¿Podría haber ‘volcanes apagados’ en Cádiz?

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Con la erupción del volcán Cumbres Viejas en la isla canaria de La Palma se han despertado muchos intereses por el tema de la vulcanología en España y los volcanes que están apagados. En Cádiz podemos tener algo relacionado con ello. Uno de los misterios más atrayentes que tiene nuestra zona es, sin dudas, el de su enigmático cráter en plena Bahía. Desde que fuera descubierto no ha dejado de plantear interrogantes que son, cada vez, más difíciles de explicar…

¿Podría ser la boca de un volcán?

Fue en la década de los 90, del pasado siglo XX, cuando el fotógrafo Joaquín Hernández Kiki lo inmortalizara en sus instantáneas y lo mostrara al ufólogo gaditano Jesús Borrego quién se interesó vivamente por el mismo.

Tiene 300 metros de diámetro y está sumergido, tanto que para poder fotografiarlo sólo se puede hacer desde el aire, desde las alturas, desde una avioneta, como ya se hiciera con la imagen tomada por Kiki. En su día fue el mítico doctor Fernando Jiménez del Oso quién sacara este tema en la revista Espacio y Tiempo y donde Jesús Borrego realizaba la conjetura que pudiera tratarse de una «base submarina de los OVNIs».

Lo que parece no ser

Jesús Borrego decía en su espacio en internet: «Una vez tiraron una gran plomada en el centro del cráter y a los varios metros comenzó a oscilar como arrastrada por la corriente. Te puedo contar que ha habido submarinistas que han bajado a la fosa y han acabado a centenares de metros de ellas arrastrados por esa misteriosa corriente que existe en el canal”. Además añadía: “Lo que si te puedo confirmar es que contamos con decenas de testimonios de personas que han observado apariciones de extrañas luces en las inmediaciones del cráter, eso es innegable».

«Esta depresión puede tener un diámetro de unos 280-290 metros aproximadamente, la profundidad varía según la marea, pero cuando ésta baja, uno puede acercarse al borde de la fosa y el agua le llega por la cintura… » explicaba el que siempre fue un referente del misterio en Cádiz.

También se habló que pudiera ser el vestigio de un meteorito caído hace cientos de miles de años, aunque es algo que no se podría afirmar con rotundidad y que, hoy día, sigue generando acalorados debates. En las cartas de navegación del siglo XVIII aparece ya merced al trabajo de Vicente Tofiño de San Miguel, brigadier de la Real Armada.

El historiador Javier Fornell, apuntaba otra posibilidad: «En primer lugar hemos de tener en cuenta los cambios que la fisonomía de nuestra bahía ha sufrido a lo largo de los siglos (y que pueden observarse en los estudios paleo-geográficos de Ramón Corzo) y, en segundo, ver la técnicas usadas en la época para sus excavaciones, tanto a cielo abierto como cubiertas, para comprender que lo que hoy decimos no está fuera del alcance de los ingenieros romanos«, indicando que pudiera ser una mina romana o la poza de San Miguel, fondeadero de navíos en el Medievo.

Mi buen amigo Eugenio Belgrano también quiso acercarse al misterio del cráter de la bahía para descubrir sus secretos. «Jesús Borrego y yo nos conocimos en la presentación de un libro hace dos años y medio, y allí hablamos sobre el cráter. Y al cabo del tiempo nos pusimos en contacto para investigarlo conjuntamente y realizar un documental sobre él, realizando grabaciones sobre el mismo con imágenes subacuáticas», apuntaba.

Belgrano, al hilo de las hipótesis sobre el mismo, indicaba: «Hay quienes defienden que se formó con la caída de un meteorito; otros señalan la posibilidad de que se trate de una antigua cantera romana; también han apuntado que se trata de la Atlántida por su tamaño y forma circular; hablan de una antigua base OVNI porque hay testimonios de personas asegurando que han visto luces luminosas saliendo del agua, y también hay voces que dicen que allí se hundió la flota de 1596 y se celebró la primera batalla naval contra los franceses, en 1808″.

Sobre los fenómenos extraños relacionados con el cráter decía: «Contamos con testimonios de pescadores que, hace quince años, tuvieron que cortar las redes porque notaban que algo tiraba de ellas desde el fondo y podía hundir la embarcación. También hay pescadores que aseguran haber visto luces entrando y saliendo de la Bahía. Y tenemos imágenes que demuestran que, aunque la profundidad máxima en esas aguas es de 30 metros, la sonda de varias embarcaciones han detectado más de cien metros de profundidad por esa zona».

El propio Jesús Borrego también tuvo sus experiencias, extrañas, en este mismo lugar o el buzo que realizaba la inspección cuando dio con algo metálico.

Pero si se habla de cráter siempre el conocimiento se pone en dos situaciones sobre su origen: de un meteorito o de un volcán.

¿Podría ser de origen volcánico?

En torno a ello el investigador Ángel Carretero apuntaba: «no estamos ante un cráter tal como es definido por la Real Academia de la Lengua. Se trata de otro tipo de accidente geográfico que definiré en el momento oportuno, pudiendo existir en el interior de la bahía hasta cuatro de ellos. Uno tapada con los escombros procedentes del dragado del canal de entrada a la Factoría de Bazán y el Arsenal de la Carraca en la década de los 60 del pasado siglo».

Igualmente hace un apunte muy interesante cuando señala que una investigación, en los años 90, realizada por la Universidad de Cádiz conjuntamente con el Instituto Geológico Minero de Oporto (Portugal), la Universidad de Moscú (Rusia) y el Instituto Geológico Minero Ruso, catalogó hasta 50 volcanes submarinos en el Saco de Cádiz, aunque ninguno de ellos peligrosos.

¿Está en lo cierto Carretero? Desde luego es otra opción más que no deja de ser inquietante pues los volcanes permanecen inactivos hasta que dejan de estarlo y originan problemas tan serios como el de la isla de La Palma.

Volcanes de fango

Las investigaciones que se han realizado en las aguas de Cádiz han podido contabilizar más de 80 volcanes de fango, a partir de 300 metros de profundidad y hasta los 3500 metros. En el Golfo de Cádiz se encuentran muy dispersos y no son peligrosos. De ellos se producen emanaciones de gases, metano principalmente, y cuando se producen erupciones arrastran una gran cantidad de materia sedimentosa.

Su forma es similar a un volcán de lava pero son más pequeños y expulsan sustancias frías. Pueden medir 150 metros de altura y tener entre 2 y 3 metros de diámetro. La Unión Europea declaró a los volcanes de fango del Golfo de Cádiz ‘Lugares de Importancia Comunitaria de la Red Natura 2000’ a principios del año 2016.

No parece que el cráter sea, precisamente, de un volcán de fango con lo que el misterio continua bajo las aguas de la Bahía.