
La crónica del Cádiz CF-SD Eibar (1-0) de Vera Luque: Exquisito surtido de frito gaditano
El autor destaca el buen momento competitivo de este Cádiz y alerta ante posibles excesos de euforia

El politeísmo llegó al Mirandilla. Tenemos multitud de dioses a los que venerar, y cuando nos falla uno, aparece el otro haciendo la cobertura.
Los chiquillos no saben qué número ponerle detrás a la camiseta. El sábado sacamos en procesión a Suso, después de que fervorosamente hubiéramos asisitido a los cultos diarios durante la novena que le dedicamos en pasadas fechas a Tabatadze.
A Efe Aghama ya le están adjudicando un altarcito con su ristra de velas a la izquierda del altar mayor. Y por si fuera poco, añadimos a la lista como aspirante a patrón de los casos perdidos a San Víctor Aznar, que ya puede apuntarse en la lista de milagros particulares el paradón del último minuto, que vale casi igual que el zurdazo de Suso.
A falta de algún desconchón que encalar en la plantilla, más por tener cierta tranquilidad cuando lleguen tarjetas o lesiones en la parte trasera que por urgencia del once titular, la pandilla es algo más que resultona: tenemos extremos rumberos, mediapuntas deluxe, peloteros ilusionistas, stoppers acaparadores...el surtido está completito. La combinación perfecta para resolver partidos, si no por lo civil, por lo criminal. Y el día que uno ande con el polvorón, aparecerá otro con las musas echando horas extraordinarias. Y eso es bien.
Entre todos los músicos de la parte de adelante, destaquemos al sacrificado mozo de los platillos, que anda ahí sin posibilidad de filigrana como el virtuoso violinista , pero cuyo currelo dentro de la orquesta es indispensable, pegando el platillazo en el momento justo y sin milésimas de demora que provoque el desafinamiento y el caos musical.
Me refiero a García Pascual. Si la función del “nueve” fuera marcar goles nada más, ya te digo yo que estaríamos hablando de otro ariete para la lista de delanteros que de aquí se fueron con números rojos. No esperen que Pascual sea el pichichi de la categoría. Quizás no llegue ni a la redonda cifra de diez goles. Pero resulta que las peonás que este chaval se pega son tan importantes como el simple gesto de empujar la pelotita a la red como epitafio de una contra cualquiera: no se preocupen, que si no está él, ya la empujará otro.
Pascual se ha convertido más que en el último en atacar, en el primero en defender. Mosca cojonera de los centrales adversos porque cada vez que a alguno de ellos le cae la pelota en los pies, viéndose venir semejante ropero empotrado corriendo cual pitbull mosqueati hacia él, preferiría que en lugar de balón le hubieran enviado una granada con la argollita quitada. Para colmo, Pascual en su función de recepcionista de balones estratosféricos e imposibles, es cuasi infalible, devolviendo ese balón al compañero con su acuse de recibo correspondiente.
Realizando la tarea sucia del delantero centro es incuestionable. Para la parte brillante, la de la fotito celebrando, también le llegarán momentos. No apurarse. Sobre todo, porque la tarea de marcar goles está repartida entre unos pocos. To no va a hacerlo él.
Primer quinteto de partidos y ya se ve venir lo que va a ser la categoría. A poco que mires para otro lado, llega el colista y le endiña cuatro al líder en su propia casa. La tabla la cierra uno de los clubes que nos acompañaron en el triste camino del descenso de Primera y posterior penitencia.
Poco valen los laureles pretéritos en esta división. Cuando se baja a la mina, todo el mundo se mancha de carbón, incluso los que vienen vestidos de Armani. Pregunten al Dépor, que ya probó el amargor de la Primera Federación, o al propio Zaragoza, el cual pestiñea desde hace unos años con la terrorífica posibilidad de enfrentarse el año que viene al Tarazona. P
or eso, la media inglesa en la que estamos instalados es un seguro de vida, y una más que probable manera de llegar al final con expectativas, mínimo,de repechaje para ascender. Evidentemente, en algún momento se romperá esa tónica de victoria en casa y empate fuera, pero los números que se generan a partir de ese costumbrismo en el resultado, es la línea a seguir.
Con todo, no nos fiemos ni de nuestra sombra. A la más mínima que nos creamos el Bayern de Munich, aparece cualquier equipo de palmarés profesional cortete, y nos quita las tonterías. Precaución.