El asesinato en ‘La Casa de la Loca’ y sus fenómenos extraños

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La Casa de la Loca es hoy un lugar abandonado y casi derruido, una casa de dos plantas, bella en su tiempo, de aspecto solariego y que sin dudas conoció mejores tiempos. Es en esta casa donde se producen una serie de fenómenos que han llamado la atención los investigadores locales que han dedicado jornadas de investigación en su interior obteniendo meritorias psicofonías quizás relacionadas con el pasado del lugar, cargado de drama y tragedias personales.

Psicofonías tales que una voz apesadumbrada dice “Estoy muerta” o agitádamente “Te espero en el pozo”… un pozo que está a pocos metros de la casa y cegado por el tiempo sin que nadie se atreva a hurgar en su interior ni drenarlo para ver si más allá de esa afirmación se oculta algo mucho más trágico y mundano dada que son otros vecinos los que afirman que el cadáver de la difunta no apareció jamás y que en ese pozo pudiera estar la clave de todo el misterio o sólo una leyenda más.

El investigador y vecino de la localidad, Jesús Conejero, ha pasado años investigando en el lugar siendo una de las personas que más y mejor conocer todo lo que de extraño ocurren dentro del edificio: «uno tiene sensaciones, sentirse vigilado es habitual allí».

Diego Reinares era un redactor de El Buscador de Historias que pudo vivir en su persona el clima de tensión y los fenómenos que allí ocurren, en una noche de investigación repleta de sucesos en los que pudo escuchar perfectamente unos pasos originados por un algo invisible que dejó de manifiesto su presencia ante las cámaras o una voz susurrante que no pertenecía a nadie y que lo llamó cuando se encontraba en el jardín interior de la casa.

Curiosamente durante aquella investigación en La Casa de la Loca se acercaron cuatro jóvenes a curiosear, uno de ellos, Antonio G., sacó varias fotos extrañas en su interior, aquellas fotos fueron enviadas al investigador, buen amigo y experto fotógrafo Josep Guijarro quién certificó ante las cámaras de televisión que había un algo en formación en la instantánea, de carácter fijo, que no era un objeto lanzado y fotografiado sino que se estaba formando y que cuando menos las fotografías eran de un origen extraño e incalificado.

En el transcurso de otra grabación del programa Abrapalabra, en 2009, junto a mi compañero Fernando García Haldón, de Canal Sur -hoy en Andalucía Directo-, se simuló una falsa sesión de ouija con un sorprendente final: Fernando mandó quemar el cartón de la improvisada ouija -que no se había realizado realmente-  y cuando sólo quedaban rescoldos de ella brotaron unas llamaradas verdes de dos metros de altura muy perceptibles y que asustaron al equipo de grabación.

En el caluroso mes de julio del año 2010 el compañero del diario ABC, José Luis García, escribía sobre la llamada Casa de la Loca en la localidad sevillana de Palomares del Río y se planteaba una pregunta curiosa: ¿Puede un fantasma ser testigo de un asesinato?

La pregunta no es baladí, de aquel suceso lo pudimos vivir de cerca un equipo de cámaras de la desaparecida Giralda TV, junto a mi persona se encontraba el compañero  Álvaro Martín y al penetrar en el lugar, cosa que yo había hechos en multitud de ocasiones desde 2003 hasta hoy día, nos salió al encuentro -desde el interior- un Guardia Civil que nos impidió el acceso al mismo.

Sin discutir y respetuosos le dijimos: «¿Cual es la razón agente?» y nos mostró un rollo de precinto de la Benemérita a la vez que nos indicaba: «Se ha cometido un asesinato y el cuerpo está aún dentro, es el escenario de un crimen». Y grabamos tomas exteriores y apañamos aquella tarde de misterios y televisión como buenamente pudimos. Pocos podrán haber vivdo de forma tan directa aquel suceso, y contarlo.

Así José Luis García se hacía esa pregunta y, si en el interior de esa vieja casa en ruinas hay algo del otro mundo -cosa que no cuestiono- desde luego fue testigo de un asesinato. De la triste historia que pesa sobre esta casa se ha hablado mucho, inicialmente se hablaba en el pueblo de una joven que fue encerrada por sufrir mal de amores con el guardián de la finca, una relación que fue prohibida  y que debido a ello perdió la cordura. Es lo que dice la leyenda, una leyenda que puede distar mucho de la realidad.

Otras investigaciones de grupos sevillanos dedicados a estos menesteres en la Casa de la Loca o la Casa de la Carmela -que también es llamada últimamente así-, como GPS -Lorenzo Cabeza y Carmen Bravo- o GIPB -Diego Fuentes Gamero y su grupo de investigación- abogan por otras explicaciones quizás menos evocadoras pero más realistas con lo ocurrido antaño en sus buenas investigaciones en el lugar.

Tampoco es cierto que el cuerpo de la joven fuera arrojado al cercano pozo de la propiedad, pero muchas veces se quiere ver más allá de lo que realmente hay en un claro error motivado por las ganas de vivir el misterio. Nunca hay que perder la objetividad.

El asesinato tuvo una rápida investigación y solución por parte de las fuerzas del orden, así José Antonio Cordero Garrido, alias el Chato, un 26 de julio de 2010, mató a golpes en la Casa de la Loca a Juan Lara Gómez, vecino de Coria del Río, por un móvil definido: «había estado consumiendo drogas junto a una prostituta que poco después del crimen desapareció y de la que no ha vuelto a saberse absolutamente nada».

José Luis García indicaba al respecto: «fue la sospecha de que el Chato y la mujer habían mantenido relaciones sexuales lo que llevó al asesino a pertrecharse de un martillo con el que destrozó la cabeza a su víctima, aprovechando para ello que se había agachado para atarse los cordones de los zapatos, una vez que lo vio regresar de su propio coche, donde había estado junto a la mujer. Tras los primeros golpes de martillo, el homicida se aseguró de que acababa con la vida de su víctima aplastándole la cabeza con una piedra. José Antonio, por cuya muerte Juan Lara pasará doce años en prisión, se convertía así en una nueva víctima de la casa de la loca”.

En el interior del edificio siguen produciéndose hechos inexplicables, ahora sólo resta seguir investigando y descubrir su secreto.