Historia y misterio de las calaveras de cristal

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Son las misteriosas calaveras de cristal todo un enigma para la Ciencia. Algunos las tildan de fraude moderno y otros de una realidad incomprensible de aquellos que las fabricaron. Lo que se parece cierto es que hubo una gran fascinación por estos elementos de cristal y que encontramos muestras muy diferentes, en la actualidad en diferentes puntos del mundo.

Dada la imposibilidad de fabricación de algunas de ellas se les ha denominado como Ooparts (Objetos Fuera de Tiempo). De creer las teorías que nos hablan de la forma en la que están realizadas habrían necesitado siglos para concluir paciencia y destreza.

Se han hallado calaveras de cristal, principalmente, en la zona de Centroamérica achacándose su elaboración a las antiguas culturas que poblaron la zona como fueron los mayas o los aztecas, entre otros. Otros piensan que son contemporáneos y las máquinas del Hombre de finales del siglo XIX o principios del XX hicieron la labor rápidamente.

Quizás la calavera más conocida es la llamada como «Calavera el Destino» que descubriera F.A. Mitchell-Hedges. Es muy detallada pues se asemeja a una calavera humana en el que se pueden ver los dientes y una mandíbula con movimiento. No se ha logrado determinar la forma en que fue tallada aunque observarla sigue produciendo fascinación.

Está hecha en cuarzo puro, la mandíbula como el cráneo son de la misma roca, se considera anatómicamente perfecta y puede que sea el cráneo femenino pues tiene un tamaño de 12,7 cm. de altura, más acorde con la fisonomía, mientras que su peso es de 5 kg.

Está tallado en cristal de roca con un grado de dureza de siete sobre diez en la escala de Mohs, así sólo «fundiendo» el mineral se puede explicar y eso es una tecnología que pare este tipo de material no tenemos no en la actulidad.

Su hallazgo fue obra de F.A. Mitchell-Hedges aunque dijo que la desenterró su hija en la excavación de las ruinas mayas de Lubaantum, en Belice.

En 1970 los laboratorios de Hewlett Packard realizaron un estudio sobre la pieza comprobándose que el cristal fue tallado en contra del eje natural del cristal, un escultor del siglo XXI no haría esto pues provocaría la rotura de la pieza de cuarzo hasta con la tecnología láser. Otro de los hallazgos sorprendentes era que no hubiera en la zona herramientas metálicas; la única forma era por fricción de arena contra el cuarzo, esto llevaría a un tiempo de trabajo continúo de entre 150 y 300 años.

Según los  indígenas que acompañaron a Mitchell-Hedges en Lubaantum al “lugar de las piedras caídas” el “Cráneo del Destino” tendría una edad superior a 3.600 años de antigüedad.

Hay otras calaveras de cristal en el mundo como las que encontramos la del Museum of Mankind, en Londres, Inglaterra, y en el Trocadero Museum, en París, Francia. Encontradas en la década de 1890 y talladas en cristal de cuarzo pero algo más toscas.

La calavera del Museum of Mankind es considerada como la gemela de la de Mitchell-Hedges aunque la de este último tiene la mandíbula articulada y la «Calavera Británica» tiene la mandíbula fija pese a que los expertos dicen que las fabricó las mismas manos. El Museum of Mankind la compró en la popular Tiffany’s en el 1898, por 120 libras. En Tiffany’s no pudieron dar el origen de la pieza.

Sobre ella se dice que pesa algún tipo de maldición o encantamiento pues en 1910 la compra el British Museum y comenzaron una serie de fenómenos extraños tales como desplazamientos de objetos, «oleadas» de olor a perfumes y ruidos extraños. Los trabajadores de noche del museo pidieron que se cubriera la misma con un paño negro.

El antropólogo Morant comparó ambas calaveras afirmando que ambas se parecían en los detalles anatómicos  y que era la calavera de una mujer siendo la de Mitchell-Hedges la primera. En el 1950, la calavera del British Museum fue examinada descubriéndose qué la calavera tenía su origen en México, que se remontaba 1400 – 1500 d.C. estando realizada en cuarzo brasileño.

Existe una tercera calavera de cristal expuesta en el Musèe de El Homme de París (Francia), igual en el estilo a los otras dos aunque más pequeña. Se piensa que podría haber sido parte de un “cetro mágico” azteca del siglo XIII o XIV d.C.

Calaveras de cristal

«Skull of Doom»: es la de Mitchell-Edges, la «Calavera del Destino».

La calavera del Smithsonian: fue donada y es denominada como «un cráneo azteca de cristal», es mayor que una cabeza humana y es bastante restringida poder acceder a ella.

Maya: Es otra calavera de cuarzo, sus medidas son 20,48 cm de largo, 12,54 cm de ancho, 10,79 cm de alto y tiene un peso de 3,95 kg. Dicen que es un “Monje maya” habiéndose encontrado en San Augustine, Aczahuanthan, Departmento De Zacopa, Guatemala, en 1912 por Héctor Montano. Algunos la llaman «Max».

ET: Se descubrió en 1906 en Guatemala, está fabricada en cristal ahumado y su característica más llamativa en la forma puntiaguda del cráneo y mandíbula pronunciada. No parece un cráneo humano, parece de un alienígena.

Calavera del Musèe del Homme: Está en París, en cuarzo, puede pertenecer a la cultura Azteca del siglo XV. Representa a Mictlantccuhtli, “Dios de la Muerte”. Tiene un conducto cavado en forma vertical, por lo cual se supone que se llevaba en el extremo de un bastón. Pertenece al Musèe del Homme en París, Francia.

Calavera del museo Mankind: Es del British Museum de Londres, comprada en Tiffany’s de Nueva York en 1898 por 120 libras. De sus detalles se ha comentado ya anteriormente.

La leyenda dice que hay 13 calaveras de cristal de tamaño natural y cuando se unan transmitirán una gran fuente de conocimiento al más puro estilo de Indiana Jones.

Otras calaveras son “Kozmoz”, “El-I”, “Golden Dragonfly Grandfather” e “Infinity” que ofrecen dudas de su origen o fabricación allá donde los antiguos pobladores de esta zona eran tremendamente hábiles en su la fabricación de objetos de este tipo.

En Perú se habrían encontrado más calaveras así como en Ecuador en la zona de la etnia Ashuar pero no se han podido hacer verificaciones. También se les atribuye poderes paranormales pero nada de eso se ha podido demostrar para una piezas que, en sí, son un enigma.