universitarios, hacen visible un conflicto que consideran decisivo para su futuro laboral: el pliego de condiciones que regula su trabajo supone, en palabras del sindicato Autonomía Obrera, un “ERE encubierto”.

El enfrentamiento no es nuevo. Desde hace décadas, este colectivo —compuesto en más de un 95% por mujeres— denuncia precariedad laboral, contratos parciales y ausencia de reconocimiento. Pero la situación se agravó con el último pliego, que recortó más de 54.000 horas estructurales respecto al anterior.

Según el sindicato, esta medida supone la pérdida de más de 22 puestos de trabajo a jornada completa, además de obligar a quienes permanecen a asumir una sobrecarga insostenible.

Uno de los puntos más criticados es que las bajas médicas no se cubren hasta pasados 18 días, lo que en la práctica significa que la plantilla tiene que repartirse las tareas de las compañeras enfermas, aumentando el desgaste físico y mental. “Esto es esclavitud moderna”, denuncian desde Autonomía Obrera.

El malestar se refleja en las pancartas y consignas: “Sin limpieza no hay universidad”, “Queremos un pliego digno” o “Nos sobran motivos”. Las trabajadoras reclaman salarios en línea con otras universidades públicas, mejoras en las condiciones de jubilación y garantías contra la represión sindical.

La protesta ha recibido un espaldarazo jurídico con la decisión del Tribunal Administrativo de Recursos Contractuales de la Junta de Andalucía (TARCJA), que en agosto anuló el pliego de limpieza de la UCA. El tribunal concluyó que el documento vulneraba principios de transparencia, igualdad y libre concurrencia, dando la razón a las denuncias del sindicato tras más de un año de conflicto.

Sin embargo, la anulación no ha resuelto el problema: el colectivo teme que la universidad intente aprobar un nuevo pliego sin contar con las trabajadoras. Por eso insisten en estar presentes en la mesa de negociación. “Queremos decidir sobre nuestro futuro, no que se nos imponga desde un despacho”, recalcan.

El sindicato asegura que detrás del pliego hay un modelo privatizado que beneficia a empresas concesionarias a costa de las trabajadoras. Señalan a la actual adjudicataria, Itelymp, como parte de un sistema que “lleva años generando miseria en el sector”.

Las trabajadoras recuerdan que su papel es esencial en la vida universitaria: sin su trabajo, aulas, laboratorios y espacios comunes no podrían mantenerse en condiciones. Sin embargo, denuncian haber sido tratadas como un colectivo invisible.

Con más de un mes de protestas continuadas, las movilizaciones se han convertido en una rutina de dignidad. El sindicato advierte que las concentraciones seguirán en el tiempo: “Las trabajadoras ya han perdido el miedo. El poder de la razón está de su lado”.

El curso académico comienza con este conflicto abierto y con un mensaje que resuena con fuerza desde las puertas del Hospital Real: “Sin limpieza no hay universidad”.