Fenómenos paranormales en el colegio Valcárcel de Cádiz

Actualizado:

El principio por el cual un edificio queda encantado, sea moderno o antiguo, es algo que aún desconocemos.  Edificios y casas encantadas en cuyo interior se han producido hechos y acontecimientos luctuosos y que parecen dejar impregnados ese lecho de dolor y muerte. Parece la mecha iniciadora pero no hay certezas de ello.

Si hablamos del Colegio de Valcárcel estamos hablando de un antiguo colegio cuya antigüedad se remonta a tiempos de Torcuato Cayón de la Vega, en el siglo XVIII, cuando allí construye el Hospicio de Santa Elena. Tuvo funciones de asilo e incluso improvisado psiquiátrico.

Por el edificio -a lo largo de su historia- han pasado miles de personas, como pacientes, como moradores del hospicio, como alumnos, como trabajadores; de entre esos miles de personas llama la atención su función como psiquiátrico, era conocido como Casa de la Misericordia, que fuera llamada, con un total de 87 dementes, 58 hombres y 29 mujeres, y en dos años, que pasó a ser de 117 hombres y 59 mujeres, 176 en total, con toda la carga emocional que ello supone.

Casa de Misericordia, Hospicio Provincial, Hogar de La Milagrosa, Institución Valcárcel. Estuvieron allí en aquel mágico y encantado lugar; con la tradición en apariciones y fantasmas que este tipo de lugares tiene.

Antonio M. de la Vega comentaba sobre este sitio: «quizás sus gritos, a veces fantasmagóricos, fueron el origen de las múltiples leyendas que giran en torno a supuestas presencias misteriosas en el edificio». En referencia a dementes y en trato inhumano que, en muchas ocasiones, recibieron.

Si nos ubicamos en el pasado siglo XX se habla que en el edificio se produjeron comportamientos incívicos de los sacerdotes, pero sólo son rumores. Se habla de un trato severo, en extremo, por parte de los educadores franquistas y de los castigos que imponían que podía llegar a ser de tipo físico; se habla, incluso, de agresiones con raquetas de tenis como el testimonio de Vicente González.

En su interior se producen fenómenos inquietantes, así un antiguo profesor del centro decía al respecto: «el primero en abrir Valcárcel era un portero y el segundo en entrar era yo. Una vez me contó que vio a un cura deambular por el patio grande a la caída del sol, se extrañó y se acercó. Le preguntó que si se encontraba bien y el cura le dijo que estaba buscando la capilla, que no la encontraba.

El portero, al que no le cuadró el tema, no quiso preguntarle más viendo lo extraño del sujeto, se dio media vuelta y se fue a la conserjería. Allí se giró y ya no vio al cura. Horas más tarde, con el bullicio de los críos y con la llegada de los profesores, le preguntó al jefe de estudios que si sabía de un cura que viniera a la capilla, pero nadie sabía nada de nada. Esta historia circuló durante mucho tiempo».

En otras ocasiones sobre las mesas se ha encontrado pintadas letras, todo el abecedario, números, del 0 al 9, las palabras «Hola», «Adiós», «Si» y «No»… Toda una improvisada ouija, el tablero maldito para llamar a los muertos.

En este centro se habla de apariciones espectrales, extraños sonidos, psicofonías, llantos, gritos y lamentos en torno al maldito hospicio. Hospicios, lugares marcados por los fenómenos extraños. Buenos ejemplos hay de ello.

Tener la sensación que se está acompañado, puertas y ventanas que se abren solas, anomalías eléctricas o gritos lastimeros que surgen de la nada.
Para unos una leyenda, para otros una realidad, pero allí se alza Valcárcel con su eterno secreto y misterio.

Apariciones espectrales en el viejo colegio Valcárcel de Cádiz

/Hay edificios, hay lugares que están marcados por lo inexplicable, por situaciones que se dan en su interior que van más allá de los racional y que, en cierta forma, se puede llegar incluso a pensar que las peores pesadillas se pueden hacer realidad.

Debido a ello siempre hay testimonios que llegan de lugares donde se materializan fenómenos que son difíciles de explicar, ese es el caso que nos ocupa, el caso de Eduardo, una persona que estuvo mucho tiempo en el Colegio Valcárcel.

