
Quince minutos buenos no tapan la apatía y desidia del Cádiz CF ante el Córdoba CF
Empató con uno menos, pero volvió a bajar los brazos y salió goleado del Nuevo Arcángel

El Cádiz CF ha firmado en Córdoba un partido que es el perfecto resumen de su temporada: una primera mitad esperpéntica, un arranque de casta y genio que le dejan en buena disposición de pelear por todo y una relajación y dejarse llevar que acaba acrecentando esa sensación penosa.
Los amarillos (hoy de azul) han rozado (si no lo han tocado) el mamarracho en la primera mitad, para reivindicarse empatando el partido con un jugador menos y acabar goleados tras dar un paso atrás y bajar el ritmo.
Todo lo de este partido en el Nuevo Arcángel pueden ser la perfecta metáfora de la temporada. A saber:
- Decisiones ilógicas y poco entendibles: hoy vestir de azul, por ejemplo. En la temporada la confección de la plantilla.
- Patética primera mitad: hoy con dos goles en contra que pudieron ser más y un expulsado. En la temporada casi toda la primera vuelta con Paco López.
- El técnico cambia cosas y endereza a un equipo que tira de orgullo: hoy con el cambio de sistema y la más que probable bronca en el descanso que llevan al equipo a empatar en menos de 15 minutos y con un jugador menos. En la temporada, con la racha sin perder con la llegada Garitano y el poco comprensible bajón de rendimiento tras quedarse en tierra de nadie y no poder alcanzar la fases de ascenso.
- El equipo se relaja, pierde tensión y el técnico no da con la tecla: hoy con ese respiro que se da el Cádiz tras empatar, el cambio a jugar con cinco centrales y el Córdoba vuelve a merendarse al cuadro cadista. En la temporada con los números que viene firmando y la pésima imagen con la que va acabar una liga en la que va a dar el nivel en menos de un tercio de la competición.
- El cuadro cadista da por cerrado el partido (la temporada) antes de tiempo y acaba casi arrastrándose: hoy pensando que con el empate y ese arreón de un cuarto de hora estaba todo hecho. En la temporada, con la imagencita que viene dando desde hace un mes.
- El Cádiz vuelve a ser un equipo menor, ramplón y empaña todo lo buen que había hecho: hoy dándole el dominio y todas las facilidades al Córdoba, que le hace otros dos goles que pudieron ser más. En la temporada, acabando como está acabando, y porque los de abajo no terminan de sumar y hay mucho equipos entre el Cádiz y el descenso.
Y así todo, que se dice ahora mucho. Y eso que Garitano volvió a hacer lo que suele: no tocar lo que funciona. O al menos, tocarlo lo menos posible. Así que apostó por el once más parecido al que ganó la pasada jornada al Sporting en casa para jugar fuera de casa. Y con lo que tenía, porque solo podía contar con un 9 puro: un Roger Martí que tras una desastrosa campaña está siendo de lo mejor del Cádiz en este tramo final.
Así, el técnico vasco del Cádiz salió casi con un 1-4-2-2-2, repitió defensa y metió jugones en el campo para asociarse. Arriba mantuvo a Roger y le acompañó del trabajo de Sobrino.
Pero nada. El primer tiempo fue un auténtico baño. En menos de cuatro minutos el Córdoba acumuló dos ocasiones de gol y una anulada por manos de Marvel. Queda claro cómo salió el equipo verdiblanco y cómo lo hizo el cuadro cadista.
Pero es que la estadística al descanso era casi aún más demoledora: un 58 por ciento de posesión y 18 remates en el bando local ante un Cádiz desaparecido y casi ya en modo vacaciones y que acabe pronto la temporada más que en el rol de amarrar por si las moscas la permanencia.
Las dos mejores opciones del Cádiz CF en el primer acto fueron por errores del rival que por acierto de los de Garitano. El primero en un exceso de confianza del meta Carlos Marín (el jugador que más pases realiza del Córdoba) al que casi le roban primero Roger y luego Sobrino. Poco después, una inexistente falta de Roger impidió que el propio Sobrino se plantara solo ante el meta rival.
Fueron los breves minutos en los que el Cádiz logró equilibrar el juego tras el arreón inicial de un Córdoba que le puso un altísimo ritmo al choque. Los de Iván Ania retomaron el control y le generaron muchísimas complicaciones a la defensa cadista con un recurso tan sencillo como usado en otros deportes: colocar al delantero centro casi como pivote para jugar de espaldas a la portería y distribuir juego. Siempre, buscando la espalda de Fali para obligar a Kovacevic a salir de su zona y dejar un hueco en el centro de la defensa.
Así llegó el primer gol local, con Obolskii recibiendo de espaldas con Kovacevic encimándole en el área. Sin embargo, el control quedó algo suelto, Kovacevic no supo qué hacer y nadie acompañó Carracedo, que había dado el pase y buscó el balón para adelantar a los verdiblancos.
Lo peor estaba aún por llegar. En una de esas acciones en el que los centrales no se quieren complicar y nadie baja a recibirla, David Gil se hizo un lío y entre el amague y el medio regate se la dio franca a Pedro Ortiz, al que tuvo que agarrar para evitar el gol en el minito 34. Penalti y expulsión (lo de que no haya doble castigo para cuando se trata de jugar el balón, y agarrar no parece precisamente acción de jugar el balón).
