Chica manipulando una cafetera.
Cafetería de una estación.

Consumidores denuncian precios “prohibitivos” en bares y tiendas de aeropuertos

El problema estriba en que los viajeros se encuentran prácticamente sin alternativas reales dentro de estas instalaciones

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La Asociación Española de Consumidores vuelve a poner sobre la mesa un problema que, aunque conocido por muchos usuarios, sigue sin encontrar una solución pues los precios excesivos en los establecimientos de restauración y tiendas situadas en aeropuertos y estaciones de tren de toda España.

Según la entidad, los consumidores se enfrentan a tarifas que en determinados casos triplican los precios habituales de la calle, generando una sensación de abuso hacia quienes viajan.

En un comunicado reciente, la asociación afirma haber recibido “constantes quejas” de usuarios que consideran “prohibitivos” los precios de los cafés, bocadillos o productos básicos que son vendidos en estas infraestructuras.

En algunos casos, el precio de un simple café supera los cuatro euros, una cifra que viene a contrastar con los aproximadamente 1,50 € que cuesta de media en establecimientos fuera de la zona aeroportuario o ferroviario.

El problema, según explica la Asociación Española de Consumidores, estriba en que los viajeros se encuentran prácticamente sin alternativas reales dentro de estas instalaciones.

Las zonas de embarque o espera suelen estar controladas por unas pocas concesiones comerciales que son las que controlan toda la oferta, lo que impide la competencia y favorece la escalada de precios.

Los contratos de alquiler de estos locales dentro de aeropuertos y estaciones de tren son tremendamente costosos, lo que se traduce en una subida directa de los precios finales para el cliente.

“El viajero está asumiendo un sobrecoste que no le corresponde”, denuncian a la par que indican que “en la práctica, se convierte en una especie de nuevo impuesto que deben pagar los ciudadanos cada vez que se desplazan por motivos laborales, familiares o de ocio”.

No todos los viajeros son turistas de lujo

La asociación señala que no es justo considerar al usuario de estas infraestructuras como un cliente de un alto poder adquisitivo.

“Muchos ciudadanos viajan por necesidad, no por placer. Hay trabajadores que cada semana deben desplazarse en tren o avión por motivos profesionales, o personas que visitan a familiares. No pueden ni deben ser tratados como turistas de lujo”, enfatizan.

El discurso de la organización busca derribar la idea de que los precios elevados se justifican debido a que el público de aeropuertos o estaciones “puede permitírselo”.

“Incluso si hablamos de turistas, no se puede equiparar al viajero con un millonario. Viajar no debería implicar pagar precios desorbitados por productos básicos”, sentencian desde la Asociación Española de Consumidores.

Las críticas no se limitan al sector de la restauración pues en el informe de la asociación también señala el encarecimiento -en general-  en las tiendas de souvenirs, productos típicos y artículos de viaje.

En muchos casos, los precios de objetos tan usuales tales como botellas de agua, imanes o productos locales duplican o incluso triplican los de cualquier comercio cercano de la zona.

Según el organismo, este fenómeno afecta al bolsillo de los consumidores, así como perjudica la imagen de los destinos turísticos. “Quien llega a España y se encuentra con estos precios en un aeropuerto o estación puede llevarse una impresión equivocada del país. No es una buena carta de presentación”, señalaban y advertían.

Ante esta situación, la Asociación Española de Consumidores reclama una mayor transparencia en los contratos de concesión así como una revisión de los criterios que fijan los cánones de alquiler dentro de las infraestructuras públicas.

Consideran que es tremendamente necesario fomentar la competencia y facilitar la entrada de pequeños operadores o franquicias con precios más razonables.

“Lo que pedimos es simple: que se garantice un trato justo al consumido. No puede ser que comprar un café o un bocadillo antes de subir a un tren o a un avión se haya convertido en un lujo. Las administraciones deben actuar para que viajar no implique un sobrecoste injustificado para los ciudadanos” finalizan.