Nos trasladamos a la localidad gaditana de Vejer donde el misterio tiene una cita muy particular. HabrĂa que visitar el Monasterio-Convento de San Francisco para comenzar a desentrañar la apasionante historia que en su interior se desarrollĂł y cuyas manifestaciones inquietaron a todo aquel que fue testigo de ellas.
Un trágico dĂa un viejo fraile, mientras limpiaba el brocal, cayĂł al pozo que el convento tenĂa en el patio, producto de aquella infortunada caĂda perdiĂł la vida. Fue enterrado en el cementerio de los monjes y a partir de aquel dĂa comenzaron a escucharse misteriosos ruidos de cadena en el patio, cual espectro lacustre, que se extendĂan por toda la madrugada junto a gemidos y lamentos.
En el año 1836 el monasterio-convento se abandonó, por el decreto de desamortización de bienes eclesiásticos, todo pasó a ser propiedad del Estado. Durante seis años estuvo abandonado hasta el año 1842 en el que el convento y parte del templo fue utilizado como dependencias municipales por el Ayuntamiento hasta que un incendio provocado destruyó parte del edificio y fue abandonado nuevamente.
Pedro del RĂo comprĂł el edificio en la dĂ©cada de los cuarenta del siglo XIX para revenderlo a los hermanos Enciso. Fueron ellos los que edificarĂan tres plantas en el cuerpo de la Iglesia e hicieron la hospederĂa.
Entonces volvieron a aflorar los fenómenos extraños: presencias, ruidos, sombras misteriosas, aparecidos. Toda una tradición de fenómenos inexplicados.
En el siglo XX la hospederĂa se transforma en Fonda de El Comercio y posteriormente en la popular Fonda Gallardo, donde sus clientes se quejaban de los ruidos extraños que padecĂan.
El tiempo pasaba y el fenĂłmeno ya era popular y conocido. Se dice que cierto dĂa llegĂł a la hospederĂa BernabĂ© Pineda, directivo de Heymo Ingenieria S.A. que estaban realizando unas catas geolĂłgicas para el gasoducto que iba a pasar por Vejer en los años 70. En la habitaciĂłn en la que se alojĂł pudo notar una presencia, bajadas terribles de temperatura y, finalmente, vio una sombra surgir de la pared donde estuvo toda la noche. El directivo, tras padecer este “acoso” durante dĂas acabĂł por marcharse del lugar.
En 1979, el ayuntamiento de Vejer, compra el edificio y planifica la construcciĂłn del hotel. Ello implicaba obras, profundas obras que iba a sacar a la luz profundos secretos.
AsĂ en la esquina del muro hastial se hallaron varias monedas de Felipe IV y Carlos II, conmemorativas de la primera piedra del edificio y una habitaciĂłn “perdida” en la que un pergamino encontrado decĂa: «yo, fray CristĂłbal, soy en verdad Fray Juan del EspĂritu Santo. Mis tormentos son tan insufribles que no puedo vivir, estoy apenado en este convento, hasta que redima mis numerosas culpas». Al parecer el monje no era de muchas tradiciones ni rituales cristianos.
Se registrĂł en la zona, en 1694, una terrible sequĂa que dio lugar a una gran hambruna en toda la Sierra de Cádiz. El prior del convento dio a fray Juan 300 escudos de plata procedentes del Monasterio y del Convento de las Concepcionistas para que marchara a Sevilla a comprar trigo y alimentar a la poblaciĂłn. El monje marchĂł y Ă©l jamás regresĂł padeciendo la comarca el rigor del hambre y la muerte.
El monje se entregĂł a la vida licenciosa, a la bebida, a la buena mesa, a las mujeres, hasta que el dinero se agotĂł y por no volver al convento estuvo pidiendo limosnas por diferentes puntos de AndalucĂa.
Tras años de vagar regresĂł a Vejer y al convento bajo el nombre de CristĂłbal, decĂa venir de las amĂ©ricas y que su barco naufrago, en el monasterio rezaba y comulgaba, sin dudas llevado por los remordimientos, hasta que una noche el prior lo mandĂł limpiar el pozo y puso fin a su tormento suicidándose. Desde entonces la sombra misteriosa pasea por este hermoso lugar.