CÁDIZDIRECTO/José María Peinado.- El sacrificio. La valentía. El respeto. La lucha constante contra el estigma. En definitiva: el boxeo, un deporte que sigue arrastrando una imagen de violencia que está lejos de la realidad. «Es un deporte en el que te pegas, pero el respeto y la deportividad, están por encima de todo«. Manuel Baroni lo sabe bien. Casi veinte años de trayectoria como entrenador y otros tantos como boxeador y luchador de distintos deportes de contacto le avalan. Ha saboreado las mieles del triunfo y la soledad de la derrota y, ahora, intenta transmitirlo a las nuevas generaciones. Porque el legado del boxeo, un deporte señor, no puede caer en saco roto.
«Yo empece a los 14 años. Por entonces los menores podían pelear -ahora está prohibido-«. Baroni recuerda una de sus primeras peleas en Huelva. Apenas era un adolescente y lo sacaron al ring a pelear con un contrincante ya metido en la veintena. Y ganó. «Lo recuerdo bien. Entonces no le di mucha importancia, pero ahora echo la vista atrás y es algo increíble». Manuel llegó al boxeo por dinero, es decir, porque era gratis practicarlo. «Yo empecé en karate y llegué a ser cinturón negro infantil, pero había que pagar por las clases, y el boxeo era gratis, así que no me lo pensé«. Cada dos semanas, Baroni saltaba al ring a fajarse con todo aquel que estuviera dispuesto. «Pelear mucho era la manera de hacerte conocido en aquellos tiempos».
A partir de entonces, Baroni combinó el boxeo y el full contact, un deporte que, en ese momento, estaba desembarcando en nuestro país. «Cuando estaba dos meses sin un combate de boxeo, peleaba en full». Y llegaron los éxitos. Baroni consiguió tres campeonatos de España de full contact, e incluso estuvo en París peleando por el campeonato mundial. Pero era remar contracorriente, los apoyos eran mínimos y, para llegar a la capital francesa, Baroni tuvo que encerrarse casi dos días en un coche para llegar a pocas horas del combate. «Perdí. Era imposible pelear con esa paliza en el cuerpo». Baroni recuerda como en el Ayuntamiento le dijeron que, para recibir apoyo, tenía que ganar el título mundial. «Es increíble, porque cuando necesitas el apoyo es antes de ser campeón, no después».
Baroni se fajó en los cuadrilátero de toda España. Hasta que perdió la motivación. «Lo dejé a los treinta, perdí mis últimos seis combates de boxeo seguidos y dije: se acabó«. La cara b del boxeo. Tanto esfuerzo y sacrificio sin recompensa.
Lejos de romper con el deporte, Baroni se pasó al otro lado del ring y se hizo dueño del rincón. Se convirtió en preparador y pronto se hizo un hueco. «Empecé bien, conseguimos un campeonato de España de peso medio y otros tantos títulos». A pesar de los éxitos, para Baroni fue complicado aceptar su nuevo rol. «Me costó cambiar el chip, es difícil pasar del cuadrilátero al rincón».
Como preparador, las máximas de Baroni siempre han sido «respeto y educación». «Ante todo, yo formo personas y, luego, boxeadores». Baroni recuerda una larga lista de boxeadores que fueron tutelados por él y luego han completado carreras universitarias. «Me gusta mucho destacar esto, porque luego siempre tachan a los boxeadores de macarras y yo he tenido a muchos estudiantes». Abogados, ingenieros… Todos ellos pasaron por el Team Baroni. Una de las claves del entrenamiento de Baroni es la psicología. «La cabeza es importantísima, a veces casi más que la técnica».
A pesar de lo que implica el boxeo como deporte, Baroni asegura que «se establecen unos lazos de amistad y respeto que pocos deportes consiguen«. Y para muestra, un botón: «Sin ir más lejos, uno de los boxeadores que me rompió el tabique nasal, se ha convertido en un buen amigo. Nos vemos y nos abrazamos. Nos tenemos cariño y respeto». Baroni nunca perdió de vista que el boxeo «es un deporte; y eso es lo que me gusta. Si pierdes, felicitas al contrario y, si ganas, lo animas. Debe ser así«.
Pero en la actualidad, el boxeo ha perdido parte de su esencia. «Hay demasiado show», lamenta Baroni. «Hoy en día, algunos son más actores que boxeadores«. Baroni echa en falta valentía. «Antiguamente, los grandes boxeadores eran valientes y se pegaban entre ellos por ver quién era el mejor; ahora se evitan, prefieren pelear contra rivales menores». Tampoco le parecen atractivos los combates de renombre como el Mayweather vs Pacquiao de hace unos meses. «Hace cuatro años hubiera sido una gran pelea. Ahora ya no. Pacquiao tenía secuelas de la última pelea con Márquez y Mayweather sólo busca dinero y hacer lo menos posible». Se muestra crítico con el boxeador americano. «Es un ricachón que incluso está perjudicando al boxeo«. Baroni respeta a otros púgiles como Pacquiao o de la Hoya, que «nunca han olvidado sus orígenes y han ayudado en sus países cuando se ha producido alguna catástrofe».
Al otro lado del mundo, lejos de los focos, Cádiz goza de una buena salud en el deporte. «Se está trabajando muy bien en la provincia. En El Puerto, Sanlúcar o Jerez hay buenos boxeadores«. Baroni destaca la buena sintonía entre los preparadores de la provincia. «Entre todos intentamos sacar el deporte adelante». A pesar de los esfuerzos, las ayudas son mínimas por parte de las instituciones. «El boxeo está muy marginado en Cádiz, nadie te da un empujón». Sin embargo, Baroni asegura que «ahora el boxeo está de moda» y alude a las redes sociales para seguir en la brecha. «Son imprescindibles, el contacto por internet te abre muchas puertas». Actualmente, prepara a dos boxeadores profesionales: Manuel Oliva y Luis Cantero, con los que trabaja a conciencia para lograr buenos resultados.
Tras veinte años, Baroni no se acostumbra al rincón y sigue sufriendo en cada pelea. «Lo paso peor como preparador que cuando boxeaba; cada golpe que reciben, me lo llevo yo». Con más de treinta años dedicados al boxeo desde el respeto y la deportividad, Baroni es otro de los mitos del deporte gaditano que la ciudad sigue sin reconocer.