La trampa de los precios dinámicos en espectáculos y conciertos
La OCU indica que la razón principal los aficionados no cuentan con suficientes alternativas
Los conciertos, los partidos de fútbol, las obras de teatro y otros grandes espectáculos en vivo representan unas experiencias que la mayoría de personas atesoran como momentos que resultan únicos e irrepetibles.
Pero acceder a ellos resulta cada vez más complicado por el incremento descontrolado del coste de las entradas. Ante esta situación, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), junto con la red Euroconsumers, ha lanzado una campaña llamada “Lo que pagamos por lo que no tiene precio”, teniendo como objetivo de prohibir la aplicación de los llamados precios dinámicos en la venta de localidades.
Qué son los precios dinámicos y por qué generan polémica
El sistema de precios dinámicos consiste en ajustar el valor de una entrada en tiempo real en relación y función de la demanda.
En la práctica, significa que si el interés por un evento crece, el coste puede dispararse en cuestión de pocos minutos, incluso aunque la entrada haya sido anunciada con un precio inicial muy inferior.
Si bien esta práctica se aplica en algunos sectores con relativa aceptación —tales como pudieran ser la aviación o la hostelería— en el caso de los espectáculos en directo genera una crítica más fuerte.
La razón principal es que, a diferencia de otros mercados, los aficionados no cuentan con suficientes alternativas. No hay otra final de un Mundial, ni otra fecha para un concierto de un grupo determinado en la misma ciudad. Por todo ello no existe verdadera competencia, lo que deja al consumidor sin margen de elección.
Para la OCU, este modelo no aporta valor añadido y termina castigando a aquellas personas más desean asistir. El asiento es el mismo, la experiencia no varía, pero el precio puede multiplicarse únicamente porque aumenta la demanda.
Las principales consecuencias detectadas son:
Exclusión pues muchos aficionados quedan fuera de la cultura y el deporte en vivo debido a precios inflados.
Sensación de engaño dada la opacidad del proceso hace que los compradores sospechen que han sido estafados.
Desconfianza hacia los organizadores ya que la falta de transparencia debilita la relación entre el público y las empresas que gestionan los espectáculos.
Según la OCU, este escenario transforma un momento de ilusión en una fuente de frustración.
Casos recientes: Bad Bunny y Oasis
El debate en torno a esta práctica no es nuevo. En España, OCU ya denunció a Ticketmaster debido a la venta de entradas de la gira de Bad Bunny prevista para 2026.
Muchos seguidores informaron que el precio se incrementaba bruscamente durante el proceso de compra, después de horas de espera en colas virtuales.
Algo similar ocurrió en agosto del año 2024 con el esperado regreso de la banda británica Oasis, que volvía a los escenarios tras 15 años de ausencia.
Las entradas anunciadas inicialmente por 160 euros llegaron a alcanzar los 421 euros para los conciertos en Reino Unido así como en Irlanda. Para los fans, el desconcierto fue mayúsculo: descubrieron los nuevos precios justo en el momento de finalizar la compra.
La OCU insiste en que, aunque los precios dinámicos puedan tener cabida en sectores con competencia real, no deberían aplicarse en espectáculos que son únicos e irrepetibles. Por ello, junto con Euroconsumers, plantea un paquete de medidas para los reguladores y las plataformas de venta:
Prohibición de la fijación dinámica de precios en espectáculos en vivo.
Impedir que el coste varíe durante el proceso de compra.
Exigir que se informe claramente al consumidor cuando paga un precio dinámico, incluyendo los factores que influyen en la variación.
Sancionar el uso abusivo de esta práctica.
Establecer mecanismos de supervisión para evaluar los riesgos de estas políticas de venta.
El objetivo, subraya la organización, no es eliminar la rentabilidad de los eventos, sino garantizar un acceso justo y transparente para todos los ciudadanos.
Con la campaña “Lo que pagamos por lo que no tiene precio”, OCU busca movilizar tanto a los consumidores como a los responsables políticos para poner fin a un modelo que, en su opinión, solo beneficia a los grandes organizadores y plataformas.
La iniciativa invita a los ciudadanos a sumarse y reclamar un mercado más justo, en el que la cultura y el deporte no se conviertan en privilegios reservados a quienes pueden asumir precios inflados.
De esta forma, la organización quiere recordar que disfrutar de un concierto o de un partido histórico debería seguir siendo una experiencia accesible, y no un lujo al alcance de unos pocos.