El matrimonio formado por Ed y Lorraine Warren destacó por ser unos grandes investigadores (cuyas peripecias están siendo llevadas al cine) y coleccionistas de objetos malditos, algunos de ellos de esos que no querrías tener en casa. Por ello hay determinadas piezas que son muy «peligrosas» dentro de lo paranormal.
La primera que llama la atención es la tumba de Batsheda Sherman, una mujer de la que se decía que tenía un trato con el diablo y que, en el año 1800, asesinó a un niño. Tras el crimen atroz se ahorcó pero antes lanzó una maldición a todo el que viviera en aquella casa y el temor es grande pues se viven fenómenos extraños. En el Museo Warren se puede encontrar parte de la lápida de Batsheda.
Annabelle
La más famosa de las piezas es, sin dudas, la de la muñeca Annabelle. Fue un regalo de una madre a su hija en 1970 cuando estudiaba en la Universidad. Pero desde el primer momento la muñeca tenía un comportamiento anormal en un juguete (y de trapo), la llegaron a tirar a la basura y apareció de nuevo en la casa, provocaba pesadillas y se cambiaba de sitio o, según sus víctimas, escribía notas tipo «post-it» con mensajes. Al parecer, según una médium, estaba poseída por una niña de 7 años llamada Annabelle Higgins y sería la causante de todos esos hechos inexplicables.
En el Museo Warren también encontramos diferentes máscaras que se cree están malditas por haber sido empleadas dentro de ritos satánicos y demoníacos en diferentes puntos con el fin de atraer a los espíritus.
De entre todos los objetos destaca uno especial aparte de Annabelle: la silla de Thomas Busby. Se la llama «la silla inclinada de Thomas Busby» y está considerada maldita porque fue asesinado un hombre en ella en el año 1700, antes de morir maldijo la silla y a todo el que se atreviera a sentarse en la misma.
Esa silla además dicen las leyendas más lúgubres, que todo aquel que se sentara en ella moriría en combate, dándose esa «leyenda» en el periodo de la Primera Guerra Mundial. Por si acaso muchos no tentaron la suerte, tampoco se sabe cuál es el origen de esa maldición.
Desde un espejo maldito a un nuevo muñeco encantado
Se guarda un espejo muy especial, es el de la Plantación Myrtles. Se construyó en 1796 sobre un antiguo cementerio indígena y estaba maldito, dicen que las energías se concentraron en el espejo, siendo malignas, y provocando todo tipo de hechos extraños y paranormales. Llegó al Museo Waren en el año 1980.
Los fantasmas estarían atrapados en el interior del mismo destacando el de Sara Woodruff y los de sus hijos, todos fueron envenenados y los huéspedes aseguran que se ven figuras en el espejo y que surgen huellas de manos infantiles en el cristal del mismo.
El piano del terror es otra pieza llamativa. Su historia nos lleva a Londres, al año 1930, cuando un chico pide a sus padres un piano. Lo curioso es que desde que entra en la casa comienzan a ocurrir hechos inexplicables y la leyenda nos dice que la persona que tiene ese piano podrá escuchar como unas manos invisibles lo toca por las noches.
El vestido de novia maldito es otra pieza que está en el museo, se cuenta que una chica se enamoró de un apuesto minero y si padre no permitió la boda pues no era de una familia con posibles económicos. La joven murió de pena y de amor teniendo en aquel vestido de novia un sortilegio por el cual dicen que cobra vida en ocasiones o que deriva a una maldición.
Otra de las estrellas del Museo Warren es el muñeco Shadow, se da la circunstancia que inspiró al mismísimo Chucky, el muñeco diabólico, dicen que se le regaló a un niño y que tenía hecho un rito de vudú por lo que parecía tener vida en muchas ocasiones y originar escenas de pánico entre todo aquel que lo tuvo.
Son piezas malditas de un museo muy especial, el Museo Warren.