Cádiz es una ciudad que tiene más de un centenar de torres-vigĂa, antaño, en otros tiempo, fueron más numerosas, aunque aĂşn se mantienen muchas de ellas como la «Bella Escondida» o la «Torre Tavira».
TenĂan una funciĂłn comercial ya que se construĂan en casas en las que se tenĂa actividad empresarial y se tenĂa que controlar la llegada de barcos al puerto, momento en el que comenzaba todo el febril movimiento de los negocios, máxime en tiempos de la «Flota del Oro» o la apertura de mercados.
El «hombre de la Torre»
Este tipo de torres solĂan estar en casas señoriales, solariegas. Una leyenda, poco conocida, tal vez, es la que se cuenta en torno a una de esas torres que se podĂan ver en Cádiz y que cuenta un hermosa pero trágica historia.
En pleno corazĂłn del casco histĂłrico de la ciudad surge una de estas torres y del encargado de controlar el puerto y la llegada de barcos. Se le llamaba el «Hombre de la Torre» y llevaba un control riguroso de todo aquello que entraba o salĂa del mismo.
Un dĂa observĂł a una bella joven que bajaba de uno de esos barcos, tenĂa una belleza sin igual y se enamorĂł de ella. SolĂa frecuentar mucho el puerto de Cádiz y creyĂł que debĂa tratarse de la hija del capitán o, tal vez, muy a su pesar, de su esposa.
Lo cierto es que a medida que pasaba el tiempo Ă©l deseaba más poder contemplar el hermoso rostro de aquella mujer. El amor que sentĂa por ella iba en aumento aunque lo desconocĂa todo. El «Hombre de la Torre» se le veĂa con un particular brillo en los ojos, con una ilusiĂłn y ánimos renovados.
Cada vez que la veĂa en la cubierta pensaba que tenĂa que conocerla, tenĂa que saber quiĂ©n era, si era la hija o la esposa del capitán, cuál eran o no sus gustos. Se propuso que en su siguiente visita la conocerĂa pero el infortunio se aliĂł con aquel hombre enamorado y el barco no llegĂł a puerto.
Infortunio y tragedia
Se propuso tratar de saber quiĂ©n era, si alguien sabĂa de ese barco o no, o de ella, se convirtiĂł en una obsesiĂłn casi. Nadie supo nada de ella ni sabĂa que habĂa sucedido. Eran tiempos, el siglo XVI, que un barco podĂa sufrir un naufragio y verificarse el mismo meses despuĂ©s. Sus temores crecĂan a medida que pasaba el tiempo y tambiĂ©n se apagaba la ilusiĂłn en su corazĂłn.
Desde la torre oteaba el horizonte, trataba de escudriñar el mar, de noche y de dĂa, le quitaba el sueño y tambiĂ©n la razĂłn y esa obsesiĂłn le estaba consumiendo.
Un dĂa encontraron muerto al «Hombre de la Torre», dĂas de ansiedad, de espera, de sueños interrumpidos, de poco descanso. El no saber nada de su amada lo habĂa matado. En la Ă©poca se decĂa que en aquella torre-vigĂa se veĂa una silueta de la que se decĂa que era el fantasma del «Hombre de la Torre».
Si se quedaba en silencio en la misma se podĂa escuchar aĂşn la respiraciĂłn y hasta su presencia siendo «el fantasma de la Torre».
Es una historia que jamás habĂa escuchado y que me hicieron partĂcipe hace pocas fechas, como toda buena leyenda se desconoce que torre es aunque, seguramente, haya candidatas a apuntarse el protagonismo de la misma.
Historias eternas de Cádiz, de una ciudad eterna, una de las que más historias heterodoxas generan, que tiene un componente emocional y sentimental en el que un nexo común se suma a la misma y a otras similares: el amor y el mar, la espera y la ilusión. Casi un sinónimo de la propia identidad de Cádiz.