Jacobo puso en el minuto 34 el 2-0 que parecía dejar sentenciado el choque. Entre ambos tantos, el Córdoba pudo lograr algún más, igual que en los minutos finales del choque. La sensación del Cádiz era de un equipo en clara descomposición y lo que es aún más preocupante, probablemente generada por la propia apatía o falta de tensión.
El arranque de la segunda parte fue otra historia. Un espejimos según se vio luego, pero otro mundo. Cómo tuvo que ser la bronca de Garitano a los suyos que el Cádiz deshizo todo lo malo que había hecho en el primer tiempo, que fue mucho, e igualó el choque en menos de 15 minutos. Lástima que la otra historia acabará en ese minuto 15.
El técnico cadista movió piezas en el vestuario y cambió el sistema de su equipo, manteniendo dos puntas y asumiendo los riesgos que le obligaban la pésima primera parte. Garitano sacó a un Ontiveros a años luz de lo que ha sido la mayor parte de la temporada y un Zaldúa al que le estaba faltando un poco de sangre. Y con un 1-3-4-2 con un hombre menos el Cádiz tiró de casta y se hizo con el arranque del segundo acto.
El Cádiz encontró lo que todo equipo tan claramente superado, en desventaja y con un jugador menos necesita: un gol en la primera oportunidad que tuviera. Un golazo de Roger Martí, por cierto, que realizó un giro de cuello de manual para poner el centro de Climent muy lejos del alcance de Carlos Marín.
El tanto envalentonó aún más a los amarillos y unido al cambio táctico los cadistas desarbolaban a su rival. El Cádiz recuperaba pronto y bien y el Córdoba era incapaz de sobrepasar la superioridad cadista en el centro del campo. Y por mera inercia, llegó el segundo gol del Cádiz, en un saque de esquina de Álex que Víctor Chust cabeceó al fondo de la red.
Dos goles en dos remates y el Cádiz había enmendado en un cuarto de hora todos sus pecados del primer tiempo. Con el empate tan pronto, el cuadro cadista levantó el pie, decidió tomar aire y los dos carrileros dieron un paso atrás para integrarse en una línea de cinco más clara en defensa. Incluso Matos reemplazó a Climent, casi reforzando esa condición defensiva.
El cambio de esa inercia que antes acompañaba al Cádiz le dio el balón al Córdoba, que con la pelota y cerca del área rival es realmente peligroso. Ese conformismo y la apuesta por la especulación cuando el choque era claramente cadista lo acabó pagando el conjunto amarillo, que salió claramente goleado.
El cuadro local fue acumulando ocasiones y acercamientos al área de Caro y se mascaba que el empate iba a durar poco. En un saque de esquina, Chust trató de incomodar a Albarrán en un remate que tenía en el punto de penalti, pero su carga en la espalda fue quizás demasiado evidente y el colegiado señaló el segundo penalti para los locales.
El tanto de Carracedo en el 73 fulminó al Cádiz, que en lo que restaba de choque prácticamente deambuló por el campo. De nuevo, rozó lo lamentable por momentos y no recibió más goles, sobre todo, por el buen partido de Fali y Kovacevic en defensa. Ni siquiera volvió a rematar a puerta entre los tres palos en lo que quedaba de choque. Ni con 3-2 ni con 4-2. En frente, un Córdoba que siempre buscaba la meta rival y que parece no saber qué es eso de especular ni cuando ganaba y dominaba, ni cuando se vio superado ni cuando volvió a dominar.
Antonio Casas puso el 4-2 para castigar la racanería de un Cádiz al que no le puede valer la excusa de tener un hombre menos cuando decidió darle el dominio y todo al rival. Las estadísticas del choque son demoledoras y confirman que lo de los cadistas en el Nuevo Arcángel ha estado muy próximo al esperpento, si no llega a ser por ese cuarto de hora que, a la luz del choque, se confirma casi como un espejismo.
De este modo, el Cádiz parece empeñarse en dar de nuevo una pésima imagen de sí mismo, cerrar la temporada casi arrastrándose y tirar por tierra todo lo bueno que llevó a soñar con que podía pelear por todo. En el tramo en el que el equipo quiso, el Cádiz se ganó el derecho para soñar. Ahora, el Cádiz sale casi a pesadilla por partido.
La próxima jornada, de nuevo en viernes, el equipo de Garitano volverá a tener que dar la cara ante su público en el Nuevo Mirandilla. De nuevo para tratar de maquillar esta pésima imagen que está ofreciendo en el último mes y medio desde que parecía claro que no había nada que hacer hacia arriba en la tabla y era más que complicado que los de abajo pudieran meterle el miedo en el cuerpo. El Eldense, el único que podría darle alcanzar, juega el domingo en Almería y está a nueve puntos. El Cádiz debe acabar ya con los fantasmas y temores. Por mucho que le guste especular a este Cádiz de Garitano. Pero sobre todo, debe competir y querer competir un poco. Al menos, guardar las apariencias hasta el final.