Los videojuegos que marcaron la década de los 80
La evolución del Gaming durante esos años fue fascinante y muchos de sus juegos son considerados, de pleno derecho, como icónicos
Estos días se celebra la 7ª edición del Festival Retro Chiclana. Y parece un buen momento para aprovechar y dar un repaso por algunos de los títulos que tuvieron un especial impacto en una década gloriosa para los videojuegos: los años 80. Se trata de una época de grandes cambios a nivel tecnológico; pero no sólo en este aspecto, ya que también se produjo una consolidación de este tipo de ocio digital.
A día de hoy, con todas las opciones que existen, gracias al entorno online, parecerá peculiar la forma en la que se disfrutaban de estos productos. Después de todo, ahora basta con conectarse a la red para encontrar todo tipo de posibilidades; desde los juegos más modernos a las máquinas tragamonedas gratis del sector del iGaming; pasando por redes sociales o plataformas de streaming.
Pero en los 80, los entretenimientos electrónicos tenían un acceso mucho más limitado. Y, concretamente, los videojuegos se limitaban a algunas consolas y el ordenar personal, siendo el intercambio de “cartuchos” o cassettes muy habitual entre amigos, para no tener que adquirir cada uno de los productos cada vez. Tampoco era posible disfrutar de las partidas en la red, por lo que las reuniones presenciales para competir en un juego eran más comunes.
¿Y a qué juegos? Bien, si el lector vivió aquella época, es posible que reconozca unos cuantos de los que vamos a citar. La década empezó con unos formatos bastante limitados para llegar a estos entretenimientos. El más habitual eran las máquinas recreativas, donde los usuarios compartían las partidas. En los inicios de los 80, las opciones disponibles tenían unos gráficos muy simples: con algunos píxeles que daban forma a la acción.
Así, el estilo Pac-Man o Centipede era lo más común. Y cabe señalar que, pese a su simplicidad, podían generar horas de diversión y competitividad. Donkey Kong, en el 1981, ya representó un importante salto hacia adelante; además, fue un pionero en el género de las plataformas y precursor de una de las grandes sagas de este ecosistema: Mario Bros.
Precisamente, con el avance tecnológico y la generalización de los videojuegos, empezaron a surgir más géneros y temáticas. En 1984 llegaría Tetris, una auténtica revolución que, hasta hace muy poco, era el título más vendido de la historia. Un poco antes, en 1983, las aventuras habían hecho su aparición, con unos gráficos y unas animaciones sorprendentes para la época, de la mano de Dragon´s Lair.

Y es que las consolas iban ocupando ya su espacio. Spectrum y Amstrad estaban entre las primeras, aunque algunos modelos de Atari ya habían aterrizado antes. Eso sí, no sería hasta el 88 cuando la NES entraría en escena en nuestro país. Y, dos años más tarde, la Sega Mega Drive. Pero, durante la década, paralelamente, también avanzaba la presencia del ordenador personal en este terreno.
Algunos juegos saltaban de las máquinas arcade a las consolas, permitiendo que los aficionados las pudieran disfrutar en casa. El revolucionario Out Run, de coches, fue un gran ejemplo al respecto. También, Ghosts 'N Goblins y otros tantos. Y, llegados a la mitad de los 80, los géneros estaban en plena eclosión; podíamos encontrar títulos como Arkanoid coexistiendo con las burbujas de Bubble Bobble o las aventuras de The Legend of Zelda.
Pero fueron los últimos años de la década cuando aparecieron videojuegos que causaron un profundo impacto en la forma en la que disfrutábamos de estos entretenimientos. No sólo por los nuevos modelos de consola o de PC; también porque los desarrolladores introducían nuevas dinámicas. Street Fighter II, Prince of Persia o Indiana Jones y la Última Cruzada anunciaban la llegada de los 90 con todo un mundo nuevo de ocio.
Con el cambio de dígito, otros tantos clásicos estaban ya en las estanterías de las tiendas especializadas, como The Monkey Island, Super Mario World o Las Tortugas Ninja. Pero nada de eso hubiese sido posible sin la efervescencia creativa, que tuvo un peso capital; incluso más que la lógica evolución técnica que se llevó a cabo en aquellos años 80.
Tal vez, lo relatado parezca un simple ejercicio de nostalgia; pero el reconocimiento a la labor de unos desarrolladores que, con limitados recursos tecnológicos, fueron capaces de diseñar juegos que aún son un referente en nuestros días, era de justicia.