Alimentos envasados
Foto: Bernd Dittrich.

Plásticos, cartones y metales envasados: la exposición química silenciosa en nuestra dieta

Ftalatos, bisfenoles y metales pesados entre los compuestos más preocupantes

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Los envases alimentarios forman parte de nuestra vida cotidiana. Plásticos, latas, bandejas, bolsas y recipientes diseñados para proteger los alimentos también pueden ser una fuente inesperada de exposición a sustancias químicas.

Diversos análisis han identificado la presencia de miles de compuestos en los materiales que entran en contacto con lo que comemos, y una parte de ellos puede migrar a la comida en determinadas condiciones.

La migración ocurre cuando los compuestos que forman parte del envase —como plastificantes, monómeros, adhesivos o tintas— pasan al alimento con el que están en contacto. Este proceso se ve favorecido por factores como la temperatura, la grasa del alimento, la acidez o el tiempo de almacenamiento. Por eso, prácticas habituales como calentar comida en un envase de plástico o reutilizar recipientes de un solo uso pueden aumentar el riesgo.

Sustancias más frecuentes en los envases alimentarios

Entre los compuestos detectados en plásticos y recubrimientos se encuentran sustancias como ftalatos, bisfenoles, monómeros de polímeros, solventes y aditivos empleados para dar flexibilidad, color o resistencia a los envases. Estos químicos no están presentes en pequeñas cantidades por accidente, sino que forman parte del proceso de fabricación.

El problema surge porque algunos de ellos tienen la capacidad de actuar como disruptores endocrinos, es decir, interferir con el equilibrio hormonal del organismo. También se investigan posibles efectos sobre la reproducción, el metabolismo y la salud a largo plazo. Aunque no todos los compuestos presentan el mismo nivel de riesgo, la preocupación crece cuando se observa que muchos de ellos terminan en muestras humanas, lo que confirma la exposición continua.

Factores que aumentan la exposición en el día a día

Los riesgos asociados al contacto con envases no dependen solo del material, sino también del uso que hacemos de ellos. Algunas situaciones que incrementan la migración de sustancias químicas son:

  • Exposición al calor: calentar comida en envases plásticos, especialmente en microondas, favorece que ciertos compuestos pasen a los alimentos.
  • Alimentos grasos o ácidos: la grasa y la acidez aceleran la liberación de aditivos y plastificantes.
  • Almacenamiento prolongado: cuanto más tiempo permanece la comida en contacto con el envase, mayor es la posibilidad de migración.
  • Reutilización inadecuada: recipientes de un solo uso que se vuelven a emplear pueden degradarse y liberar más sustancias.

Estos factores explican por qué la exposición puede variar tanto de una persona a otra según sus hábitos de consumo.

Lo que muestran los estudios en humanos

En investigaciones recientes se han detectado más de 3.000 sustancias químicas en muestras humanas vinculadas al contacto con envases, y hasta 9.900 compuestos diferentes en plásticos usados en la industria alimentaria. Esto refleja la magnitud del problema: no se trata de un caso aislado, sino de una exposición extendida y constante.

Aunque todavía no se ha determinado con exactitud qué niveles de estas sustancias son seguros, la evidencia apunta a que existe una transferencia real y que conviene reducirla en la medida de lo posible. La preocupación no es tanto por un contacto puntual, sino por la acumulación a lo largo de los años, ya que muchas de estas moléculas se mantienen en el organismo o en el medio ambiente.

Medidas prácticas para reducir riesgos

No siempre es posible evitar por completo el contacto con envases, pero sí se pueden adoptar hábitos que disminuyen la exposición:

  • Evitar calentar plásticos en microondas: mejor usar recipientes de vidrio o cerámica para recalentar la comida.
  • No reutilizar envases de un solo uso: bandejas, botellas o envases diseñados para un único empleo pueden degradarse rápidamente.
  • Almacenar en vidrio o acero inoxidable: son materiales inertes que no liberan químicos a los alimentos.
  • Reducir el tiempo de almacenamiento: consumir antes los alimentos envasados y no dejarlos largos periodos en recipientes plásticos.
  • Revisar el estado de los envases: plásticos rayados, deteriorados o con señales de desgaste liberan más compuestos.