A qué debe su nombre la plaza Mina y otras curiosidades de este rincón gaditano

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Tomarte una copita en una de las terrazas de la plaza de Mina tras saborear uno de los suculentos helados que tan bien preparan en su famosa heladería, puede ser una de las imágenes más habituales del fin de semana. Lástima esa ordenanza que obliga a cerrar a las dos de la mañana. Incomprensible por otra parte.

Pues debería saber si es usted de los habituales de la plaza que, cuando se encuentre allí tan a gusto con amigos o familia, estará en realidad ¡¡en una huerta!! Porque eso es lo que había antes de su construcción: la huerta y enfermería del convento de San Francisco en cuyo terreno y tras la desamortización de Mendizábal se construye la famosa plaza por el precio de 178.272 reales con 20 maravedíes.

Una plaza llena de historia como la que cuenta su propio nombre, homenaje al general Francisco Espoz y Mina, un héroe de la guerra de la Independencia con importantes victorias sobre los franceses e integrante de la Conspiración del Triángulo que tenía entre otros objetivos secuestrar al mismísimo Fernando VII.

Entre las casas que la rodean podemos encontrar varias dignas al menos de pararnos ante ellas por la historia que sus paredes encierran: la de Manuel de Falla en el número 3, la de Ana de Viya en el 8, la Casa Pinillos o el Museo de Cádiz.

En cuanto a su diseño, una de las imágenes que más se recuerdan en la ciudad es la del templete que sirvió para que muchas bandas pusiesen el toque musical y la del Hotel Francia y París en el número 17 y 18, uno de los más emblemáticos de la época.

Sin embargo, la Plaza de Mina no siempre se llamó así. En 1937 recibe el nombre de “Generalísimo Franco” lo que no quitó a los ciudadanos a dejar de llamarla en ningún momento por su nombre de siempre.