Surtidor de electricidad recargando un coche de color blanco.
Coche eléctrico recargando.

La trampa de la autonomía eléctrica de los automóviles: cómo los fabricantes inflan los datos para vender más

Los coches eléctricos anuncian hasta un 22% más de autonomía de la que realmente ofrecen

Actualizado:

La autonomía de un coche eléctrico se ha convertido en el principal argumento de venta para muchos fabricantes y en uno de los aspectos más vigilados por los consumidores.

Pero un estudio comparativo revela que las cifras oficiales que se muestran en los anuncios pueden estar bastante alejadas de la realidad pues, de media, los vehículos eléctricos ofrecen un 15% menos de autonomía de la que se declara en la publicidad.

El examen de 31 modelos representativos de distintas marcas muestra un patrón común y es que todos los fabricantes tienden a redondear al alza las cifras de autonomía.

El método fue sencillo pues se calculó la distancia máxima que puede recorrer cada coche teniendo en cuenta dos datos técnicos —como la capacidad útil de la batería y el consumo oficial homologado— y se comparó con la autonomía anunciada en la publicidad.

Los resultados no dejan lugar a dudas y desde modelos compactos como el Citroën C3 eléctrico hasta vehículos de gama alta como el Tesla Model Y o el Mercedes EQA, todos presentan una diferencia que oscila entre el 9% y el 27%.

El caso más extremo es el del Citroën C3, que promete 314 kilómetros de autonomía cuando el cálculo indica que solo puede alcanzar 247, esto viene a suponer un desfase del 27%.

En un segmento medio, el Peugeot 2008 eléctrico anuncia 406 kilómetros, pero realmente se quedaría en 332, una diferencia del 22%.

Incluso marcas líderes en eficiencia como Tesla se suman a esta práctica como el Model 3 de tracción trasera ofrece en la publicidad 520 kilómetros, aunque su cálculo ajustado se queda en 455, un 14% menos.

La “trampa” del ciclo de homologación

El motivo de estas discrepancias está en el propio sistema de homologación vigente en Europa, el ciclo WLTP. Se trata de un protocolo permite calcular el consumo en condiciones de laboratorio muy favorables como son la temperatura ambiente estable de 23 grados, velocidad constante, ausencia de climatización y sin tener en cuenta las pérdidas energéticas durante la carga.

En esas circunstancias, el consumo es más bajo de lo que un conductor experimentaría en condiciones reales. Basta con que la temperatura exterior sea más fría o que se utilice la calefacción o el aire acondicionado, o se circule a velocidad de autopista para que la autonomía efectiva disminuya de manera considerable.

Un ejemplo ilustrativo es el Ford Puma eléctrico. Su batería útil es de 43 kWh y su consumo oficial se sitúa en 13,1 kWh/100 km. Con estos datos cabe destacar que la autonomía real debería rondar los 328 kilómetros, pero la marca lo anuncia con 376, lo que implica un 15% de diferencia.

Aunque esta estrategia no infringe la ley —puesto que los fabricantes cumplen con lo que exige el protocolo WLTP—, sí puede inducir a error a los compradores.

Muchos usuarios que planifican viajes largos en coche eléctrico se encuentran con que la autonomía real de su vehículo es menor de lo esperado, lo que genera desconfianza hacia la tecnología.

Expertos en movilidad eléctrica señalan que debería ser obligatorio ofrecer información mucho más transparente, que se incluyan las cifras específicas de autonomía en autopista y en condiciones de frío o calor, que son las más exigentes para las baterías.

A pesar de esta polémica, el coche eléctrico continúa siendo la alternativa más limpia frente al motor de combustión. Su huella de carbono es significativamente menor a lo largo de todo el ciclo de vida y, en la actualidad, se puede encontrar más de 40 modelos por menos de 35.000 euros.

Su uso permite circular sin restricciones en las Zonas de Bajas Emisiones y reduce los costes diarios de movilidad merced al menor precio de la electricidad frente a la gasolina o el diésel.

Eso sí, para que la transición sea viable a gran escala, será necesario reforzar las infraestructuras de recarga —sobre todo los cargadores rápidos— y agilizar los incentivos como el Plan Moves, que hoy requieren meses de espera antes de recibir esta ayuda.

La movilidad eléctrica avanza con paso firme, aunque su consolidación dependerá de una mayor transparencia en los datos que reciben los consumidores y de una infraestructura que también acompañe a la demanda creciente.