
Göbekli Tepe y Nabta Playa, los santuarios que reescriben la Historia de la Humanidad
Antes de Stonehenge, los monumentos colosales que cambiaron todo lo que creíamos sobre la prehistoria

Durante siglos, la fascinación por los megalitos —que son inmensas piedras erguidas que puntean el paisaje de Europa y otras regiones del planeta— ha alimentado una gran cantidad de mitos, teorías y pasiones.
Desde los primeros relatos del conde de Caylus en el siglo XVIII hasta las especulaciones del escritor bretón Jacques Cambry sobre los rituales druidas en Carnac, la idea de que los antiguos celtas fueron los maestros de la arquitectura monumental dominó la fértil imaginación europea.
No obstante los hallazgos arqueológicos más recientes han desmontado esa visión romántica y eurocéntrica como son las grandes construcciones de piedra tienen raíces mucho más antiguas y se extienden a continentes inesperados como Asia y África.
A finales del siglo XVIII, en plena efervescencia ilustrada, los intelectuales europeos empezaron a mirar con atención y con asombro los alineamientos de Carnac, en Bretaña, y el imponente círculo de Stonehenge, en Inglaterra.
El entusiasmo por lo celta —que es conocido como celtomanía— impregnó la cultura del momento, atribuyendo a los druidas una serie de poderes casi místicos y vinculando las piedras con antiguos rituales solares o funerarios. Aquella interpretación romántica dio a los megalitos un aura de misterio que aún hoy persiste.
Pero la arqueología moderna ha demostrado que estas construcciones no son exclusivas de Europa ni de la Edad del Bronce. Realmente, los primeros templos de piedra se erigieron miles de años antes de que los celtas poblaran el continente.
Turquía: el origen del megalitismo
El descubrimiento de Göbekli Tepe y Nevali Çori, en el sureste de Turquía, revolucionó y cambiaría para siempre la cronología de la arquitectura monumental.
Excavados a partir de la década de 1990 bajo la dirección del arqueólogo Klaus Schmidt, este tipo de templos datan del décimo milenio antes de Cristo, una época en la que la Humanidad apenas comenzaba a domesticar plantas y animales.
Las estructuras circulares de Göbekli Tepe, sostenidas por pilares en forma de T que alcanzan hasta nueve metros de altura, revelan un nivel técnico y simbólico asombroso.
Talladas con relieves de animales —como pueden ser leones, serpientes y aves—, estas piedras no solo demuestran una sofisticación de tipo artística inédita, sino también la existencia de una organización social avanzada que era capaz de movilizar y coordinar a decenas de trabajadores.
Lejos de ser simples aldeanos, los constructores de Göbekli Tepe fueron protagonistas de la revolución neolítica, el momento en que las comunidades humanas dieron el paso del nomadismo a la vida agrícola y sedentaria.
Su templo, erigido sobre una colina y alejado de fuentes de agua, parece haber sido un centro ceremonial importante de peregrinación, una especie de “catedral en la colina” donde se honraba a los fallecidos, a los muertos o se realizaban ritos de fertilidad.
Nabta Playa: el Stonehenge africano
Mientras tanto, en el corazón del desierto de Nubia, en el actual Egipto, otro conjunto de círculos megalíticos destaca así como desafía la supremacía europea.
En Nabta Playa, pastores nómadas levantaron hace más de 7.000 años un complejo de piedras que están dispuestas en forma de círculo, orientadas al solsticio de verano. Algunos investigadores lo consideran el primer observatorio astronómico de la Historia.
Este hallazgo ha transformado la visión sobre las sociedades prehistóricas africanas, que eran tradicionalmente consideradas primitivas. La precisión y magnitud del conjunto demuestran una minuciosa planificación centralizada y conocimientos avanzados de astronomía y geometría, lo que obliga a repensar los orígenes de la civilización.
El esplendor europeo: de Carnac a Stonehenge
Los megalitos europeos, aunque más tardíos, representan el punto culminante de una llamativa y extraordinaria tradición milenaria.
En Carnac, casi 3.000 menhires se alinean a lo largo de cuatro kilómetros, y forman el mayor conjunto del mundo. En Inglaterra, el Stonehenge de la llanura de Salisbury sigue siendo el icono universal de los enigmas prehistóricos.
Lejos de los antiguos mitos druidas, hoy se cree que Stonehenge fue un templo solar y lunar, que estaba alineado con los solsticios, y que pudo haber servido como lugar de peregrinación donde los enfermos buscaban curación.
Excavaciones recientes han revelado un complejo todavía mayor, apodado Superhenge, con noventa piedras enterradas que sugieren la existencia de una amplia red ceremonial.
Los dólmenes, presentes desde el Báltico hasta el Mediterráneo, fueron sepulcros de tipo colectivo y, en muchos casos, símbolos territoriales.
Su construcción exigía un conocimiento técnico enorme e impresionante: las losas, de hasta cien toneladas, se trasladaban a base de empuje hasta decenas de kilómetros y se ajustaban con precisión para sostener la piedra de cubierta.
Algunos muestran un refinamiento estético sorprendente, lo que confirma que los antiguos constructores buscaban utilidad así como también belleza y armonía.
Así, el megalitismo es una de las primeras expresiones universales del ingenio humano en el que son más que simples piedras, estos monumentos son el testimonio de un mismo impulso como es trascender el tiempo y dejar huella en la tierra.