Casi por casualidad nos conocimos y, en esas extrañas conversaciones de salón, me dijo: «Yo estuve en el Valcárcel, muchos años, he vivido allí cosas que no quieras ni saber…», intrigado le dije: «¿Qué te pasó?» y comenzó un más que inquietante relato que me dejaría sorprendido…

Eduardo, tranquilamente, me relataba: «Era un chaval, de esto han pasado muchos años, recuerdo que me dejaron encerrado en una clase del colegio, por cosas de chavales, mientras estaba allí sentado me entró mucho frío, era una sensación extraña, era casi verano y aquella temperatura no era normal, fue entonces cuando pasó algo muy raro: la puerta se abrió y se cerró de golpe, creí que habría sido alguien, me acerqué como si fuera un juego y, entonces, fue cuando la puerta de abrió y cerró de nuevo. Aquello me dio miedo, pero más aún cuando al darme la vuelta vi detrás mía a alguien, un señor, con sotana, con la cara arrugada, que me miraba muy serio. Le dije: «¿Quién es usted?» y él sólo me señaló un pupitre y desapareció».

Lo contó al profesor que, minutos después, le abrió la puerta y esté sólo le dijo: «Muñoz, se habrá quedado dormido y ha tenido un sueño, déjese de tonterías y salga fuera».

«Durante mucho tiempo he tratado de buscar una explicación a ese suceso que viví pero nadie me lo supo explicar y yo tampoco lo aireé mucho no fuera a ser que me llamaran loco o algo así, así que se quedó para mis recuerdos».

De la historia del Valcárcel hay que decir que es un antiguo colegio cuya antigüedad se remonta a tiempos de Torcuato Cayón de la Vega, en el siglo XVIII, cuando allí construye el Hospicio de Santa Elena. Tuvo funciones de asilo e incluso improvisado psiquiátrico.

Por el edificio han pasado miles de personas, como pacientes, como moradores del hospicio, como alumnos, como trabajadores; de entre esos miles de personas llama la atención su función como psiquiátrico, era conocido como Casa de la Misericordia, que fuera llamada, con un total de 87 dementes, 58 hombres y 29 mujeres, y en dos años, que pasó a ser de 117 hombres y 59 mujeres, 176 en total, con toda la carga emocional que ello supone.

También ha sido Casa de Misericordia, Hospicio Provincial, Hogar de La Milagrosa o Institución Valcárcel. Estuvieron allí en aquel mágico y encantado lugar; con la tradición en apariciones y fantasmas que este tipo de lugares tiene.

Hay otros testimonios en cuanto a este lugar como el de Antonio M. de la Vega: “quizás sus gritos, a veces fantasmagóricos, fueron el origen de las múltiples leyendas que giran en torno a supuestas presencias misteriosas en el edificio” -que ya recogimos en CÁDIZDIRECTO-. En referencia a dementes y en trato inhumano que, en muchas ocasiones, recibieron.

Si nos ubicamos en el pasado siglo XX se habla que en el edificio se produjeron comportamientos incívicos de los sacerdotes, pero sólo son rumores. Se habla de un trato severo, en extremo, por parte de los educadores franquistas y de los castigos que imponían que podía llegar a ser de tipo físico; se habla, incluso, de agresiones con raquetas de tenis como el testimonio de Vicente González.

En su interior se producen fenómenos inquietantes, así un antiguo profesor del centro decía al respecto: “el primero en abrir Valcárcel era un portero y el segundo en entrar era yo. Una vez me contó que vio a un cura deambular por el patio grande a la caída del sol, se extrañó y se acercó.

Le preguntó que si se encontraba bien y el cura le dijo que estaba buscando la capilla, que no la encontraba. El portero, al que no le cuadró el tema, no quiso preguntarle más viendo lo extraño del sujeto, se dio media vuelta y se fue a la conserjería. Allí se giró y ya no vio al cura. Horas más tarde, con el bullicio de los críos y con la llegada de los profesores, le preguntó al jefe de estudios que si sabía de un cura que viniera a la capilla, pero nadie sabía nada de nada. Esta historia circuló durante mucho tiempo”.

En otras ocasiones sobre las mesas se ha encontrado pintadas letras, todo el abecedario, números, del 0 al 9, las palabras “Hola”, “Adiós”, “Si” y “No”… Toda una improvisada ouija, el tablero maldito para llamar a los muertos… En este centro se habla de apariciones espectrales, extraños sonidos, psicofonías, llantos, gritos y lamentos en torno al maldito hospicio. Hospicios, lugares marcados por los fenómenos extraños.Tener la sensación que se está acompañado, puertas y ventanas que se abren solas, anomalías eléctricas o gritos lastimeros que surgen de la nada.

Toda una suerte de fenómenos que dejaron perplejos a quienes los vivieron y que hoy, quizás, siguen ocurriendo.