Semejanzas entre el Cristianismo y otras religiones

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Investigando sobre las reliquias de nuestro mundo, reliquias para las religiones o reliquias históricas encontré datos realmente significativos e inquietantes, el que más no hace referencia a ninguna de ellas y si a las ideas, al concepto, a la Fe, a las creencias.

Todo aquel compendió de información que se agolpaba en folios impresos que sacaba mi impresora me indicaban que el cristianismo como religión podría no ser más que un compendio de otras religiones y textos, una asimilación de todo ello con forma en función de una creencia… Aquello era demasiado explícito y busqué la ayuda de un buen amigo entendido en todos estos temas, llamé a Jesús García, compañero en la búsqueda de misterios, erudito y persona ecuánime. Lo llamé, el corazón se me aceleraba.

-Jesús…¿tu que sabes de la relación entre el Cristianismo y otras religiones?

-¿A que te refieres exactamente Jose?

-¿Si el Cristianismo pudiera ser una amalgama de tradiciones, leyendas, ritos, idealizaciones de otros textos sagrados de antiguas religiones?

-Uy, uy, uy… Mejor vente por aquí y lo hablamos detenidamente, mis respuestas son amplias y merecen una tarde de tu atención, créeme que no te vas a quedar indiferente.

Llegué a su domicilio hacia las cinco de la tarde, una tarde soleada, esplendida, y Jesús, vehemente como siempre me dijo: “Toma asiento y atiéndeme. Deja tu mente abierta, se que eres creyente pero lo que le voy a contar es la realidad documentada históricamente” y el bueno de Jesús comenzó a desgranarme todo aquello por lo que le había consultado.

Similitudes y Diferencias entre las Religiones del Mundo

La Historia del Cristianismo es especialmente interesante, mi amiga Laura Lanuza me comentaba lo que su editorial sacó sobre éste tema y me dejaba sorprendido la gran cantidad de autores que han estudiado en profundidad este apasionante tema.

Jesús comenzó por mostrarme los paralelismos existentes entre dos viejos textos, uno pertenecía a al sacerdote Ay, tío de Akhenatón, hallado el siglo pasado y que recordaba extrañamente a uno de los salmos bíblico atribuidos al Rey David. Este es el texto del Salmo 104, Versículos 19 al 24: «Hiciste la luna para señalar los tiempos, pones las tinieblas, y es de noche. En ella corretean las bestias de la selva. El sol se eleva y todos huyen, y se ocultan en sus cuevas. Hiciste todas ellas con sabiduría. Y la tierra se llena de tus bendiciones.»

Y el perteneciente al transcrito por Ay de Akhenatón dice: “Cuando te sumes en le horizonte, cae sobre el país la oscuridad. Y salen entonces los leones de sus madrigueras. Al amanecer, cuando subes en el horizonte, ahuyentas las tinieblas y nos mandas rayos. !Oh, dios único, semejante a ningún otro! Tú creaste el mundo según tus deseos. Cuan certeros son tus designios, señor de la eternidad.»

Los paralelismos son más que evidentes. Evidentemente el perteneciente a Akhenatón es del que tenemos mayor certeza histórica ¿quién copió a quién? Todo indica que el rey David lo hizo sobre el himno egipcio.

Los antiguos egipcios adoraban al dios Sol, Horus, en el texto se habla de él. Set era el enemigo de Horus. Ambos luchaban diariamente, cuando Horus ganaba a Set, este salía triunfante por el horizonte, es decir, el sol en el amanecer, mientras que por la tarde, Set pedía revancha, ganándole la pelea y enviándolo al mundo de las tinieblas, por tanto caía la noche irremediablemente. Era una lucha alternativa.

Esta creencias perduraron durante siglos y los primeros cristianos, habrían tomado, y reescrito, estos textos, textos de otras religiones y otros dioses y los convirtieron o cristianizaron, e incluso personificaron algunos de ellos en la figura de Jesús de Nazaret. Así se habrían copiado y transformado texto y relatos sacados de la religiones egipcia, sumeria y otros pueblos. Pero sigamos con algunas muestras de todo ello.

