Los hospitales y centros sanitarios tienen una especial atracción dentro del mundo del misterio, no en vano, en Cádiz, tenemos uno de los hospitales que mejor cuadran en esa descripción de lugares encantados como es el «Puerta del Mar», pero no es el único.
Hoy me quiero detener en uno muy especial como es el el viejo Hospital Militar u Hospital Real de Cádiz, un lugar que encierra tanto misterio como leyendas e Historia. Reconozco que soy un apasionado de Cádiz, esa misma emoción es la que me ha llevado durante más de una década a buscar los misterios de la tierra y, aún hoy, sigo en ello. Por eso, en una de mis recientes estancias en la ciudad me invitaron a conocer a un par de personas que tenían una historia muy interesante que contarme.
Testimonios
El viejo Hospital Real de Cádiz es hoy un edificio perteneciente a la Universidad y esta cerca del Falla. Mantiene su estructura de hace siglos, con su capilla del Santo Ángel Custodio y el jardín, así como su entrada por la calle Benito Pérez Galdós que es más propia del Hospital Militar. Data del siglo XVII, de 1632 para paliar los problemas sanitarios de la ciudad pues el antiguo Hospital de la Misericordia no daba para más por la saturación que tenía. Fue Fray Pedro de Magallanes quién propone esta edificación y su uso para la ciudad que fue del agrado del obispo Fray Alonso Vázquez de Toledo.
Desde 1674 lo gestionó la Orden de San Juan de Dios, perdurando en la misma hasta 1718. En 1748 se instala el Colegio de Cirugía y en 1749 sería la Escuela de Anatomía y, también, Jardín Botánico. Fue parte de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cádiz como no podía ser de otra forma en tan emblemático edificio.
Pero los hechos que les quiero narrar no pertenecen a la Historia sino a lo inexplicable. Es el testimonio de dos antiguos trabajadores que tienen mucho que contar al respecto. Sabido el sitio en el que nos ubicamos se omiten los nombres de ambos testigos. El primero de ellos me decía: «era por la tarde, invierno, día desapacible. Estaba revisando documentos y fichas y sentí un porrazo tremendo en el despacho de contiguo. En principio no debía haber nadie máxime cuando conozco al compañero y sabía que no estaba y las limpiadoras ya había pasado. Me levanté y fui a ver, se escuchaban golpes fuertes dentro pero estaba cerrado así que llamé al vigilante que subió y abrió la puerta. Al entrar encontramos las carpetas tiradas en el suelo y los folios allí desordenados pero no había nadie. Fue muy raro y la ventana estaba cerrada. Aquello quedó así no sin antes el de seguridad decirme: «aquí pasan cosas muy raras» y por aquel hecho puedo atestiguar que es así».
«Otro día estaba en el despacho y sentí en el pasillo como si alguien llorara desconsoladamente, con dolor, me asomé por que era muy trágico. Al estar en el pasillo se escuchaban pero muy lejos, fui a los pasillos contiguos y no vi nada ni ya lo volví a escuchar, le dije a mi mujer «en la Facultad pasan cosas raras» y ella me dijo «no pienses en eso sino no vas a trabajar más» y así lo hice» recordaba.
Pero lo más fuerte estaba por llegar: «Una tarde llamaron a la puerta y me levanté a abrir, al hacerlo vi aun niño allí delante, con la cara tiznada y las manos sucias, con ropa de otro tiempo, le dije «¿Qué quieres guapo?» y desapareció delante mía. Preferí guardarme aquella experiencia por aquello del que pensarán el resto. Consulté a un amigo sacerdote y me dio un bote con agua bendita y rocié mi despacho con ella, desde entonces todo está más relajado pero, de vez en cuando, pasan cosas raras» decía tras la impactante experiencia.
Más fenómenos paranormales
Nuestro segundo testigo, en otras labores, me decía: «Mira, yo no estuve mucho tiempo allí pero dar una vuelta por los pasillos y por determinadas zonas era sinónimo de pasarlo mal, cuando pasabas por el módulo de mortuorios era mortal, bajaba la temperatura y sentías como si alguien te estuviera viendo. Para colmo había veces que las cámaras se abrían solas, a ver como se explica eso».
Una tarde pasó algo que lo marcaría: «Estaba en uno de los pasillos y vi una silueta pasar, imaginé que era alguien e iba camino de las escaleras, salí detrás para ver quién era y más a esa hora. bajé y me di de frente con un sacerdote que estaba mirando a un muro donde no había nada, le dije si le podía ayudar, el señor giró la esquina, lo seguí y ya no estaba, en un pasillo largo y con todas las puertas cerradas» decía cariacontecido.
«Mira, lo que pasa allí dentro lo conoce mucha gente, yo no voy a ponerme delante de una cámara o un micro a hablar de esto pero todo lo que ocurre y se dice es así, pero es el vicerrectorado y ya sabes como funcionan las cosas aquí» explicaba.
Hay que mirar al pasado para entender lo que se vive en el interior de este lugar que estuvo abandonado desde 1984 a 1990 y que se construyó sobre unos terrenos en los que antaño hubo un cementerio que albergó a los fallecidos en las epidemias de peste de la ciudad, sobre todo la más conocida de 1648, además de la función sanitaria que tuvo y donde hubo vida y muerte, impregnación de un pasado que hoy se puede estar manifestando según indican los testigos que hablan, y no paran, de ruidos extraños, luces que se encienden y se apagan o presencias de ninguna parte en este emblemático edificio.