
Rojo o verde, el distintivo que te dirá si tus toallitas son seguras para el inodoro
El truco definitivo para no volver a tirar las toallitas equivocadas al váter

La batalla contra los fatales "fatbergs", esas enormes masas de grasa y residuos que obstruyen las redes de saneamiento en ciudades de todo el mundo, podría estar a punto de ganarse.
En España, el problema causado por las toallitas húmedas ha supuesto pérdidas económicas de más de 200 millones de euros anuales y graves daños medioambientales.
Pero un cambio normativo histórico para el usuario promete poner orden pues a partir de ahora, los fabricantes deberán indicar con un sello verde o rojo si sus productos pueden o no tirarse al váter.
La iniciativa llega tras años de advertencias de entidades como la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS), que lleva tiempo alertando de las consecuencias de una práctica doméstica aparentemente inocente como es el desechar las toallitas por el inodoro.
En lugares como Valencia o Ibiza, los atascos provocados por estos productos han obligado a realizar costosas intervenciones a fin de poder limpiar colectores e incluso han causado vertidos al mar.
Un distintivo para acabar con la confusión de las toallitas
El nuevo sistema de etiquetado, impulsado por la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa) y regulado por la norma UNE 149002:2019, establece un claro código visual muy simple:
Círculo verde para los productos aptos para desechar por el inodoro.
Círculo rojo para los productos no aptos, que deben tirarse siempre a la papelera.
El logotipo aparecerá en los envases de toallitas, papel higiénico húmedo y productos similares, en un lugar visible para que el consumidor pueda identificarlo bien, fácilmente.
De esta forma, por primera vez, será posible saber con un simple vistazo qué artículos son realmente seguros de cara al sistema de saneamiento.
Según Val Díez, directora general de Stanpa, la mayoría de las toallitas húmedas actuales recibirán el símbolo rojo, mientras que el papel higiénico húmedo —como el fabricado solo con fibras naturales celulósicas— llevará el símbolo verde.
“La diferencia está en la composición: las toallitas incluyen materiales sintéticos que las hacen resistentes, pero también muy difíciles de degradar”, indicaba Díez.
Qué diferencia una toallita del papel higiénico húmedo
Aunque ambos productos puedan parecer similares, el comportamiento en contacto con el agua es muy diferente, distinto. Un estudio realizado en 2016 reveló que, tras dos días en el agua, una toallita apenas se disgrega un 36 %, mientras que el papel higiénico se descompone en un significativo 95 %.
Esto significa que las toallitas pueden permanecer intactas durante casi un siglo, contribuyendo de esa forma a la formación de los temidos fatbergs.
El papel higiénico húmedo, en cambio, está hecho exclusivamente de fibras vegetales, esto facilita que se desintegre con rapidez al entrar en contacto con el agua.
Igualmente los productos que aspiren a llevar el logotipo verde deberán superar cinco pruebas de laboratorio que certifiquen su dispersión, biodegradabilidad y desintegración.
Uno de los mayores malentendidos del consumidor es pensar que “biodegradable” es igual que “apto para el váter”. Sin embargo, no todos los materiales que pueden descomponerse de forma natural son seguros en el sistema de alcantarillado.
Un material puede ser biodegradable, pero tardar años en degradarse totalmente. En cambio, un producto “dispersable” se disuelve de forma rápida en el agua, evitando atascos y daños en las tuberías.
“Las toallitas se comportan como una manzana: aunque sean biodegradables, si las echas al inodoro, este se atasca”, ha resumido Val Díez. Por eso, la clave no está solo en los ingredientes, sino en su velocidad que tiene de descomposición y su impacto en las infraestructuras urbanas.
La UNE 149002:2019, desarrollada por la Asociación Española de Normalización (UNE), convierte a España en uno de los primeros países de Europa en establecer un etiquetado con carácter unificado para estos productos.
También se ha publicado un Código de Buenas Prácticas de Etiquetado, con el objetivo de facilitar la adopción del sistema a todos los fabricantes.
El cambio, que deberá implementarse en un plazo máximo de 18 meses, buscando sobre todo que los consumidores adopten hábitos más sostenibles y responsables.
Se trata de una medida simple, pero de gran impacto, que podría marcar un antes y un después en la gestión del agua así como en el saneamiento urbano.