Relatos como el del Diluvio Universal tienen su correspondencia exacta en la narración de la epopeya de Istubar o Gilgamesh, de la mitología sumeria, o el Arca de Noé, el Jardín del Edén…

En el Corán se encuentran personajes con raíces comunes que aparecen en los textos sagrados de judíos y cristianos, en la Torá y en la Biblia. Personajes como Adán y Eva, Noé , Moisés, Jesús de Nazaret o Juan el Bautista están entre sus sagradas páginas. Asombrosos paralelismos que no dejan de indicarnos las fuentes comunes.

Pero hay más, el cristianismo tiene también numerosas similitudes con otras religiones encontradas en la zona asiática, así Thomas William Doana en su libro “Los mitos de la Biblia y sus paralelos en otras religiones”, de 1882, trazó la aparición en distintas culturas y regiones de eventos tan claves en el libro sagrado de los cristianos como el Diluvio, el Exodo, la historia de Sansón, las estrella de Belén, el bautizo y la tentación de Cristo.

Ricardo Rodríguez González, profesor titular de la Universidad de Valladolid en España, dice sobre todo ello: “La mística y la espiritualidad también participan en esta simbiosis entre las diferentes culturas” en referencia a la época en la que surgen en el sur de la península ibérica tres de las grandes religiones: Cristianismo, Islam y Judaismo.

Sintomático es, por ejemplo, el relato del nacimiento de Jesús de Nazaret con otras religiones, sobre todo ello escribí detalladamente en el artículo “Hitos y Mitos de la Navidad” y en él nos encontramos que Jesús nació de una virgen un 25 de diciembre; su padre terrenal era carpintero; su nacimiento fue señalado por una estrella de oriente y asistieron ángeles y pastores; fue perseguido por un tirano que ordenó la matanza de miles de niños; fue ungido con aceite por una mujer a la que curó; hizo milagros y maravillas, resucitando a los muertos y sanando leprosos, sordos y ciegos; resucitó de entre los muertos y ascendió al cielo; era representado en una cruz con agujeros de clavos en sus pies; tenía doce seguidores y fue traicionado por uno de ellos; y así podríamos seguir.

Pues bien, Krishna, un mito de la religión en India, anterior a Jesús en -al menos- 1400 años tiene muchos paralelismos con su figura: se transfiguró delante de sus discípulos, en algunas tradiciones, se dice que murió en un árbol o fue crucificado entre dos ladrones y atravesado con una lanza. Resucitó a los tres días y fue visto por mucha gente durante 40 días y luego ascendió al cielo. A Krishna se le llama el «Buen Pastor» y «Señor de señores», y fue considerado el Redentor, el Primogénito, el Libertador, la Palabra Universal.

Es la segunda persona de la Trinidad y se le proclamó la «Resurrección» y “el Camino al Padre». Fue considerado el «Principio, el Medio y el Fin,» (el Alfa y el Omega), así como ser omnisciente, omnipresente y omnipotente. Sus discípulos le dieron el título de «Jezeus», que significa «ser el puro».

Lo más impactante: se conservan pinturas de Krishna de 3000 años de antigüedad que lo muestran clavado a una cruz exactamente igual que a Jesucristo. Es muy posible que todas las semejanzas entre Jesucristo, Mitra, Horus, Krishna y otros más, se deban a una sola fuente, probablemente la más antigua, que bien pudiera ser egipcia. Es decir, a partir de Horus.

El día 25 de Diciembre es igualmente una fecha adaptada en el cristianismo. En tiempos antiguos en esa misma fecha se celebraba el día del “Sol Invicto” o nacimiento del Sol y al no poder quitar las fiestas paganas se reconvertían al uso cristiano. Esta fecha no se fijó hasta el siglo IV, en el que también se celebraba el nacimiento del Dios viviente Mitra que guarda paralelismos más que interesantes con el cristianismo y cuya doctrina (mitraismo) adoptó el emperador Cómodo para su culto.

Aparte de ello en esta fecha también se celebraban cultos a Apolo siendo el papa Honorio en el 440 d.C. quién impone esa fecha devorando otra tradiciones coincidentes.

Pero en la religión egipcia encontramos una curiosa y nueva analogía más antigua que el cristianismo: “Isis, la virgen reina de los Cielos, quedaba embarazada en el mes de Marzo y daba a luz a su hijo Horus a finales de Diciembre.

