Construcciones babilónica, un astrónomo y las constelaciones en el cielo.
Astrónomo babilónico.

Descubren cómo los antiguos babilonios midieron el tiempo con precisión milenaria

l catálogo de estrellas más antiguo del mundo fue creado en Babilonia: su historia sigue asombrando

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En el corazón de la antigua Mesopotamia, hace más de 2.700 años, apareció una de las obras más notables de la ciencia antigua como es el MUL.APIN, un compendio astronómico que marcó el inicio de la observación sistemática del cielo.

Este texto, redactado en acadio sobre tablillas de arcilla, representa el primer catálogo de estrellas conocido así como también el punto de partida de la astronomía como disciplina empírica y escrita.

El MUL.APIN, cuyo nombre significa “constelación del arado”, fue compilado entre -aproximadamente- los siglos VIII y VII a. C., durante el reinado del asirio Asarhaddón, si bien reúne conocimientos mucho más antiguos, transmitidos desde la época de Tiglat-pileser I (siglo XII a. C.).

Copias del texto han sido halladas en ciudades fundamentales como Nínive, Assur y Kalhu, lo que demuestra su amplia difusión en los círculos intelectuales de la antigua Babilonia. Una de las versiones más completas se conserva en la actualidad en el Museo Británico.

La primera sección del MUL.APIN es un catálogo organizado de 66 estrellas y constelaciones, que se encuentran agrupadas bajo la protección de tres grandes deidades: Enlil, Anu y Ea. Esta división tripartita no fue algo casual, sino que reflejaba la concepción religiosa y cosmológica del universo mesopotámico, en el que el cielo se entendía como una forma o extensión de lo divino.

En el listado aparecen figuras todavía reconocibles, como por ejemplo Orión (SIPA.ZI.AN.NA, “el pastor celeste”), las Pléyades (MUL.MUL, “las estrellas”) y Leo (UR.GU.LA, “el león”).

Pero más allá de su valor simbólico, el MUL.APIN también ofrecía datos precisos sobre el orto helíaco —el momento en que una estrella es visible por primera vez antes del momento del amanecer—, una información esencial para regular el calendario agrícola y determinar rituales religiosos vinculados al ciclo anual.

Estas observaciones muestran que los babilonios no miraban el cielo solo por una simple curiosidad, sino para organizar el tiempo y anticipar fenómenos naturales que afectaban su vida cotidiana.

Ciencia y calendario: la precisión del tiempo en Babilonia

Una de las mayores aportaciones del MUL.APIN fue su intento de coordinar el calendario lunar con el solar. Los babilonios usaban un sistema lunisolar, pero sabían que los meses lunares y el año solar no coincidían exactamente.

Para corregir esta discrepancia, el texto describe métodos de intercalación, que venían a añadirse meses adicionales cuando era necesario.

El compendio también registra la duración del día y la noche según las estaciones, los solsticios y equinoccios, y las fases de la Luna, que son elementos fundamentales para un calendario exacto.

De esta forma, los escribas-astrónomos lograron un equilibrio entre observación empírica y aplicación práctica, acercándose sorprendentemente a los fundamentos de la ciencia moderna.

El MUL.APIN no era un tratado teórico, sino una guía práctica para los astrónomos y los sacerdotes. Contenía instrucciones sobre cómo medir sombras y direcciones mediante la posición del Sol, esto lo que permitía era orientarse en la tierra y posiblemente en la navegación.

Igualmente el texto describe el comportamiento de los planetas visibles —como son Venus, Marte, Júpiter, Saturno y Mercurio—, registrando sus movimientos retrógrados y periodos de visibilidad.

Aunque los babilonios no desarrollaron modelos matemáticos muy completos como los de Hiparco o Ptolomeo, su método de observación constante permitió predecir ciclos planetarios, un logro extraordinario para su tiempo.

El MUL.APIN refleja también una cosmovisión muy estructurada, en la que el firmamento estaba dividido en regiones dominadas por dioses. Esta organización del cielo no contradecía la observación científica; al contrario, coexistía con ella.

Los escribas sabían distinguir entre estrellas del norte y del sur y entendían el movimiento aparente de los astros, esto implica un registro sistemático a lo largo de generaciones.

El impacto del MUL.APIN trascendió los límites de Mesopotamia. Sus principios astronómicos influyeron de forma indirecta de las tradiciones griega, helenística y árabe. Conceptos como las coordenadas celestes o el uso de las estrellas para medir el tiempo reaparecieron siglos después en los tratados de Hiparco y Ptolomeo.

Más que un simple catálogo, el MUL.APIN representa el inicio documentado de la astronomía científica. Su existencia demuestra que la observación del cielo, yendo más allá del mito y la religión, era una forma temprana de conocimiento sistemático. En sus tablillas de arcilla, los antiguos babilonios dejaron constancia de una verdad que aún perdura y que era que mirar las estrellas fue el primer paso para comprender el universo y el tiempo.