Descubren en Arabia el arte rupestre más antiguo con escenas de camellos de hace 12.000 años

Descubren en Arabia el arte rupestre más antiguo con escenas de camellos de hace 12.000 años

Investigadores descubren en el desierto de Nefud representaciones de camellos, íbices y aurochs

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El hallazgo de un conjunto de grabados rupestres en el desierto de Nefud, al noroeste de Arabia Saudí, está transformando la visión que teníamos de las comunidades humanas que habitaron esta región hace más de 12.000 años.

Los arqueólogos han identificado más de un centenar de figuras de animales —principalmente camellos, íbices y aurochs— que no solo destacan por su antigüedad, sino también por el detalle con que fueron representadas.

Los grabados, tallados directamente sobre afloramientos de arenisca, se encuentran distribuidos a lo largo de un área de varias decenas de kilómetros.
Muchos alcanzan el tamaño natural de los animales retratados, lo que implica un gran esfuerzo técnico y organizativo por parte de sus autores.

En algunos casos, los petroglifos se sitúan en paredes rocosas a gran altura, lo que indica que para realizarlos se utilizaron andamios rudimentarios o sistemas de escalada.

Arabia verde: un paisaje diferente

Hoy, el Nefud es un desierto árido e inhóspito, pero durante el Holoceno temprano su aspecto era radicalmente distinto. Estudios paleoambientales han demostrado que existían lagos estacionales, pastizales y una fauna muy variada que incluía grandes herbívoros.

En ese contexto más húmedo, los grupos humanos pudieron establecer campamentos y rutas nómadas aprovechando los recursos naturales.

La importancia de los camellos en los grabados confirma su papel central en estas comunidades. Se los representa en reposo, en movimiento o acompañados de crías, lo que sugiere tanto su relevancia económica como un fuerte valor simbólico.

Los íbices y los aurochs, por su parte, reflejan la riqueza faunística del entorno y dan testimonio de un ecosistema mucho más diverso que el actual.

Mapas para sobrevivir

Más allá de su valor artístico, los investigadores sostienen que los grabados podrían haber cumplido una función práctica y territorial. Muchos de ellos se encuentran próximos a antiguos cauces o depresiones que almacenaban agua de forma temporal.

Es posible que estos petroglifos actuaran como señales visuales, auténticos mapas en piedra que indicaban a otros grupos nómadas la ubicación de recursos vitales.

El análisis estilístico revela también una evolución cultural. Mientras que las primeras representaciones son naturalistas y detalladas, con proporciones anatómicas muy cuidadas, las posteriores muestran un estilo más esquemático y simbólico.

Este cambio indica un proceso de transformación social en el que el arte dejó de ser una mera descripción del entorno para convertirse en un lenguaje con significados más abstractos.

El hallazgo refuerza la idea de que Arabia no fue solo un corredor de paso entre África y Asia, como se pensaba durante mucho tiempo, sino también un espacio donde florecieron comunidades capaces de adaptarse a condiciones cambiantes.

Estas poblaciones desarrollaron formas de comunicación visual y estrategias de supervivencia que revelan una resiliencia sorprendente en entornos extremos. Los expertos señalan que este tipo de grabados se comparan en antigüedad y complejidad con los grandes conjuntos rupestres europeos.

Sin embargo, mientras que en Europa se privilegió la pintura en cuevas, en Arabia la roca al aire libre fue el soporte elegido, lo que supuso un desafío frente a la erosión pero también un modo de marcar el territorio de forma más visible y duradera.

Aunque el paso del tiempo y las duras condiciones climáticas han desgastado parte de las figuras, la magnitud del conjunto lo convierte en un referente internacional. La documentación de estos grabados abre nuevas preguntas sobre las interacciones de estos grupos con otras regiones vecinas, como el Levante y Mesopotamia, y sobre su capacidad para dejar un legado simbólico tan duradero.

Como subraya la investigación publicada recientemente en Nature Communications estas representaciones constituyen una de las pruebas más sólidas de la presencia de comunidades organizadas en el corazón de la península arábiga hace más de doce milenios.