¿Conoces la simbología oculta en el Carnaval?

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Siempre será Cádiz una ciudad que se relaciones, de lleno, con su mítico Carnaval asociado al Gran Teatro Falla con la gran final pero… ¿De dónde viene la costumbre del carnaval y su celebración?

El carnaval es la celebración, el festejo de la carne antes de iniciar la Cuaresma, siendo esta última una etapa de purificación antes del solsticio de primavera. Así el carnaval era una especie de canto a la felicidad, al desenfreno, a las pasiones, a la ilusión.

Orígenes del Carnaval

No obstante el Carnaval deriva de los antiguos ritos en honor al dios romano Saturno, de ahí toma el nombre de las Saturnales. Con la llegada del cristianismo, como religión oficial, se creía que esta fiesta se iba a suprimir, pero sufrió una transformación, de Saturnales pasó a llamarse Carnaval y en ella no se rendía culto a ningún dios pagano sino a la despedida de ingerir carne o tener una vida disoluta con motivo de la llegada de la Cuaresma, previa a Semana Santa.

En los días de las Saturnales, del Carnaval, casi todo estaba permitido, se bebía, de comía, se disfrutaba del sexo y todo amparado en el anonimato de un disfraz o de una máscara.

La despedida del tiempo de Carnaval llevaba en los días que anteceden al Miércoles de Ceniza, cuando se inicia la Cuaresma, los cuarenta días antes del Domingo de Resurrección, en ese periodo debe haber control, oración, ayuno, penitencia y religiosidad.

Pero también tiene una simbología oculta pues el carnaval era sinónimo de desenfreno y esa tendencia se relacionó al agua pues se establecieron analogías con las aguas de vida, con las aguas espermáticas, es decir: el Amor y el Sexo.

La parte desenfadada

Un elemento imprescindible es el lucir máscara que cubre el rostro, la identidad del ser, de la persona, que es una analogía del dormir la conciencia de quienes las usan, de la falsa personalidad, de lo que se querría ser y no se es o no se quiere ser; el antifaz de la falsa personalidad que impide y oculta la manifestación de la Esencia.

Otro elemento imprescindible en Carnaval es lucir disfraces. El disfraz es una referencia al Ego y sus múltiples variante o al yo psicológico.

Se relaciona también, en lo oculto y simbólico con el huevo y la harina (ingredientes de muchos dulces junto con la imprescindible azúcar)… Igual que los cascarones de huevo: el cascarón cuando pierde la esencia, puro ego, llamativo, sugerente por lo que esconde. O la harina regada que es símbolo de nuestra huella, de nuestra semilla hecha polvo.

Un elemento que se da en alguno carnavales es el de la quema de un gigante de paja: es la necesidad de la muerte del Ego en las llamas purificadoras, en el fuego purificador.

Llegando al final del Carnaval llegamos al martes que es el último día permitido para el consumo de carne y el sexo. El día después es Miércoles de Ceniza, cuando de consume hecho cenizas el yo pluralizado y se comienza con la purificación tras una fiesta, la del carnaval que deriva -su nombre- de ‘carnem levare’ de eliminar la carne.

Este año toca vivir el carnaval en época impropia del año por la pandemia y sus secuelas. Con el tiempo veraniego llegará el mismo aunque algunos, los más nostálgicos, los que se resisten a ese obligado cambio, andan tarareando ya rimas que cantar y poner el toque irónico, satírico, festivo en fechas que siempre evocan al espíritu que jamás podrá ser acallado, el espíritu del Carnaval mítico de Cádiz, en su Teatro o en sus calles, en un rincón o en una plaza, da igual el sitio, lo importante es la esencia.