
El mapa oculto de la gravedad terrestre revela una extraña anomalía bajo la corteza
Un descubrimiento científico desafía las teorías actuales sobre la estructura interna del planeta

La Tierra, aparentemente estable bajo nuestros pies, guarda secretos que apenas estamos empezando a comprender. Recientemente, una anomalía gravitacional colosal detectada bajo la corteza terrestre ha puesto en jaque los modelos clásicos de la geofísica.
Gracias a los datos obtenidos por los satélites de la misión GRACE (Gravity Recovery and Climate Experiment), un equipo internacional de científicos identificó una señal que contradice lo que se esperaba del comportamiento normal del campo gravitatorio global.
El hallazgo apunta a una redistribución de masa en el manto profundo, posiblemente cerca de la frontera con el núcleo, lo que abre un escenario completamente nuevo sobre cómo funciona el interior del planeta.
La misión GRACE, operada por la NASA y el DLR alemán, fue diseñada para medir con precisión cómo varía la gravedad terrestre en cada punto del globo.
Dos satélites viajaban en formación, detectando mínimas variaciones en su separación a medida que sobrevolaban regiones con mayor o menor densidad de masa. A través de este sistema, los investigadores obtuvieron el mapa gravitacional más detallado jamás creado.
Fue en ese conjunto de datos donde emergió una señal desconcertante: una perturbación masiva y localizada que no correspondía con ninguna de las fuentes conocidas de alteración gravitatoria, como movimientos de agua, glaciares, cambios tectónicos o distribución de sedimentos.
Lo más sorprendente es que esta anomalía no aparecía como un simple exceso o déficit de masa, sino como un patrón dipolar, con zonas adyacentes mostrando valores opuestos. Esto sugería que la causa estaba en un movimiento profundo de materia, y no en un fenómeno superficial pasajero.
La hipótesis del cambio mineral en el manto profundo
Los investigadores comenzaron a analizar posibles explicaciones y pronto centraron la atención en la frontera entre el manto y el núcleo, a unos 2.700-2.900 kilómetros de profundidad. Allí, bajo presiones y temperaturas extremas, el mineral dominante del manto inferior, la bridgmanita (una forma de perovskita), puede transformarse en otra fase más densa conocida como post-perovskita.
Este cambio de fase cristalina, aunque microscópico en cada grano mineral, se traduce en un aumento significativo de la densidad local a gran escala. Si una región amplia del manto hubiera experimentado esta transformación de manera súbita, la redistribución de masa resultante sería lo suficientemente grande como para detectarse en el campo gravitatorio exterior.
Lo revolucionario de esta hipótesis es que tales procesos se consideraban extremadamente lentos, actuando a lo largo de millones de años. Sin embargo, la señal gravitacional sugiere que podrían producirse en escalas de tiempo mucho más cortas, lo que cambia por completo la manera en que concebimos la dinámica del interior terrestre.
Un vínculo entre gravedad y magnetismo
El fenómeno no solo se reflejó en los mapas de gravedad. En la misma región y periodo, se registraron sacudidas geomagnéticas —cambios repentinos en la velocidad de variación del campo magnético terrestre—, un indicio de que la dinámica en el límite manto-núcleo podría estar influyendo en la circulación del núcleo externo, compuesto de hierro líquido conductor.
Si ambas señales están efectivamente relacionadas, esto supondría una conexión directa entre la estructura del manto profundo, la redistribución de masa y los mecanismos que alimentan el geodinamo responsable de generar el campo magnético terrestre. Se trataría de una prueba de que procesos geológicos y electromagnéticos no son independientes, sino parte de un mismo sistema dinámico.
Este hallazgo plantea una serie de implicaciones de gran alcance:
- Modelos de convección revisados: la dinámica del manto profundo podría ser mucho más activa de lo que se asumía. Procesos antes considerados lentos podrían ocurrir en cuestión de décadas o siglos.
- Interacción entre manto y núcleo: la gravedad y el magnetismo terrestre estarían más interconectados de lo que se pensaba, lo que obligaría a repensar teorías sobre las inversiones del campo magnético o los patrones de circulación del núcleo externo.
- Aplicaciones en geodesia: la presencia de anomalías gravitacionales profundas sugiere que los mapas utilizados para modelar el nivel del mar y la topografía podrían necesitar ajustes locales.
- Claves para otros planetas: entender cómo ocurren estas transformaciones minerales en la Tierra puede ofrecer pistas sobre la evolución de planetas rocosos como Marte, donde se sospecha que el núcleo perdió actividad dinámica hace miles de millones de años.
A pesar de la magnitud del descubrimiento, los investigadores advierten que el fenómeno todavía requiere confirmación independiente. Existen varios desafíos:
- Interpretación alternativa de los datos: es necesario descartar por completo explicaciones superficiales, como redistribuciones de agua o movimientos tectónicos no detectados.
- Replicación en otros lugares: si este fenómeno es real, deberían existir señales semejantes en otras regiones del planeta. Hasta ahora, no se ha identificado una anomalía igual en los registros posteriores de GRACE.
- Validación sísmica: solo mediante datos sísmicos de alta resolución se podría comprobar si efectivamente hubo un cambio de fase mineral a tanta profundidad.