
Educación financiera y protección del consumidor, una alianza clave para el bienestar ciudadano
La AEPF y ASESCON impulsan un manifiesto conjunto que reclama una educación financiera

Con motivo del Día de la Educación Financiera, la Asociación de Educadores y Planificadores Financieros (AEPF) y la Asociación Española de Consumidores (ASESCON) presentan un manifiesto conjunto en el que subrayan la necesidad de situar la educación financiera en el centro de las políticas públicas de protección al ciudadano.
Ambas entidades han defendido que una formación económica práctica, comprensible y accesible es esencial para garantizar el bienestar y la autonomía de las familias en un marco de creciente incertidumbre económica.
La declaración parte de un diagnóstico preocupante y que es que millones de ciudadanos europeos viven en un entorno de inseguridad financiera y una limitada capacidad para planificar su futuro económico.
Según los datos expuestos por ambas asociaciones, más del 50% de los ciudadanos no tienen sentimiento de seguridad financieramente, y casi la mitad de los hogares tiene dificultades para afrontar sus deudas.
El manifiesto también pone de relieve una paradoja significativa como es que aunque la mayoría de los ciudadanos reconoce la importancia de la salud financiera, pocos cuentan con los conocimientos, hábitos o acompañamiento profesional que son necesarios para transformar esa conciencia en decisiones concretas.
Solo un 19% dispone de productos de pensiones individuales, mientras que una gran parte mantiene su ahorro en cuentas corrientes o depósitos que son de una baja rentabilidad, lo que refleja una cultura económica pasiva y poco orientada al largo plazo.
Este escenario viene agravado por factores como el envejecimiento de la población, la presión sobre los sistemas de pensiones así como por la inestabilidad macroeconómica, convierte la educación financiera en una herramienta fundamental para el bienestar presente y futuro.
Tres pilares para una educación transformadora
Las organizaciones firmantes coinciden en que la educación financiera no puede limitarse a lo que es la transmisión de conceptos teóricos. Conocer qué es la inflación o cómo funciona el interés compuesto, sostienen, no es suficiente para aprender a ahorrar, gestionar deudas o planificar la jubilación.
Por ello, el manifiesto propone una educación orientada a la acción, y que se estructure en tres pilares fundamentales:
Conocimiento accesible y útil, que traduzca los conceptos financieros en decisiones prácticas de cara al consumo, ahorro e inversión.
Habilidades y hábitos, para que las familias aprendan a controlar su presupuesto así como a organizar sus recursos y anticipar riesgos.
Acompañamiento profesional y herramientas de calidad, que permitan convertir la información en planes financieros reales así como adaptarlos a las metas personales y familiares.
Una alianza entre educación y protección del consumidor
AEPF y ASESCON señalan que la educación financiera y la protección del consumidor son inseparables.
La primera previene los abusos y malas prácticas, mientras que la segunda ofrece a los ciudadanos un entorno estructurado y transparente para alcanzar metas vitales como la compra de vivienda, la educación de los hijos o el emprendimiento.
En este sentido, ambas entidades proponen cuatro líneas de actuación que se consideran prioritarias para impulsar una cultura de responsabilidad y libertad económica:
Programas de educación financiera de calidad, que se basan en estándares reconocidos y orientados al servicio del consumidor.
Educadores financieros certificados, independientes de la oferta de productos, que estén con las familias en su planificación.
Herramientas estandarizadas y homologadas, que garanticen transparencia y comparabilidad entre otras soluciones financieras.
Colaboración entre entidades públicas, privadas y sociales, para extender una cultura económica fuerte y responsable.
El manifiesto concluye con un mensaje evidente como es que no puede existir una protección real del consumidor sin educación financiera, y la educación financiera pierde sentido si no se traduce en ciudadanos más libres, mejor informados y capaces de decidir con criterio sobre su dinero.
Tanto AEPF como ASESCON coinciden en que una sociedad financieramente educada es una sociedad más resiliente, que sea capaz de afrontar los retos económicos presentes y futuros con responsabilidad y autonomía.