Celebración victoria del Cádiz CF ante la UD Almería
Momento de la, para el autor, desmedida celebración del Cádiz CF por la victoria 2-1 ante un rival con 9. Foto: Cádiz CF.

La crónica de Vera Luque del Cádiz CF-Ud Almería (2-1): La casa 'pa' mí, los niños 'pa' ti

De la desmedida celebración a la ruptura total para la próxima temporada. Vera Luque analiza la situación del Cádiz CF y del cadismo

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Cuando los jugadores del Cádiz celebraron el segundo gol sólo dos decibelios por debajo del inmortalísimo golérrimo de Iniesta-de-mi-vida contra los holandeses, quedaba acreditada la ruptura casi definitiva con la afición.

Cierto que se conseguía una casi segurísima salvación (a falta aún de que no se den triples empates más imposibles que improbables), pero no cuadra que a falta de tres jornadas, Ferrol de por medio, la euforia y la adrenalina explotaran como bombas nucleares de tropecientos megatones.

Cada cual que fabrique su épica a su antojo, pero lo del viernes tuvo más bien poca. Me sonó más a esas locuras de vídeos instagrameros y tiktokeros de un gachón intentando meter una pelotita de golf en un vasito de plástico tras rebotar en una serie de platos colocados estratégicamente, o ese que encesta de espaldas desde medio del campo... es tan complicado que ocurra, que cuando ocurre se desata la celebración. Pues lo mismo.

Era tan imposible que en el minuto 94 ganáramos después de cuarenta minutos sin tirar entre los tres palos frente a un equipo con dos tíos menos, que cuando se marcó el segundo gol, aquello se puso a la altura del gol aquel de Kiko cuando era Quico frente al Zaragoza en la 90/91. Me pareció más una celebración por el hecho de marcar dos goles en dos minutos, que por la idea de finiquitar la salvación.

Si las lágrimas saltá y el pitotazo en la banda fue por la propia locura del epílogo del partido, me callo. Si fue porque de alguna manera, se cerraba la temporada con el objetivo cumplido... lo que te dije: cisma equipo-afición confirmado. Porque cuando un equipo que viene de cuatro años en Primera, instalado en la tabla en esa zona que ni fú ni fá, ofreciendo un partido miserable ante un rival en clara minoría por decisiones arbitrales más que dudosas, va y certifica la salvación... ésta tendría que ser celebrada con una escueta muesca de alegría y a la ducha. Pero en esa celebreichon digna de levantar una Champions, había una auto-reivindación implícita delante de una grada cargante, mosqueada, desesperada incluso.

Pocos futbolistas de la plantilla se sitúan más cerca de la platea que del despacho del mandamás. El club parece cerrar filas y atrincherarse en todos sus estamentos, desde la directiva hasta los jugadores. En los momentos más oscuros de esta entidad centenaria nunca faltó ese vínculo con el aficionado, más fuerte cuanto más delicada era la situación. Ejemplo: aquel encierro de la plantilla de Orúe.

El pasado viernes los jugadores ni se quedaron en el césped cuando acabó el partido para ejecutar ese extraño rito de apareamiento con la grada de Fondo Sur, al cual nos tienen acostumbrados. Sabían que el horno no está para bollos, que lo que habían acabado de realizar tenía más de vergüenza que de hazaña. Y que al final el partido no había sido más que un espejo de la temporada: un triste caminar con un final no del todo infeliz. El viernes se pudo perder ante nueve y se ganó. Durante el año entero se pudo descender teniendo el mayor tope salarial de la categoría, y al final nos hemos salvado. ¿Qué más queréis?

El fracaso deportivo puede tener sus interpretaciones. Habrá quien quiera ver el vaso medio lleno y darle valor a la permanencia en la anárquica y complicada categoría de plata. Ole por esa persona de la cual envidio su disposición positiva para la vida en general. Lo que no tiene segundas lecturas es el fracaso sentimental de la entidad al completo con su patrimonio más valioso que no es ni más ni menos que el aficionado, aunque desde arriba piensen que sea el Sportech ese que (¡Oh sorpresa!) parece haberse quedado atascado como una mala motito eléctrica. El problema es que la parte visible, el nexo entre entidad y afición, son los futbolistas.

Y el año que viene, en vista del planteamiento contractual que hay, vamos a seguir viendo a una gran parte de los mismos que llevamos viendo desde hace dos años que ni con Sergio, ni con Pellegrino, ni con los dos de este año, han sido capaces de poner al club en disposición de resurgir y de tirar para arriba. Salvo mini-rachitas, la tendencia decadente es clara. Vernos en el mes de septiembre del 2025 encarando la liga con un once repleto de futbolistas que aquí hace tiempo ya dieron todo lo que tuvieron que dar terminaría de justificar el divorcio. Yo por si acaso iría buscando ya a un abogado matrimonial, fité tú.