Kefir y vasos con este producto junto a un cucharón de madera.
Envases con kefir.

El kéfir natural gana terreno, por qué deberías apostar por él en tu próxima compra

El kéfir que más recomiendan los expertos y el error que comete la mayoría al comprarlo

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En los últimos años, el kéfir ha pasado de ser un alimento exótico a ser un habitual de los supermercados españoles. Su fama se debe a su alto contenido en bacterias y levaduras beneficiosas, que lo han posicionado como uno de los fermentados mejor y más valorados por quienes buscan mejorar su salud intestinal.

No obstante no todos los kéfires que se venden en el mercado conservan las propiedades del producto original, y las versiones con sabores o frutas podrían no ser tan saludables como parecen.

A menudo, el kéfir se confunde con el yogur, ya que ambos son productos lácteos fermentados. Aunque según la legislación española, el yogur se obtiene exclusivamente mediante la fermentación con Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus.

El kéfir, en cambio, emplea una combinación más compleja de microorganismos —como son bacterias y levaduras— que forman los llamados gránulos de kéfir, responsables de su textura densa y sabor más ácido.

El auge del kéfir industrial

Antes, elaborar kéfir en casa era la única opción puesto que se bastaba con añadir los gránulos a la leche y dejar que fermentaran de forma natural.

En la actualidad las estanterías de los supermercados ofrecen múltiples variedades, desde kéfir natural hasta versiones con sabores o trozos de frutas.

Estas últimas, aunque más agradables al paladar, suelen incorporar más azúcares añadidos,  también edulcorantes artificiales y otros aditivos, lo que reduce significativamente los beneficios del producto original.

En los kéfires naturales, el contenido de azúcar ronda los 4 gramos por cada 100 gramos de producto, procedentes exclusivamente de la lactosa de la leche. En cambio, las versiones con sabor pueden llegar a alcanzar hasta 12 gramos, una diferencia que se debe a la adición de azúcares simples o jarabes.

No todos los aditivos utilizados en España están aprobados como seguros, un mayor nivel de procesado también implica una pérdida de calidad nutricional.

Los estudios científicos vienen a coincidr en que el kéfir natural es una fuente de proteínas de alta calidad, calcio fácilmente absorbible y microorganismos probióticos activos.

Según investigaciones publicadas en Frontiers of Microbiology, este fermentado tiene propiedades antimicrobianas, antitumorales, antioxidantes e inmunomoduladoras, lo que lo convierte en un aliado muy potencial para fortalecer el sistema inmune y favorecer la digestión.

Igualmente, gracias al proceso de fermentación, el kéfir puede ser consumido por personas intolerantes a la lactosa, ya que los microorganismos utilizan este azúcar como sustrato y reducen su concentración en el producto final.

No obstante los expertos advierten que no debe sustituir a las frutas frescas en la dieta, sino complementar una alimentación equilibrada.

Cómo elegir un buen kéfir

La clave para identificar un kéfir de calidad está en leer con mucha atención la etiqueta. Los nutricionistas recomiendan optar por aquellos que solo incluyan leche y fermentos lácticos. Cuanto más corta sea la lista de ingredientes será mucho mejor. A continuación, algunos aspectos que debemos tener en cuenta:

Ingredientes, es vital evitar productos con azúcares añadidos, edulcorantes o sabores artificiales.

Proteínas, con un contenido alto, pero de origen natural, indica una fermentación más completa.

Grasas, que vienen a aportar cremosidad y sabor, pero en exceso aumentan las calorías.

Precio, en los envases más elaborados pueden encarecer el producto sin mejorar su calidad.

Según una comparativa reciente realizada por Consumer, los kéfires más valorados por su composición natural y equilibrio entre proteínas y grasas son los de Casa Xanceda, Vascolac, Eroski brik y tarrina. Estos productos están más cerca más a las características del kéfir casero, tanto en textura como en sabor.

El kéfir se ha consolidado como un alimento funcional que combina tradición pero también ciencia y bienestar. Incorporarlo a la dieta puede mejorar la salud intestinal y reforzar el sistema inmunitario, siempre que se elija su versión más pura.

El kéfir natural, elaborado únicamente con productos como leche y fermentos, sigue siendo la mejor opción para aprovechar al máximo sus propiedades y mantener su esencia original.