
Alertan de un asteroide con un 4% de probabilidad de chocar contra la Luna
El asteroide que podría multiplicar por 1.000 los meteoritos en la Tierra si impacta en la Luna

La comunidad científica internacional mantiene bajo observación al asteroide 2024 YR4, descubierto el año pasado y catalogado como uno de los objetos cercanos a la Tierra (NEO) que requiere un seguimiento especial.
Según los cálculos más recientes, existe un 4% de probabilidad de que este cuerpo rocoso impacte contra la Luna en diciembre de 2032.
Aunque la posibilidad sigue siendo baja, el escenario preocupa por las consecuencias indirectas que tendría en nuestro planeta: un choque de esta magnitud podría multiplicar hasta por 1.000 la cantidad de micrometeoritos que cruzan la atmósfera terrestre durante varios días, afectando a satélites en órbita y misiones espaciales tripuladas.
El asteroide 2024 YR4 tiene un diámetro estimado de 60 metros, similar al tamaño de un campo de fútbol, pero su masa real es incierta: los cálculos actuales oscilan entre los 51 millones y los 711 millones de kilogramos.
Esta variación dificulta cualquier intento de planificar misiones de desvío, ya que conocer con exactitud la masa es esencial para calcular la energía necesaria para modificar su trayectoria.
Impacto en la Luna, no en la Tierra
Los primeros cálculos tras su descubrimiento alertaron de un 3% de probabilidad de impacto con la Tierra, pero esos escenarios han sido descartados a medida que se ha refinado su órbita.
Ahora, la atención se centra en la Luna, que se convierte en el objetivo más probable dentro de su trayectoria para la próxima década.
Un eventual choque no tendría efectos directos sobre la vida en la Tierra, pero sí podría generar un campo de escombros que incrementaría de forma drástica la cantidad de micrometeoritos, con riesgos para los satélites de comunicaciones, estaciones espaciales y futuras misiones Artemis que la NASA planea desplegar en el satélite en los próximos años.
Los peligros de una lluvia de escombros
Los especialistas calculan que, en caso de impacto, la liberación de fragmentos podría provocar una lluvia de pequeños proyectiles que llegaría a la Tierra y a la órbita baja. Aunque la mayoría se desintegrarían en la atmósfera, el aumento de densidad podría provocar daños graves en satélites y riesgos para astronautas en órbita.
Este escenario recuerda la importancia de desarrollar estrategias de defensa planetaria, un campo que ha pasado de la ciencia ficción a la planificación real de agencias como la NASA o la ESA.
Ante un posible impacto, la comunidad científica trabaja en dos grandes líneas de actuación:
- Desviar la trayectoria del asteroide
- Requiere impactar o aplicar una fuerza que altere ligeramente su órbita.
- Fue probado con éxito por la misión DART de la NASA en 2022, que logró desviar el asteroide Dimorphos.
- La dificultad estriba en la incertidumbre sobre la masa de 2024 YR4.
- Destrucción controlada
- Implica fragmentar el asteroide antes de que llegue a su objetivo.
- Una explosión nuclear de 1 megatón podría destruir un cuerpo de este tamaño.
- El problema es la dispersión de fragmentos, que igualmente podrían generar riesgos secundarios.
Los astrónomos han señalado que no será hasta 2028 cuando se disponga de cálculos mucho más precisos sobre la órbita de 2024 YR4. Hasta entonces, el escenario de impacto sigue siendo solo una posibilidad estadística reducida.
La NASA y otras agencias espaciales ya están evaluando planes de contingencia, no solo por este caso concreto, sino como parte de un protocolo general ante futuros asteroides potencialmente peligrosos.
Aunque la probabilidad de impacto es baja, la historia cósmica de la Tierra y la Luna recuerda que los impactos de asteroides han marcado profundamente la evolución del sistema solar.
El cráter Chicxulub, en México, originado hace 66 millones de años, fue responsable de la extinción masiva que acabó con los dinosaurios.
En la Luna, los cráteres visibles desde la Tierra son el testimonio silencioso de miles de impactos sufridos durante millones de años. La diferencia es que ahora, por primera vez, la humanidad cuenta con la tecnología y el conocimiento para anticiparse.
Una amenaza pequeña, pero real
Los expertos insisten en que la humanidad no debe caer en alarmismos, ya qye la probabilidad de impacto sigue siendo muy baja y, de confirmarse, hay margen de tiempo para diseñar una respuesta. Sin embargo, el caso de 2024 YR4 vuelve a poner sobre la mesa la necesidad de invertir en defensa planetaria.