El Dios Horus, hijo de Osiris e Isis era recibido como la sustancia de su padre, Osiris, de quien era una encarnación. Concebido milagrosamente por Isis cuando el dios Osiris, su esposo, ya había sido muerto”, a los pocos días de su nacimiento: “el dios con cabeza de halcón fue visitado pocos días después de nacer por cuatro extraños reyes, los cuales representaban cada uno los cuatro pilares externos sobre los que se sustentaba el cuerpo celeste de la diosa Nut.

Cada uno traía ofrendas para regalar al recién nacido”, y seguimos asombrándonos: “A los 12 años, Horus deja atónitos con su elocuencia a los escribas de la «Casa de la Vida» del templo de Ptah, que lo consideran como niño pródigo” el joven prodigio egipcio hizo revivir a una momia (!) en una alegoria . Cuenta, asimismo, la leyenda egipcia que Horus hizo revivir una momia, se trataba de una alegoría “sobre el movimiento del sol a través de una constelación conocida con el nombre de La Momia”… pero hay más: el jeroglífico del nombre de Horus estaba compuesto por la palabra «KRST», que podría ser leído como “Cristo” y que era denominado así mismo como el «ungido».

Los paralelismos y las pruebas eran contundentes y mi amigo Jesús tras su explicación me afirmaba: “la religión cristiana pudo haber tenido como modelo todo este compendio de la religión egipcio y desde Horus se pudieron desarrollar otros modelos que sirvieron para las creencias y personajes, adaptándolos a las fechas que tienen su origen en Jesucristo , siguiendo sus características y tradiciones. Todo ello con origen en cultos más antiguos, atávicos podríamos decir.

-¿Sabes de donde partiría todo?, me preguntó Jesús.

-No Jesús…

-Pues todo partiría del culto al sol, a los astros, al cielo, a la Luna, a las estrellas…

Pero además los antiguos griegos tendrían como uno de sus dioses a Serapis que no era más que la versión helenizada de Osiris, combinando igualmente las tradiciones griegas con la egipcia.

-¿Sabes lo más curioso Jose? Durante el solsticio de invierno el dios Horus se convirte y toma la forma de niño recién nacido, y su descripción era muy curiosa: estaba en un pesebre con el cabello dorado, un dedo en la boca y el disco solar sobre su cabeza, los griegos y romanos lo adoraron bajo el nombre de Harpócartes, el niño Horus, hijo de Isis… Y se le adoraba por toda la población.

“Resumiéndolo todo te diría que en muchas de esas tradiciones anteriores al cristianismo se habla de un hombre que es crucificado y resucita, que hace milagros y tiene doce discípulos y todo ello estaría basado en los movimientos del sol a través del cielo, un desarrollo astro teológico que puede encontrarse a lo largo del planeta porque pueden observarse el sol y las doce constelaciones del zodiaco alrededor del globo.

En otros términos, Jesucristo y todos los otros en quienes este carácter es predicado son personificaciones del sol, y la fábula del Evangelio es meramente una refundición de una fórmula mitológica. Por ejemplo, muchos de los buenos hombres crucificados del mundo tienen su cumpleaños tradicional el 25 de diciembre.

Esto es porque los ancianos (quienes llevaban y transmitían las creencias de los pueblos antiguos), reconocieron que (desde una perspectiva de geocéntrica) el sol hace su descenso anual hasta el 21 o 22 de diciembre, el solsticio invernal, cuando detiene el movimiento hacia el sur durante tres días y entonces empieza a moverse al norte de nuevo.

Durante este tiempo, los ancianos declaraban que el sol, ese Dios, “se habían muerto» durante tres días y hubo nacido «de nuevo» el 25 de diciembre. Así pues, muchas culturas diferentes celebraban el nacimiento del Dios-Sol el 25 de diciembre y, en algunas áreas, el calendario empezaba originalmente en la constelación de Virgo, y el sol nacería, por tanto, de una Virgen. El sol lleva una corona, «la corona de espinas» o halo. El sol «camina en el agua.»…y podríamos seguir”.

Así pues todo habría sido un plan hábilmente urdido en el que se habrían idealizado textos más antiguos que el propio cristianismo con el fin de crear una doctrina, una religión, que finalmente las absorbería y eliminaría, incluso desterrando en el olvido estas ancestrales creencias. El resto es ya una Historia bien conocida que arranca con la resurrección de Jesucristo.