Un Cádiz CF de dos caras sigue su caída libre tras perder también ante la Cultural Leonesa (1-2)
Garitano rectificó sobre la marcha con dos cambios en la primera parte y otro en el descanso para activar a un Cádiz que solo reaccionó cuando ya estaba en desventaja
El Cádiz CF sigue su caida libre y son ya seis partidos los que lleva sin ganar y cae a la octava posición, que podía ser la 9 si este lunes el Valladolid gana a la Real Sociedad B. Por unas causas u otras, el equipo cadista no levanta cabeza y se empieza a hablar del crédito del entrenador. Mal asunto.
Esta vez, Garitano falló en su planteamiento, lo cambió sobre la marcha pero el equipo no pudo al menos igualar el 1-2 con el que la Cultural y Deportiva Leonesa se habñia puesto por delante. Los amarillos mejoraron en la segunda parte, penalti fallado incluído, pero pese a acumular posesión y no ocasiones no fueron capaces de marcar para puntuar.
Seis partidos sin ganar, una identidad que se deshilacha, una grada inquieta, pitos y un equipo que da dos pasos atrás en cuanto se ve por delante en el marcador y le acaban remontando. Una dinámica tóxica en la que cada error pesa el doble porque se percibe que falta convicción, orden y soluciones.
Y en este escenario apareció la Cultural y Deportiva Leonesa para llevarse un triunfo tan merecido como revelador. El baño en la medular y en el juego durante los primeros 45 minutos le hacen acreedor al triunfo. Un rival ordenado, valiente, paciente y con un plan. Justo lo qle falló al Cádiz en este choque.
Porque el planteamiento inicial del Cádiz pronto se reveló que no era el correcto. Pese a ponerse por delante. Garitano sentó a Diakité de inicio y dio entrada en el doble pivote a Diarra, con Tabatadze y Efe en las bandas. Iza regresó al once también.

La Cultu interpretó el partido antes que el Cádiz. Se adueñó de la pelota, fijó al equipo atrás y marcó la pauta mientras los amarillos intentaban encontrar aire. Solo cuando Suso comenzó a recibir entre líneas llegó la primera bocanada de oxígeno para los locales.
El Mirandilla vio por fin un gol de los suyos en el minuto trece, cuando Efe Ugiagbe cazó un rechace en el área tras un gran pase de Suso a Iza para poner fin a 447 minutos sin marcar. Un alivio para una afición y sobre todo para un equipo que debía quitarse una loza de encima con ese tanto.
Pero el gol liberó a la grada… y encogió al equipo. Como tantas veces, el Cádiz dio un paso atrás que invitó a la Cultural a crecer. El cuadro leonés, serio y paciente, entendió que el partido se había puesto donde quería.
El empate llegó por donde casi siempre: balón parado. Un córner que el Cádiz defendió con tibieza acabó en la cabeza de Barzic, que remató sin oposición. Antes ya había avisado Ribeiro, que se convirtió en el eje de la mayoría de ataques visitantes.
Y aunque un segundo gol quedó anulado por falta previa tras una acción caótica en el área cadista, fue solo un aviso del descontrol que se avecinaba.
Con Garitano con dos cambios preparados para deshacer su planteamiento llegó el 1-2. Una jugada de toque, de paciencia y precisión hasta encontrar la espalda de Kovacevic, donde Manu Justo, que definió con frialdad. Un golpe demasiado obvio, demasiado anunciando, de esos que duelen porque llegan por acumulación, no por sorpresa.
La grada respondió con pitos. Y cuando Garitano mantuvo dos cambios para sujetar la medular, pero el daño ya estaba hecho. Ni la entrada de Diakité ni el impulso de Brian Ocampo lograron estabilizar un final de primera parte que se jugó a voluntad visitante.
La Cultural manejó el ritmo y la pelota (casi dos tercios de posesión durante el tramo central del primer acto) y el Cádiz se hundió en una dinámica de repliegue e inseguridad. Se notó en la grada, se notó en el campo y se notó incluso en el ambiente: en la pausa, el speaker invitó a “divertirse” con una acción promocional y parte de la afición respondió con ironía amarga:
"Desde luego, porque con el partido...".
El segundo tiempo cambia el guion
Garitano reaccionó: Roger Martí entró al descanso y el Cádiz salió como un equipo distinto. Energía, tensión competitiva, agresividad. En un minuto, Álvaro García Pascual estrelló un centro de Suso en el poste y, acto seguido, obligó a Badía a hacer su primera gran parada.
El Cádiz mordía. Y en un centro de Climent, Roger fue derribado claramente. Penalti. Suso tomó la responsabilidad… y lanzó sin convicción. Raso. Fácil. Badía paró en su primera gran acción.
Aun así, el Cádiz siguió insistiendo con un Álvaro omnipresente mientras le duraron las piernas. Pero el equipo no tenía equilibrio: tanto volcarse dejó autopistas para las contras leonesas. Y ahí apareció Víctor Aznar, decisivo con tres intervenciones de mucho nivel, sosteniendo lo que quedaba de esperanza amarilla.
Los últimos cambios, Dawda, sin presencia, y Ontiveros, obligado a meterse casi como mediocentro creativo, fueron una evidencia del desorden final. Era más un zafarrancho que un ataque organizado. Aún así, Badía sacó dos balones casi de la línea en dos grandes intervenciones que dejaron sin premio a los locales.

Números que explican más de una cosa
El Cádiz terminó superior en posesión (51%), tirando más veces (16) y acumulando más llegadas al área. Pero la Cultural fue más clara, más estable y mucho más madura. Ganó duelos clave, manejó los tiempos y leyó mejor cada tramo. El Cádiz, en cambio, necesitó una pulsión emocional constante para competir, y eso no se sostiene durante 90 minutos.
El Cádiz volvió a regalar ventajas y volvió a ir a remolque. Volvió a marcar y volvió a recular. Volvió a depender del arreón del orgullo y no del plan. Volvió a llegar tarde al partido.

La estadística que más duele no es la de los goles, ni la posesión, ni los tiros. Es la que se siente: seis jornadas sin ganar, un equipo inseguro y un técnico que no termina de dar con la tecla.
Lo mejor es que la crisis que todos los equipos en una temporada tan larga ha llegado pronto. Lo alarmante es que ya no parece pasajera.
El crédito de Garitano no se erosiona por los números en la tabla. Se erosiona por la falta de crecimiento, por la repetición de errores, por la sensación de que el equipo se desinfla emocionalmente ante cada golpe. Si cotizará en bolsa se diría que las acciones de Garitano cotizan a la baja. ¿De qué suena eso?