El poltergeist de Chiclana de la Frontera

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Cuando habitamos una casa, compramos un piso o alquilamos temporalmente un inmueble en lo último que pensamos es que la misma pueda estar encantada, pueda estar enduendada, habitada por un espectro o fantasma, por un poltergeist que convierta nuestra vida en una pesadilla, en un infierno. Eso es precisamente lo que ocurre en la localidad de Chiclana de la Frontera (Cádiz).

Es tenida por una leyenda urbana, otros lo tienen como una historia oculta, secreta, de las muchas que tiene la provincia, y otros como una aterradora realidad, pero en el casco histórico de la localidad hay una casa que tiene guarda un secreto, un enigma, un misterio.

La familia que la habitaba tuvo que tomar la decisión de mudarse ante los extraños sucesos que se daban en su interior.

Todo comenzó cuando sus habitantes notaron que desaparecían objetos cotidianos, tan pronto estaban en su lugar como desaparecían por meses para aparecer, de repente, justo en el lugar donde estaba inicialmente y donde sus inquilinos estaban acostumbrados a verlo, claro, todo ello tras remover toda la casa buscándolo. Pero ese fue sólo el inicio.

No sin cierta razón, incluso con ironía, decían sus habitantes que aquella casa tenía un duende, aquel duende era el responsable de hacerle la vida imposible.

Pero hay muchos tipos de duendes, de espíritus, así cabría diferencias que están los duendes burlones o poltergeist que tiene un notable poder e incluso se piensa que cuando se manifiestan pueden hacerlo asimilando la forma de un ser humano u objeto y confundiéndonos.

Otro tipo de duende es el llamado doméstico que suelen habitar principalmente casas deshabitadas o casas señoriales, grandes, que no suelen ser agresivo pero que si gastan “bromas” pesadas y gustan de cambiar las cosas de lugar o esconder objetos habituales en la casa. Finalmente tenemos a los denominados como duendes vampiros que son aquellos que se nutren de la energía humana e incluso proferir tocamientos a las mujeres.

Tras ese primer paso en la desaparición de objetos llegó una segunda fase en la cual se rompían las cosas sin una razón determinada o que actuara alguna acción humana sobre ellas.

La casa de los duendes

Posteriormente comenzaron a moverse los objetos de la casa y a producirse otros fenómenos como ruidos misteriosos de origen indeterminado y extraños olores, incluso la comida comenzó a aparecer desmenuzada y podrida.

Una noche se comenzó a sentir en aquella casa unas risas, risas como de niños, voces que murmuraban, un rumor en plena casa que llenaba de inquietud a todos los que allí vivían. Era tan inquietante todo el fenómeno que estaban viviendo que a las pocas semanas de estar viviendo allí tuvieron que dejarla, tuvieron que salir de allí.

Aquella familia cargó sus pertenencias y muebles en un carro y se alejaron de allí sin mirar atrás. Pero en un momento determinado el padre recuerda que algo se les ha olvidado y exclama:

-¡Anda, se nos ha olvidado el perol!

Y entonces se llevaron una gran sorpresa y susto pues del carro surgió una presencia, se manifestó una presencia, que inicialmente identificaron como un duende. Aquel extraño ser les dijo:

-Por el perol no preocuparse, que lo he traído yo.

Y es que el duende se iba con ellos, quien sabe si tan vez no habitaba la casa y si uno de los objetos de aquella familia.

Aquel era el responsable de todas las desapariciones que habían sucedido en la casa, entonces el duende les dijo:

Si no volvéis a la casa os acompañaré allá donde vayáis.

Y la familia tuvo que regresar ante la amenaza de que aquel ser no les dejara jamás y así se explicaba porque la casa nunca estaba deshabitada. Allí estuvieron hasta que todos y cada uno de los miembros de la familia, con el paso del tiempo, fue muriendo y quedó sola y abandonada, bueno sola no, la habitaba el duende burlón de Chiclana de la Frontera.