
Móvil, cinturón o bolsillo: riesgos reales al llevarlo junto al cuerpo
Estrategias como usar modo avión, bolsa o riñonera ayudan a reducir riesgos innecesarios

Cuando mantienes el móvil pegado al cuerpo durante horas, la exposición constante a radiación no ionizante, los efectos en la postura, los posibles cambios en la salud reproductiva y hasta la calidad del descanso entran en juego.
Aunque los teléfonos son parte esencial de la vida diaria, los expertos advierten que ciertos hábitos cotidianos podrían estar afectando más de lo que imaginamos.
La radiación que emiten los smartphones: ¿realmente peligrosa?
Los móviles emiten ondas electromagnéticas de baja frecuencia, clasificadas como radiación no ionizante.
Esto significa que no tienen la fuerza suficiente para dañar directamente el ADN, como sí ocurre con los rayos X o la radiación ultravioleta.
Sin embargo, la ciencia aún estudia los efectos acumulativos de llevar el dispositivo demasiado cerca del cuerpo, especialmente en contacto prolongado con la piel.
Aunque no existe consenso absoluto, varios estudios sugieren que mantener el teléfono en bolsillos, cinturones o sujetadores puede generar calor localizado y alterar procesos celulares.
En el caso de los hombres, investigaciones han vinculado la exposición a un descenso en la calidad del esperma, aunque la relación no siempre es concluyente.
Postura, espalda y cadera: la consecuencia más evidente
Más allá de la radiación, existe otro factor silencioso: la postura. Al llevar el móvil en el bolsillo delantero, la cadera tiende a desalinearse.
Si se coloca en el trasero, puede generar presión en la columna y la zona lumbar al sentarse. Estas pequeñas compensaciones musculares, repetidas durante meses o años, derivan en molestias en la espalda, la cadera o incluso la pierna.
Además, tener el dispositivo siempre a mano fomenta el llamado “cuello de texto”: una inclinación constante hacia abajo que incrementa la tensión en los músculos cervicales. Aunque no siempre lo relacionamos directamente, las contracturas, dolores de hombros y rigidez de cuello están muy vinculadas al uso intensivo del smartphone.
El impacto en el sueño y la salud cotidiana
Otro de los efectos menos visibles es el relacionado con el descanso nocturno. Dormir con el móvil debajo de la almohada o pegado al cuerpo puede alterar los ciclos de sueño.
No solo por la radiación de baja intensidad, sino también por la luz azul que emite la pantalla y las notificaciones que interrumpen el descanso. Esa combinación puede afectar al equilibrio hormonal y la sensación de recuperación al despertar.
También hay indicios de que el contacto prolongado favorece irritaciones cutáneas o aumento de la sudoración en la zona donde se lleva el dispositivo. Aunque parece un detalle menor, para quienes padecen dermatitis o piel sensible puede convertirse en un problema crónico.
Estrategias simples para reducir riesgos en tu vida diaria
Los especialistas coinciden en que no se trata de dejar de usar el móvil, sino de modificar pequeños hábitos para reducir la exposición innecesaria:
- Modo avión: al no usarlo, activa esta función y guarda el dispositivo en el bolsillo sin emisiones activas.
- Alejarlo del cuerpo: mejor en mochilas, bolsos o sobre una mesa en lugar de en contacto directo con la piel.
- Durante el sueño: lo ideal es dejarlo en la mesilla, a un metro de distancia, en lugar de debajo de la almohada.
- Uso con auriculares: evita llamadas prolongadas pegadas al oído utilizando manos libres o auriculares inalámbricos.
- Cambiar de lado: si lo llevas en el bolsillo, alterna entre izquierdo y derecho para no sobrecargar siempre la misma zona del cuerpo.