No, no es misterio, es antropología histórica y es que hay personas que le tienen una gran devoción a las ánimas, rezándole y confiando ellas, ánimas que son identificadas por las almas de personas fallecidas que no están ni en el Cielo ni en el Infierno sino en el Purgatorio donde pagan por sus pecados eternamente.
Los textos religiosos nos dicen que las ánimas pueden ser malignas y se identifican con las ánimas negras, en contraposición a estas tenemos las benditas que son las ánimas blancas.En el Purgatorio será el sufrimiento el que vaya lavando sus pecados para de allí subir al Cielo, pero hay veces en los que esas ánimas pasan a nuestro plano, a nuestra existencia y son vistas, a veces, como almas errantes que vagan para pavor de aquellas que las contemplan.
Se dice que el ser humano puede ayudar a las ánimas dándoles luz y se esa forma acorta su estancia en el purgatorio, esa luz es a través de las oraciones y misas, los ruegos y ofrendas. Además las ánimas tienen justificada fama cuando se les pide favores que suelen conceder y cumplir.
Pero nada es a cambio de nada y se debe cumplir aquello que se les ofrece, que suele ser en forma de oraciones. Curiosamente los que olvidaron cumplir su parte del “trato” se encontraron con la desagradable presencia de seres invisibles que los hostigaban entrando en contacto con ellos tirándoles de la ropa, de los pelos, susurrándoles o dejándose ver para espanto del testigo a la vez que víctima.
Hay un número elevado de capillas que honran a las ánimas del purgatorio y donde se va a rezarles y a cumplir sus pactos. Una de ellas se encuentra en la localidad de Adra, aunque hay otros puntos donde, igualmente, se les rinde devoción, como en la rambla de las Cruces y hay experiencias relatos muy destacados que merece la pena conocer.
Una mujer, en plena Guerra Civil, prometió construir la ermita si su hermano y su padre sobrevivían, pasó la guerra y sus familiares volvieron con vida. Ella comenzó a construir la ermita con diligencia y sin retraso en el mismo lugar donde antaño se erigía un templo. La ermita se dedicó a las ánimas y también se dio una relación con la hermanad que recogía limosnas por sus calles. De esta tradición y la promesa de aquella mujer se enlazó al culto de las Ánimas del Purgatorio.
Curiosamente en esta historia destaca “el Santo Entierro” que es una procesión se ánimas, tipo Santa Compaña, que tiene como escenario las calles de Adra desde la rambla de las Cruces a la calle Real, penitentes vestidos de negro y con velones en las manos.
Como marcan los cánones si alguien se encuentra con este “Santo Entierro” no deben mirarlos a los ojos, cortarles el paso o hablar con ellos pues te pueden llevar; se debe arrodillar y rezar.
Es curioso porque los más viejos del lugar hablan de personas que contravinieron esas “normas” y fallecieron al poco de ver la procesión de la muerte, el cortejo fúnebre que, en muchas ocasiones, viene a llevarte…