«Descansa en paz, Raúl»: ‘Calor en la noche’ llora otra muerte de una persona sin hogar

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Concentración por la muerte del querido Carlos en el Paseo Marítimo de Cádiz.

«Compartimos la triste noticia de los compañeros de San Fernando. Descansa en Paz. Raúl».  La asociación Calor en la noche llora otra muerte de una persona sin hogar, producida en las últimas horas en la vecina localidad de San Fernando.

Este es el escrito de lamento de Calor en la noche San Fernando a través de las redes sociales:

«Volvemos a vivir eso que no queremos y que no debería de pasar NUNCA, pero que por desgracia al final termina pasando. Hemos despedido a Raúl, que nos dejó en la mañana del miércoles después de haber estado la noche anterior hablando con nosotros. Se ha ido una gran persona, educada y con palabras de agradecimiento siempre que estaba con nosotros. Seguimos consternados con tu perdida. Descansa en Paz Amigo».

Cabe recordar que recientemente medio Cádiz lloraba la muerte de un hombre sin hogar muy querido en la ciudad: el canario Carlos, conocido por sus esculturas de arena en el Paseo Marítimo a la altura del edificio Reina Victoria.

Tras su muerte, desde la Asociación Pro Derechos Humanos, que también recordaba otro fallecimiento reciente, el de Alexander en la calle de San Francisco de la capital gaditana, se emitió el siguiente comunicado:

NI UNA MUERTE MAS EN LA CALLE, NI UNA VIDA MAS EN LA CALLE

Hace dos meses escasos nos reuníamos para recordar a Alexander, una persona sin hogar fallecida en una calle del centro de Cádiz y denunciar el hecho de que todavía estos casos se den en nuestro, en teoría, desarrollado país.

Hoy desgraciadamente se vuelve a repetir la situación y es Carlos la persona sin hogar que ha fallecido en el Paseo Marítimo, donde vivía desde hace 20 años.

Carlos era un hombre tranquilo y sonriente, que era auxiliado por los vecinos de la zona. Había rechazado las ayudas que desde el Ayuntamiento se le ofrecían, pero es que 20 años de calle produce una desconexión del mundo cotidiano difícil de superar y más cuando esta vida propicia la aparición de problemas de salud mental y hábitos poco saludables o los intensifica.

Por otro lado, la salida habitacional que desde la administración se les ofrece a estas personas es acudir a un albergue con unas normas y horarios estrictos, un espacio muy reducido y una obligada y estrecha convivencia con desconocidos de muy diversa índole; y esto por unos pocos días, al cabo de los cuales vuelves a la calle, porque hay que dar opción a todo el mundo a dormir algunos días a cubierto y las plazas son muy escasas. O, en el mejor de los casos, si eres una persona con cierta capacidad de adaptación, tal vez optar a una vivienda compartida, con las dificultades de convivencia que supone para cualquiera y mucho más en este tipo de personas con una larga trayectoria de aislamiento social.

Estas personas no forman parte del paisaje, como de manera terrible e insensata se ha dicho en algún medio, y si alguien lo considera así debería preocuparse por su tremenda insensibilidad y falta de humanidad. No puede considerarse normal que alguien viva en la calle.

Concentración en memoria de Carlos, fallecido el lunes 6 de marzo en Cádiz.
Estas personas tienen derecho a una vivienda digna, y esto es lo que, con buenos resultados, realiza el programa “PRIMERO VIVIENDA”, proporcionándoles un alojamiento individual y un acompañamiento por equipos de profesionales que les permita trabajar y desarrollar sus capacidades para su vuelta a la sociedad.

Pero, además, las administraciones deben realizar programas de PREVENCION, detectando a las personas en riesgo de sinhogarismo antes de que se produzca su expulsión a la calle, evitando el enorme deterioro personal que esta situación ocasiona.

Mientras en la calle sigan viviendo personas que no lo desean la APDHA no se cansará de denunciarlo y exigir a las administraciones local, autonómica y estatal que se pongan a trabajar coordinadamente en la solución de este problema poniendo el esfuerzo y los medios necesarios para acabar con él.

Carlos, vecino, en tu recuerdo, un minuto de silencio.

LAS PERSONAS SIN HOGAR

Las personas sin hogar representan la cara más severa de los procesos de exclusión social. Hablamos de personas que son privadas del acceso a un trabajo, a una vivienda y a los recursos económicos necesarios para su sustento. Personas que se enfrentan a la soledad, a la ruptura de sus vínculos sociales y familiares y, en consecuencia, a la pérdida de la verdadera red social imprescindible para la vida.

La ausencia de un hogar o la imposibilidad de mantenerlo impiden el desarrollo de una vida digna. Esto es así porque una vivienda, además de cubrir la necesidad básica de alojamiento, seguridad y protección, proporciona un soporte clave para la creación de un proyecto de vida personal, familiar, social, relacional y de convivencia. Al menos 33.000 personas viven sin hogar en España.

La vida en la calle afecta de manera decisiva a la salud. La esperanza de vida cae una media de 20 años para las personas sin hogar, que se enfrentan además a la aporofobia, término que se define como el odio o rechazo a las personas pobres. Las personas sin hogar sufren discriminación, insultos, agresiones y, en los casos más graves, incluso violaciones y asesinatos. Las mujeres sin hogar, además, por el mero hecho de ser mujeres, se enfrentan a mayores riesgos y formas de violencia, que hacen de la calle un territorio todavía más hostil para ellas.