Trabajando en su gabinete Nicolás Grollier.
Nicolás Grollier.

El gabinete secreto que asombró a Luis XIV, los inventos imposibles de Nicolas Grollier, el 'Leonardo da Vinci' francés

Los autómatas y relojes imposibles del genio olvidado que inspiró a medio continente

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En pleno siglo XVII, en la ciudad francesa de Lyon, un hombre dedicó su vida a crear maravillas únicas que desafiaban la imaginación. Nicolas Grollier de Servière, ingeniero e inventor, construyó un gabinete de muchas curiosidades tan extraordinario que atrajo a viajeros, nobles y al mismísimo Luis XIV, el Rey Sol, quien pasó dos días explorando sus enigmas.

Entre autómatas, relojes imposibles y artefactos mecánicos, el gabinete se convirtió en todo un símbolo del ingenio y la obsesión por el conocimiento que caracterizaron al Barroco europeo.

El nieto del inventor, también llamado Grollier, documentó aquel universo de maravillas en un volumen titulado Colección de obras curiosas de matemáticas y mecánica (1719). Este libro, acompañado de muchas ilustraciones, permitió conservar la memoria de un espacio donde el arte, la ciencia y la fantasía se unían en perfecta armonía.

Un ingeniero francés, Grollier, entre guerras y maravillas

Nacido en el año 1596, Grollier inició su carrera a los 14 años en el ámbito de la ingeniería militar. Su vida estuvo marcada por las campañas bélicas de la Europa del siglo XVII: sirvió en Italia, Flandes y Alemania, y trabajó bajo las órdenes del emperador Fernando II de Habsburgo.

En Constantinopla permaneció medio año, fascinado por los diferentes mecanismos orientales. De regreso en Francia, aplicó sus conocimientos para diseñar fortificaciones y puentes, entre ellos un puente de tipo flotante construido con barcas sobre el río cerca de Lyon.

Tras abandonar la vida militar, el ingeniero se consagró a sus invenciones. Murió en el año 1689, con 93 años, dejando un legado comparable al de Leonardo da Vinci, con quien compartió la pasión por la mecánica y la experimentación. Ambos transformaron las matemáticas en Arte y el movimiento en pura poesía.

El gabinete de los prodigios

El Gabinete Grollier se convirtió en una atracción de fama internacional. Los visitantes describían una gran sala repleta de armarios así como de dispositivos ocultos. Al accionar un mecanismo, las puertas se abrían y el espacio se transformaba, revelando figuras de marfil, relojes hidráulicos y autómatas.

El nieto del inventor clasificó las piezas en tres grupos, desde las delicadas, las excéntricas y las geométricas, todas con un asombroso dominio del detalle. Algunas adoptaban formas florales o animales; otras, estructuras imposibles que parecían desafiar la física.

Uno de los objetos más curiosos era una caja con forma de corazón, dentro de la cual se guardaban otros corazones más pequeños. En ellos, según la descripción, podía conservarse el retrato de la persona amada.

En la época, los gabinetes de curiosidades eran también teatros de enigmas, pero también espacios donde la tecnología y la ilusión se mezclaban para asombrar al visitante.

Entre las piezas más admiradas estaban los relojes de agua y arena, diseñados para moverse “hasta el infinito”. En algunos, pequeñas esferas recorrían espirales interminables o caían dentro de figuras de animales como las serpientes.

Uno de los más célebres, conocido como el reloj-atlante, escondía su curioso mecanismo dentro de un globo terrestre sostenido por una figura mitológica. Otro mostraba las horas mediante un ratón autómata que se desplazaba cada hora, mientras un lagarto mecánico imitaba su movimiento en vertical.

Estos artefactos no eran solo demostraciones de habilidad, constituían también metáforas del paso del tiempo, una constante obsesión en el pensamiento barroco.

El gabinete mostraba objetos pero también ofrecía escenas animadas. Un autómata de la Muerte aparecía tras una puerta oculta, y un espejo revelaba imágenes distintas del reflejo real al tocar su marco. Otros autómatas representaban amazonas, ratones y criaturas fantásticas, que se movían como si fueran actores sobre un escenario invisible.

Las matemáticas eran el corazón de todo. Grollier aplicó sus conocimientos para crear máquinas hidráulicas, sillas de ruedas autopropulsadas y dispositivos para copiar dibujos o mejorar la iluminación.

Igualmente ideó mecanismos militares —como eran catapultas, puentes móviles y torres portátiles— y perfeccionó la famosa noria de libros de Agostino Ramelli, un precursor del archivo digital moderno: “no hace falta buscar los libros —decía—, ellos vienen a ti”.

Aunque muchas de las obras del gabinete se perdieron con el tiempo, el nieto del inventor publicó el libro como un enorme homenaje y defensa contra quienes plagiaron sus ideas.

En el siglo XVIII, más de 900 gabinetes de curiosidades surgieron en Francia inspirados por aquel modelo pionero. Eran, como escribió un historiador, una especie de forma de “encerrar la belleza entre cuatro paredes”.

El nombre de Nicolas Grollier de Servière puede haberse desvanecido, pero su ingenio anticipó la era de la invención moderna. En cada uno de sus artefactos latía la misma chispa que en la actualidad mueve hoy la ciencia: la curiosidad infinita del ser humano.