Cádiz es una ciudad que tiene más de un centenar de torres-vigía, antaño, en otros tiempo, fueron más numerosas, aunque aún se mantienen muchas de ellas como la «Bella Escondida» o la «Torre Tavira».
Misterios de Cádiz
En los días de las Saturnales, del Carnaval, casi todo estaba permitido, se bebía, de comía, se disfrutaba del sexo y todo amparado en el anonimato de un disfraz o de una máscara.
«Una amiga, Esther, fue al baño, al salir nos dijo: «¿Quién es la mujer del pasillo? Creí que vivíais solos» y le dijimos que nadie, entonces ella nos dijo que en la habitación del fondo se había asomado una mujer mayor» decía el testigo.
Los fenómenos extraños son difíciles de explicar, muchas son las hipótesis que se esbozan sobre ellos y pocas las certezas o demostraciones que se pueden realizar. Estos son los casos de algunas carreteras con actividad paranormal en Cádiz.
«Fuimos a buscar incluso al sacerdote de allí pero mi mujer dijo «mejor lo dejamos por que nos van a tomar por locos» y salimos de allí» decía el testigo.
De aquel hospital psiquiátrico se decía que, al dejar su actividad, se solían escuchar aún los gritos de los pacientes pese a que el edificio estaba vacío.
«Entonces miré y tras una de las cortinas había un señor, parecía que tenía unos sesenta o setenta años, con barba, y que parecía interesarse por lo que hacíamos» narraba la testigo.
¿Casualidad o el ser humano tiene potencialidades que desconoce y que se manifiestan en lo onírico?
Historias de Cádiz que, en fechas como estas, seguro que todos tenemos en mente y que más de un susto puede dar a aquellos que gustan de oírlas con un poco de misterio.
En ocasiones este tipo de prácticas conlleva problemas por el desconocimiento que tiene la persona con respecto a un mal llamado juego, la ouija, como otros que se practican si saber bien el alcance del mismo.
«Entramos en la librería y comenzamos a ver más o menos los títulos siempre me gusta buscar a ver si encuentro algo que merezca la pena. Entonces, estando allí, sin mucho espacio, nos sentimos acompañados y fue cuando Carmen dijo que había visto una sombra, una silueta».
«Al abrir sólo salió un frío intenso y nada más, pero aquella noche, mientras hablábamos abajo vimos en la primera planta a una sombra que se paseaba por la balconada».
«Aquella noche fue tremenda, los portazos se escuchaban cada dos por tres, las oleadas de frío en las rondas eran continuas y la sensación de estar acompañado».