Se define como secta al conjunto de personas, adeptos y seguidores, que son afines a una idea o doctrina religiosa o a una ideología, que tiene una connotación de «separación» pues se desliga del resto de la sociedad para vivir en una especie de micromundo donde destaca, por encima de todos, un líder carismático que es el que domina la opinión de los demás.
Las sectas tienen mucho que ver con nuevos movimientos ideológicos que, en muchas ocasiones, tienen que ver con todo lo que es la religión. Son minorías y se pueden distinguir aquellas sectas que tienen un fin de asociación o las destructivas que están vigiladas y/o perseguidas por la ley.
La secta de Chiclana
En Cádiz, como cualquier otra ciudad de España o del mundo, también existen este tipo de sectas, prueba de ello son las informaciones periódicas que salen en diferentes medios de comunicación y que nos hablan de capturas o juicios a sus integrantes. En nuestra provincia operaba el llamado «Hijo de Satán» -con clara vinculación con términos de magia negra o luciferinos- en las que un vecino de Chiclana lideró una secta que, como método de financiación, también incluía la estafa a las víctimas, y es que en este tipo se sectas destructivas todo vale.
El líder de aquella secta, Carlos Javier Rojas, se habría apropiado supuestamente de 450.000 euros de aquellos a los que captaba, un individuo que ya cumplía condena por alterar los cuentakilómetros de vehículos en la compraventa a la que se dedicaba. Por esa estafa a sus adeptos, demostrada, la Fiscalía pidió 6 años de prisión.
Curiosamente el llamado «Hijo de Satán» realizaba todo tipo de rituales en su chalet de Chiclana entre los que se incluía sacrificio de animales. Relatos de los testigos afirmaron que «metía» miedo hablando de enfermedades o maldiciones que caerían sobre sus víctimas si no les entregaban el dinero. En esta estafa de esta «secta» también fueron acusados su pareja y un socio.
Muchas de aquellas personas plegadas a los deseos de este «líder» tuvieron que ser tratados psicológicamente. Solía contactar mediante anuncios en prensa que decían: «Profesor, Vidente, Brujo Satán Espiritual, experiencia y seriedad, poder en todos los ámbitos para solucionar problemas, especialmente de amor, recuperar pareja, quitar mal de ojo, impotencia sexual, etc. Garantizado 100 por 100. Resultados tres días», y comenzaba la rueda sectaria en una extraña mezcla de pocos conocimientos, santería, «ritos» satánicos y esoterismo. La Guardia Civil calificó aquello como de prácticas que creaban «un vínculo de subordinación y dependencia total» que concluía con la entrega de cantidades de dinero muy elevadas.
Caradura con palabrería
Desde la Guardia Civil se decía de Carlos Javier Rojas: «Tenía mucha palabrería. Era arrollador. Y hay que pensar que sus víctimas eran débiles, tenían problemas económicos o afectivos. Eran presas fáciles para él». Igualmente organizaba fiestas satánicas donde conocía a más víctimas, incluso se inventó un sistema de castigos donde encerraba en una caseta de jardinería a «aquellos que se portaban mal».
Siempre eran personas mayores, con cierta holgura económica y que procedían de diferentes puntos de Andalucía que acaban por convertirse en esclavos de este líder tan tirano que los usaba para que les hicieran las labores de la casa, ser sus sirvientes pues él era el autodenominado «Hijo de Satán».
Vividores siempre ha habido, Andalucía es tierra de pícaros pero lo cierto es que algunos llevan esto a su último extremo allá donde sectarizan las ideas y parece imposible que aun caigan personas en estos engaños y, sin embargo, se sigan produciendo. La secta de Chiclana del “Hijo de Satán” es sólo un ejemplo de donde llega la mezquindad y la maldad humana.