Fenómenos insólitos y fantasmas en el viejo convento de Santa Clara

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El misterio tiene extrañas formas de manifestarse y en lugares en lo que creías que no podía haber más  margen de sorpresas (paranormales o inexplicables) surgen nuevas informaciones que lo «reactivan». Es el caso que les quiero contar hoy y que orbita en un viejo convento sevillano, el convento de Santa Clara.

Dicen de este punto de Sevilla que es un lugar encantado donde se manifiesta el espectro de una religiosa, por ello hay una gran cantidad de testimonios de personas que nos hablan de apariciones, de hechos sobrenaturales, de «voces del más allá» e, incluso, ante la cámara de televisión del circuito de seguridad. Un lugar con tantas leyendas como misterio e Historia que reúne las condiciones idóneas para ser objeto de investigaciones y experiencias más propias de la ficción que de la realidad.

De esta forma nuestro comunicante me narraba una experiencia impresionante. Decía así: «Estimado José Manuel, he leído el artículo publicado hoy sobre el convento de Santa Clara y la presencia de una monja y me gustaría contarle lo que a mí me sucedió. Yo asistí hace unos cuatro o cinco años a una obra de teatro en el patio principal del convento, era una versión moderna de El Buscón. Ya avanzada la obra, era por la noche, vi a mi izquierda cruzar todo el claustro de una punta a otra una monja que andaba con cierta celeridad con el hábito negro de las Clarisas. Pensé que se trataba de una actriz que iba a sorprender al público interactuando con ellos o simplemente que se dirigía hacia el escenario (situado en el siguiente claustro que estaba frente a los espectadores) para por su parte posterior acceder a él».

Ahondando en esta cuestión añadía: «Yo incluso le advertí a mi mujer que una actriz iba a salir entre el público dándoles quizás un gran susto pero ella me dijo que no había visto pasar monja alguna. La monja ni accedió al escenario ni interactuó con nadie, no apareció por ninguna parte. El resto de la obra estuve más pendiente de localizar a la monja que de otra cosa. Al terminar la obra me fui directamente hacia ese claustro, lo recorrí entero siguiendo la misma dirección que había llevado la monja y lo único que encontré fue ventanas con rejas, y una gran puerta de madera cerrada a cal y canto con signos de no haberse abierto en años» y apostilla que «la vi tan real como pude ver a cualquier otra de las personas que estaba allí asistiendo como público».

Una nueva experiencia

Nuestro mismo comunicante vuelve a vivir otra experiencia de la que también nos hace partícipe: «Varios meses después fui a ver una exposición de la colección privada de Alberto Abelló sobre pinturas del siglo XVII y XVIII que tenían como tema la Alameda de Hércules y algunos rincones más de Sevilla. Se ubicó en el dormitorio de verano de las novicias, en la primera planta. Estando concentrado viendo con interés un grabado situado cerca de la puerta de acceso, de repente alguien me sacó de mi ensimismamiento y sentí que alguien me decía a mi espalda “hombre has vuelto”. Bueno no lo oí, más bien lo sentí. Tampoco había nadie tras de mí. Y añadió “anda ve y santíguate que no lo has hecho al entrar”.

Así el testigo afirmaba «efectivamente al lado de la puerta encastrada en la pared había una pequeña pila para agua bendita, seca y sucia, en la que yo antes no había reparado. Inmediatamente se me vino a la memoria la imagen de la monja, de la que no me había acordado en absoluto cuando fui a a la exposición».

«Bueno esta es mi historia que a casi nadie cuento por no pasar por loco, pero al leer su artículo de hoy he querido comentársela» concluía.

No sólo la experiencia es real y digna de todo crédito sino que otras muchas personas como él han vivido experiencias similares y han dejado atrás, en el viejo convento, al fantasma de esta religioso que se niega a abandonar el lugar.