Contreras mira a cámara mientras Vizcaíno y el alcalde Germán Beardo conversan durante la emisión de El Partidazo de COPE en el Teatro Muñoz Seca de El Puerto.
Contreras mira a cámara mientras Vizcaíno y el alcalde Germán Beardo conversan durante la emisión de El Partidazo de COPE.

Vizcaíno y Contreras ya no se esconden: vuelven a sacar pecho de Sportech que podría dejar al Cádiz CF fuera de la ciudad

En El Partidazo de COPE, el macroproyecto de 40.000 plazas y 300 millones alimentó la duda que nadie quiere verbalizar en Cádiz.

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La noche en el Teatro Muñoz Seca, en El Puerto de Santa María, dejó más mensajes de los que se pronunciaron en voz alta. Sobre el escenario estaban Manuelo Vizcaíno, Rafael Contreras y el alcalde Germán Beardo, alineados en torno a un mismo relato sobre el futuro del Cádiz CF y sobre el proyecto Sportech.

Un relato que, pese al esfuerzo por envolverlo en normalidad, sonó cada vez menos compatible con la idea de un Cádiz que no seguirá jugando en Cádiz. Las palabras, los silencios, las miradas y hasta ciertos gestos hablaron tanto como los micrófonos. Pero la lectura entre líneas es cada vez más demoledora con ese relato.

Cuando Juanma Castaño preguntó por el “centro de eventos”, Vizcaíno no se cubrió con fórmulas ambiguas. Contestó de forma directa: “Vamos a construir un recinto en el Puerto de Santa María”. En ese momento, mientras el público reaccionaba, Contreras hizo una media sonrisa, un gesto rápido que solo captan quienes lo conocen: un levantar de cejas, una mirada de reojo hacia Vizcaíno, como quien escucha algo que lleva meses queriendo decir sin rodeos.

Era el gesto de alguien que se siente cómodo, casi orgulloso, al ver cómo la pieza clave del proyecto deja de ser un secreto a medias. Al fin y al cabo es su niño chico, el que le ha llevado a poder contizar, por fin, en el Nasdaq.

El macrorecinto de 40.000 personas del que se presume

Y luego llegó la frase que marcó la noche: “Es un Roig Arena en grande.” Vizcaíno habló de un recinto modular de 40.000 personas, diseñado desde cero para espectáculos, conciertos y grandes competiciones, con una inversión de 300 millones de euros y un horizonte de cinco años para que sea realidad.

No lo describió como una infraestructura secundaria o paralela al Cádiz, sino como la piedra angular de un salto económico que debería sostener al club en Primera División con un límite salarial más alto y mayores ingresos recurrentes.

La entrada de Beardo añadió aún más claridad. Confirmó que los suelos de la Vega de los Pérez, donde se levantará el recinto, ya son propiedad del Cádiz y que el Ayuntamiento portuense aprobó un convenio urbanístico que ordena 300.000 metros cuadrados para desarrollar el proyecto.

El alcalde, que se mueve con comodidad en este tablero, reivindicó además la capacidad de El Puerto para acoger grandes proyectos logísticos, industriales, deportivos y tecnológicos. Su mensaje implícito, casi recitado, era que la Bahía mira hacia El Puerto como polo de crecimiento. Esa convicción contrasta con la posición cada vez más secundaria de Cádiz ciudad en este reparto.

La foto del Nasdaq y el mensaje incómodo para Cádiz ciudad

El otro gran bloque de la noche, la salida de Nomadar al Nasdaq, reforzó aún más esa sensación de desplazamiento. Contreras explicó con detalle cómo la filial salió a Bolsa, cómo alcanzó picos de hasta 54 dólares por acción y cómo ahora se mueve en una horquilla estable de 8 a 12.

En ese punto, cuando Juanma Castaño preguntó por el viaje y la foto en Nueva York, fue imposible ignorar la ausencia del Ayuntamiento de Cádiz. No viajó nadie desde la capital. En la imagen que dio la vuelta por los medios estaban Vizcaíno, Contreras y Beardo. El trío que marca las líneas maestras del proyecto.

Hubo, además, un momento que no pasó desapercibido: cuando Vizcaíno habló de que la patrimonial del club controla el 60 por ciento de la filial, Contreras volvió a hacer ese gesto casi instintivo, una sonrisa mínima, como quien asiente sin hacerlo, una mirada leve hacia abajo.

Un gesto de propietario, de alguien que se reconoce en lo que se está diciendo. Para más de uno en la sala, fue la confirmación silenciosa de algo que él mismo ha repetido muchas veces en privado: este proyecto es su niño, su hijo, la criatura con la que quiere transformar el futuro del club. Y esa convicción, tan personal, tan íntima, explica buena parte de la firmeza con la que defiende una hoja de ruta que cada vez se aleja más de Cádiz ciudad.

Oficialmente, tanto Vizcaíno como Contreras insisten en que el primer equipo seguirá jugando en Cádiz. Pero la lógica que se va imponiendo sobre el terreno dibuja otro mapa: el macrorecinto está en El Puerto; el suelo es del Cádiz y está allí; el convenio urbanístico lo ha aprobado El Puerto; la foto internacional del Nasdaq fue con El Puerto; el apoyo político clave viene de El Puerto. Mientras tanto, Cádiz no aparece en ninguna de las imágenes importantes del proyecto.

En la grada y en la calle, el debate sigue siendo un susurro. Nadie se atreve a afirmar abiertamente que el Cádiz CF podría terminar desplazando parte de su actividad e incluso sus partidos hacia El Puerto, pero cada vez son más cadistas que conectan los puntos. Y la noche en COPE no calmó esos temores: los amplificó.

El Partidazo no descubrió algo nuevo. Simplemente permitió que, otra vez, se dijera en voz alta y se viera en los gestos lo que muchos ya intuyen entre líneas.